«Estos tíos no tienen vergüenza», dice Diego de regionalistas y socialistas

Los empleados se tienen que entender con los empresarios para aliviar las pérdidas. Los empresarios, a su vez, han de vérselas con los bancos y llegar a acuerdos sobre pagos y créditos. Y los banqueros se han de apañar con el Gobierno para sanear las arcas de unos y otros, y ver cómo, entre todos los mencionados, el país logra salir adelante. La extraordinaria dureza de esta recesión obliga a sacrificios, cesiones y pactos por doquier. En todos los ámbitos, menos en uno: la política. Y buen ejemplo lo pone Cantabria. El presidente regional, Ignacio Diego, se refirió ayer a la oposición en estos términos: «Estos tíos no tienen vergüenza». Y la oposición le replicó con el mismo ánimo encendido: «No es una persona medianamente equilibrada». Es difícil posicionarse más lejos unos de otros, de cualquier colaboración, de cualquier diálogo.

Las declaraciones surgieron tras las protestas por los recortes y la reforma laboral de la víspera, en las que participaron miembros del PRC y del PSOE. Pero esas mismas declaraciones tuvieron por contexto la comisión del Parlamento que investiga las ayudas públicas concedidas a la empresa GFB, lo cual le da un enfoque más amplio sobre la tirantez entre Gobierno y oposición. Al hilo de GFB, todos se acusan mutuamente de prostituir la regla principal del juego político: la mismísima democracia. Ayer, el presidente incluso instó al Parlamento a investigar si regionalistas y socialistas han incurrido en un delito al abandonar dicha comisión, en cuyo caso la ley les castigaría por desobediencia. Así están las cosas en la Cámara cántabra.

La mejor forma de calibrar lo sucedido es el relato cronológico. Ignacio Diego comparecía ayer en la comisión que investiga la gestión del bipartito en GFB. Diego llegó ayer a una comisión mermada, donde su comparecencia, para mayor paradoja, la habían solicitado PSOE y PRC hace meses. Pero ayer no estaban, claro, solo había diputados del PP esperándole. El presidente, lógicamente conocedor de este hecho con antelación, quiso mantener su asistencia con un objetivo muy claro. Diego se sirvió del ambiente protocolario de la comisión para poner de vuelta y media a sus rivales y exigir sanciones.

«Es absolutamente injustificada e injustificable la actitud de PSOE y PRC, que cuando no les gusta el juego, pinchan la pelota; que se envuelven en la bandera de los derechos democráticos y, cuando los reglamentos del juego democrático no les gustan, toman la actitud de ausencia absoluta de respeto», protestó. «Esto no puede pasar sin más. La Mesa del Parlamento tiene que analizar esta actitud, desde el punto de vista estrictamente reglamentario, y comprobar si se ha vulnerado algún artículo, en concreto el 502.1, y si en función de eso deben ser penalizados», instó.

El tal artículo 502.1 es especialmente severo: amenaza con castigar por un delito de desobediencia a «los que habiendo sido requeridos» en ese órgano de investigación, no hayan respondido a la solicitud. Si son cargos públicos, la pena es la inhabilitación temporal de entre seis meses y dos años.

Al salir, y a preguntas de la prensa, el jefe del Ejecutivo amplió los términos de su censura. «Estos tíos han perdido la dignidad y la vergüenza, y se apuntan a lo que sea en el marco de la desesperación por haber perdido sus privilegios», dijo sobre la participación de socialistas y regionalistas en las manifestaciones del jueves. Recordó que se oponen al plan de ajuste del Gobierno, que ahorrará 157 millones, cuando el bipartito tenía aprobado otro «por valor de 271 millones, que sí que era una barbaridad». «Ahora se agarran a la pancarta. Estos tíos no tienen vergüenza», reafirmó.