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MARIÑA ÁLVAREZ
Miércoles, 7 de marzo 2012, 08:40
Cantabria ha registrado un descenso de población extranjera, la primera bajada en una década. La disminución es muy pequeña, apenas perceptible (0,53%), pero constata un cambio de tendencia, un «fin de ciclo», según los expertos, ligado al término de la etapa de expansión económica.
Según datos del Instituto Cántabro de Estadística (Icane), a 1 de enero de 2011 había 38.994 extranjeros empadronados en la región, 207 menos que el año anterior. Ese saldo negativo es el primero desde el año 2000, ejercicio en el que se contabilizaron 4.273 extranjeros, una cifra que no dejó de subir en los años siguientes y que experimentó el mayor ascenso en la cima de la bonanza, en 2008 (6.000 más que el año anterior). Luego la subida se ralentizó y en 2010, por vez primera, la escalada concluyó.
Los números constatan una apreciación subjetiva que estaba en la calle desde hace tiempo. «Tras la crisis, los inmigrantes han aguantado un año más y ya ha empezado el retorno». Es la lectura que Pedro Reques, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Cantabria, realiza de los datos que acaba de hacer públicos el Icane. «El indicador de la migración es el indicador del dinamismo económico, es el 'indicador de indicadores'. Y este cambio en el ciclo migratorio está ligado inequívocamente al ciclo económico».
Otra consecuencia de este descenso: el aumento de la población ha dejado de depender de los extranjeros, ya que, también desde 2010, los españoles censados en Cantabria superan a los procedentes de otros países (0,2% frente a un -0,5%).
A la par que la extranjera, la migración venida a Cantabria de otras comunidades españolas está experimentando un llamativo frenazo, que aunque sigue arrojando un saldo positivo (310 personas más en 2010), ha sufrido una caída del 41% en un año (ahora son 8.506 censados en total), una merma que ya comenzó en 2008. Claro que la fuente es el padrón, que no recoge realidades como la de Castro Urdiales, con población no registrada procedente, sobre todo, del País Vasco. «Si esos 10.000 ó 15.000 vecinos no inscritos aflorasen, la estadística cambiaría».
Tampoco se puede concluir, añade Pedro Reques, que Cantabria esté perdiendo atractivo. A pesar del descenso, la proporción extranjera se mantiene con respecto a años anteriores (ahora es de un 6,6% del total) y no se ha notado un cambio tan brutal como en otras zonas de España receptoras de inmigrantes: «En esta década de prodigioso crecimiento la inmigración se ha concentrado, sobre todo, en Madrid, Barcelona y otras provincias del Mediterráneo, con porcentajes de hasta el 20%». Cantabria se quedó en el 6%, «mientras los demás crecían mucho, nosotros poco; ahora ellos decrecen mucho y nosotros poco también. El peso de la inmigración aquí es muy pequeño».
Hay un «colchón» estable
Reques piensa que la pérdida de extranjeros tendrá un tope, y que este «colchón» de casi 40.000 foráneos censados «tienen vocación de quedarse y estarán aquí siempre».
Por otra parte, la inmigración se está europeizando. Es la primera vez que los extranjeros europeos residentes en Cantabria sobrepasan a los americanos (44% y 43%, respectivamente). Los segundos son los que se están marchando y los primeros continúan llegando. A juicio de Reques, significa que «ahora el flujo migratorio cobra una dimensión europea, frente al poco peso que tiene la africana o la asiática y la marcha de América Latina con el cambio de ciclo». Se nota en los puestos de trabajo tradicionalmente ocupados por inmigrantes latinoamericanos, «el trabajo de las mujeres, en servicio doméstico o cuidado de ancianos; o el de los hombres en la construcción o en servicios menos cualificados... Con la crisis volverán a manos españolas». Mientras, lo ejercen cada vez más ciudadanos llegados de Europa del Este. El colectivo de rumanos (17%) es el más numeroso de los censados en Cantabria, seguido de colombianos (10%), Perú (8%), Moldavia (6%) o Marruecos y Portugal (5% cada uno).
«Europa se está haciendo más Europa», reflexiona Reques, porque a la vez que Cantabria recibe más inmigrantes de los países del Este para empleos sin especialización, aumentan los cántabros que se van a Reino Unido, Italia, Suiza, Países Bajos o Alemania a ocupar puestos de alta cualificación. El número de cántabros empadronados en el extranjero aumentó en 2010 un 0.8% (ya son 9.153). No es la primera vez que ocurre, «es otro ciclo más, que también tendrá su retorno. Gracias a los que emigraron y luego volvieron tuvo lugar el milagro de la recuperación económica en los años ochenta».
La marcha de jóvenes profesionales a la Europa 'de las oportunidades' contrasta con el envejecimiento de los que residen en países tradicionalmente receptores de cántabros: Cuba, Argentina y México, un mapa que se perfiló en el siglo XIX y que se reproduce hoy en día, ya que concentran a la mitad de los cántabros residentes en el exterior. Aun así, la fuente de la que se extraen estos datos es el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), que ofrece resultados «engañosos», según Pedro Reques, porque no recoge a los que se marchan y no se censan. «Los que están son, pero los que son no están», explica.
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