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La Unidad Militar de Emergencias accede al monte Canales, en Silió. :: CELEDONIO
«Pero, ¿qué hace aquí el Ejército?»
CANTABRIA

«Pero, ¿qué hace aquí el Ejército?»

Los vecinos de Los Corrales de Buelna asisten atónitos al trasiego de los vehículos de la Unidad Militar de Emergencias

ÁLVARO SAN MIGUEL

Jueves, 29 de marzo 2012, 02:03

«Pero, ¿qué hace aquí el Ejército?», pregunta un parroquiano en un pequeño bar de Los Corrales de Buelna. A menos de 30 metros, en el aparcamiento de El Matadero, desfilan los inconfundibles vehículos verdes de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Los vecinos miran atónitos cuando ven pasar un 'jeep' con una antena parabólica en el techo, un camión de suministros con cubierta de lona o un furgón de atención médica. Se trata de la segunda columna que llega a Cantabria para combatir el fuego junto a los bomberos de Protección Civil. La primera, que ha estado trabajando toda la noche, descansa en el polideportivo municipal y recupera fuerzas para volver a la carga. En total, 103 militares expertos en situaciones extremas: terremotos, inundaciones, atentados o riesgos nucleares. Son la navaja suiza del Ejército español.

La segunda columna llega al puesto de mando avanzado -en el aparcamiento de El Matadero- después de trabajar en la contención de uno de los focos más virulentos, el del monte Gedo. A las nueve de la mañana, una línea de fuego serpentea por la ladera sur del monte corraliego y el helicóptero 'Delta Romeo' del Gobierno de Cantabria se afana en rociar las llamas con el agua que recoge en el río. Cuando ya no queda más remedio que ir a repostar, los militares avanzan monte arriba y empiezan a luchar con el fuego cara a cara.

El viento sur no ayuda a dominar el incendio. Mientras los bomberos y los soldados cercan al fuego sobre el terreno, las altas temperaturas se concentran sobre sus cabezas y cualquier chispazo puede propagar las llamas por las copas de los árboles hasta encontrarse con un nuevo foco a sus espaldas. A media mañana, después de trabajar durante horas, el fuego ya está dominado y los operativos regresan a la base de El Matadero. En el monte Gedo sólo queda una columna de humo.

La cooperación entre los bomberos de Protección Civil y los efectivos de la UME es total, pero cada uno tiene sus mandos -civiles y militares, respectivamente- y guardan cierta distancia. El jefe del operativo de extinción, Ignacio García, ocupa un camión del Gobierno de Cantabria. El teniente del UME se atrinchera en el interior de un vehículo de comunicación equipado con varias antenas de radio y una parabólica.

Los militares están a la espera de recibir órdenes. El teniente asegura que no está autorizado para dar ningún tipo de información y regresa al vehículo de comunicación. Nadie se salta la cadena de mando.

Silió

El resto de la columna de la UME se enfrenta al foco más peligroso de la jornada, el de Silió (Molledo). «No les envidio», dice uno de los bomberos del 112 que ha estado toda la noche intentando sofocar el incendio del monte Gedo. El fuego de Silió está en una zona de difícil acceso y las autobombas del ejército apenas pueden acercarse. Toca andar monte arriba, pero después de hora y media de caminata no hay manera de llevar una bomba de agua para enfrentarse al fuego.

Los soldados miran fijamente a las llamas, que bailan a escasos metros de sus ojos arrasando un robledal. El fuego es inaccesible a pie y habrá que esperar al helicóptero, así que dan media vuelta y comienzan el descenso. Son órdenes.

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