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DAVID REMARTÍNEZ
Martes, 17 de abril 2012, 12:08
Charlas, paseos por Internet con las omnipresentes tabletas, risas entre algunas señorías que se hablan al oído tapándose la boca, el inevitable aviso al socialista Juan Guimerans para que no replicara desde el escaño al diputado que intervenía en el estrado, y el popular Carlos Bedia 'tuiteando' sentencias sin parar, y también manifestando en voz alta su cólera por lo que escuchaba de PSOE y PRC. Pero en el resto, mucha calma. Miguel Ángel Revilla pasó ayer casi toda la sesión plenaria leyendo una revista en la que hasta salía una entrevista con él mismo. El presidente de Cantabria, Ignacio Diego, se ausentó prácticamente todo el pleno. En general, la tarde resultó tan sosa que hasta el propio presidente de la Cámara, José Antonio Cagigas, se despistó por un momento y dio paso un punto del orden del día sin que se hubiera votado. El minuto que le costó centrarse al riguroso Cagigas provocó el episodio más entretenido de la sesión.
En cuanto a contenidos, o sea política, se habló de los despidos en las empresas dependientes de la Consejería de Cultura, de la Ley de Montes, de cuándo se instalarán cañones de nieve artificial en la estación de Alto Campoo y del Observatorio Astronómico de Valderredible. De fondo, poco nuevo. El primer asunto, el que abría la tarde, deparó las andanadas más furiosas entre Gobierno y oposición a cuenta de las dos docenas de trabajadores que dejarán de emplear la Sociedad Regional de Cultura y Deportes, y el Palacio de Festivales.
La diputada del PSOE Cristina Pereda desplegó su conocida tesis: el PP se mueve por «revanchismo y externalización» para ahorrar 250.000 euros en nóminas, cuando con la mano derecha «entrega 420.000 euros a un colegio del Opus Dei por incumplir la normativa existente», en referencia abierta a controvertido concierto con el colegio Torrevelo. «No se justifica ni ética, ni política, ni económicamente»; no se puede estar en misa y repicando, vino a decir, sólo que elevando la presunta contradicción al grado de «mala fe».
Le cogió el relevo el exconsejero de Cultura, el regionalista Javier López Marcano, quien bajó la polémica del ámbito 'espiritual' a ras de calle y la tradujo en apellidos: «Juan Calzada y Román Calleja (exdirector y excoordinador del Palacio de Festivales, respectivamente) fueron despedidos porque el actual director general de Cultura no perdonaba que su compañía de teatro (Escena Miriñaque) no fuera cabeza de cartel en la pasada temporada». Fue la venganza fría de Joaquín Solanas empujada por un «odio personal», según interpreta el diputado del PRC, autor ayer de esta otra aseveración de evocación escénica: «Tienen ustedes dos puertas: por una los echan, por otra los meten. Los echan de uno en uno, y los meten de tres en tres».
De siete a cuatro
Desde la trinchera del PP le tocó a Tamara González defender el tajo en las dos plantillas públicas, que según los últimos datos de la Consejería de Hacienda, ofrecen una desigual repercusión: ocho despidos en la Sociedad Regional, que ocupa a unas 90 personas, y 10 en el Palacio, con 45. Todos atienden a «las deudas que ustedes dejaron», según acusó González, citando los 12 millones de números rojos en Cultura y Deporte. Y continuó con más números: «El ahorro en puestos directivos ha sido de 7 a 4. Ustedes gastaban 395.195 euros, sin contar la Seguridad Social. Ahora le cuestan al Gobierno 127.000 euros».
En síntesis: mismas acusaciones, parecidas réplicas. 'Enchufismo', derroches y demás clásicos de la brega parlamentaria.
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