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Un manicomio de locos por el humor
ESPECTÁCULO

Un manicomio de locos por el humor

El Circo de los Horrores une en su nuevo espectáculo mucha diversión con pequeñas dosis de terror

ROSA M. RUIZ

Sábado, 7 de abril 2012, 17:46

Oscuros y angostos pasillos, cámaras de castigo acolchadas, habitaciones con ventanucos desde donde observar desde fuera, camastros sucios y rotos... Hay escenarios en los que no hace falta que ocurra nada para provocar una sensación de miedo. Si además esas estancias están ocupadas por acróbatas esquizofrénicos, malabaristas ludópatas, enfermeras bipolares, ilusionistas paranoicos, trapecistas catatónicos, payasos degenerados y un monologuista con doble personalidad, el pánico está asegurado.

Todos esos personajes se reúnen en un mismo lugar, 'El manicomio de los horrores', que abre sus puertas en Santander, en el aparcamiento anexo al estadio del Racing, dispuesto a admitir nuevos ingresos. Lo más insólito es que bajo esa tenebrosa carpa se pasa del espanto a la carcajada en cuestión de segundos. Que nadie se engañe, bajo esos pijamas harapientos, los internos de este viejo 'loquero', vigilados por guardianes sin escrúpulos, y torturados por cirujanos y enfermeras carniceras no dejan de ser artistas del circo de toda la vida que vuelve a la ciudad presentado, eso sí, en un envoltorio más actual, en el que se fusiona con el teatro de vanguardia y los números de cabaret. Y sólo hace falta darse una vuelta por los camerinos, donde los protagonistas se preparan antes del espectáculo para comprobarlo: equilibristas que calientan sus músculos y malabaristas que ensayan sus números bromean con el payaso loco, mientras las artistas ultiman los retoques del maquillaje. «La diferencia está en que en este circo nos pintamos para estar feas en vez de guapas», asegura una de las contorsionistas del Trío Essence, mientras ultima su carecterización de 'enfermera de las agujas'.

'El manicomio de los horrores', que, tras el preestreno de hoy, abrirá sus puertas al público desde este viernes y hasta el domingo 15 de abril, es la continuidad de 'El circo de los horrores', espectáculo homónimo con el que Jesús 'Suso' Silva y su compañía sorprendió el año pasado a los cántabros y que continúa girando por el mundo. Entonces, los tradicionales números circenses jugaban con el miedo y la risa del público. La fórmula funcionó y por eso ahora Silva, un hombre de circo que creció bajo las carpas de todo el mundo, ha ideado un montaje similar, aunque con importantes variaciones que se verán por primera vez en Santander. El personaje principal que interpreta el Premio Nacional de Circo vuelve a ser Nosferatu. Es el rey del manicomio. Es lo único que coincide con el argumento de su anterior aventura escénica.

Este año se ofrecen 17 números (16 más el saludo final en el que participan los 40 artistas) y la danza cobra mucha más importancia en la función. Desde el primer minuto de la obra, locos y cuidadores interpretan varios números de baile, que están dirigidos por Lola González, del programa de televisión 'Fama' y que no dudó en embarcarse en esta aventura porque, según reconoce, «la tiene fascinada». Son coreografías trepidantes y no exentas de dificultad.

El resto de los números también gozan de una gran calidad. Uno de los más novedosos es el que interpretan, en la primera parte de la función, la Troupe Ceban de Moldavia sobre neumáticos gigantes y, en la segunda, sobre un columpio. Una actuación de alto riesgo con acrobacias por el aire, vuelos y saltos mortales.

La obra cuenta también con el humor de Raúl García. Es la primera vez que un monologuista actúa en un circo y sus reflexiones sobre la rivalidad masculina y femenina o sobre la televisión están acordes con la camisa de fuerza que lo protege. No es el único responsable de hacer reír al publico. Bart Van Dyck, 'el divertido hombre sin huesos', es capaz de meter su menudo cuerpo en una percha de ropa. Y Graziela Galán, una fonambulista, que camina, se peina y hace malabares colgada desde los pies en lo más alto de la lona. Especial mención merece el número de 'Alicia en el País de las Pesadillas', un regalo que Sara Silva, la hija de Suso, ofrece al público en la segunda parte. También Miguel Ángel Montilla, el payaso loco, resulta inolvidable en una función de más dos horas en la que los miedos iniciales se convierten en sonrisas finales.

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