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GUILLERMO BALBONA
Domingo, 15 de abril 2012, 02:09
Se abre con versos de Rilke y se cierra con otros de Dylan Thomas. Entre ambas citas, que son universos literarios, cabe el nuevo poemario de Rafael Fombellida (Torrelavega, 1959), una de las voces con mayor hondura creativa y personalidad del panorama poético de la comunidad. Su 'Violeta profundo' se suma a una trayectoria en la que destacan sus libros 'Deudas de juego', 'Norte magnético' y 'La propia voz', a modo de antología. Dentro de la orientación meditativa de su poesía, el nuevo volumen de Fombellida, que se presenta el próximo viernes en la Librería Gil de Santander en un acto junto a Carlos Alcorta y Javier Menéndez Llamazares, se postula como «el más allegado a la vida íntima, al conflicto personal, al enfrentamiento del ser con la evidencia del dolor, del desamparo y de la cercanía de la muerte».
Fombellida rompió hace apenas dos años su escritura poética con 'Isla Decepción', dietario que supuso, al margen de las ya numerosas colaboraciones en publicaciones de dentro y fuera de Cantabria, una incursión en la prosa «pero manteniendo siempre el predominio de una mirada poética». Incluido en diversas antologías, está en posesión de premios como el José Luis Hidalgo, Ciudad de Burgos o Gerardo Diego. Codirigió las colecciones 'Scriptvm' y la revista 'Ultramar'. En la actualidad es corresponsable de la colección de poesía de Quálea Editorial y de las 'Veladas poéticas' estivales de la UIMP.
El poeta cántabro sostiene su 'Violeta profundo' en dos pilares: 'Campo de Marte' y 'La bella homicida'. Cerca de medio centenar de poemas que trazan una travesía «entre la reflexión y la emoción», como confiesa el propio poeta. En su primera sección, 'Campo de Marte', el poemario alude a una preparación para el combate del vivir, en el que vida y muerte, amor y dolor, se entrecruzan y solapan: «Así que menos mal que estás acobardada/ y no me haces decir lo que no quiero:/ que cualquier arribada se parece a la muerte».
Toman en ella cuerpo las alusiones a la experiencia vivida, no a modo de memorándum, sino como «apariciones fragmentadas y fulgurantes del recuerdo, y la premonición de lo por venir, con su oscurecimiento y sentido trágico». El tono es conversacional, y el desarrollo de los poemas, meditativo y rítmico.
En la segunda sección de 'Violeta profundo', 'La bella homicida', el poeta se centra en el encuentro del individuo con la posibilidad de morir, y se articula en torno a una conversación del ser con la muerte a modo de cortejo. Los nueve poemas que la integran «ensayan registros diferentes, desde la silva libre impar hasta el poema alucinatorio en versículo, pasando por la canción lírica». Registros que están concebidos para dar a esta serie «una oscilación emocional fundamentada en la diferencia de ritmos, como si se tratara de una pieza musical en sus distintos movimientos».
Fombellida subraya que su poemario está marcado por un «discurso transitable, dramático pero también irónico; simbólico, pero también a ratos rabiosamente antipoético; lírico y, en ocasiones, también áspero». A su juicio es como si los diversos registros de una voz «se retaran o aliaran bajo el amparo de una misma mirada». Desde ese punto de vista su libro más versátil, y, por tono y temas, el más existencial.
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