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D. REMARTÍNEZ
Miércoles, 18 de abril 2012, 20:50
La diputada socialista Cristina Pereda acabó su jornada matinal el pasado viernes sobre las tres menos cuarto de la tarde y, según es costumbre, se dirigió al aparcamiento del Parlamento regional para coger el coche y marchar. Pero cuando llegó al vehículo, se lo encontró abollado: un golpe en un lateral le saludaba con violencia. Sin embargo, no encontró una nota de disculpa de quien hubiera chocado contra su coche, como es frecuente dejar entre conductores de buena voluntad. No había disculpa, aun tratándose de un estacionamiento reservado a sus señorías, los consejeros, los empleados públicos de la Cámara y, ocasionalmente, los medios de comunicación. Compañeros todos, aunque sea lejanamente, de un mismo lugar de trabajo.
Al ver el golpe, Pereda manifestó su cabreo ante los presentes, entre los que se encontraba uno de los chóferes oficiales del Gobierno regional. Fue él quien sugirió qué tipo de coche podría haber provocado los daños: era azul, y parecía un Peugeot. En cualquier caso, era fácil comprobarlo: debe haber pocos edificios en Santander con más cámaras de seguridad plantadas en su perímetro que el Parlamento de Cantabria.
La diputada solicitó a los guardias de seguridad el visionado de las últimas horas grabadas para localizar al infractor. A esa hora había cambio de turno en la garita, así que alrededor de la pantalla coincidieron hasta siete personas arremolinadas, revisando entradas y salidas de las distintas plazas del aparcamiento, con una curiosidad que se fue extendiendo hasta algunos despachos y oficinas todavía ocupados a esas horas.
Y al final apareció: era Miguel Ángel Revilla quien entraba en su coche, arrancaba, apenas avanzaba, y golpeaba sin querer el vehículo de la socialista. El expresidente escuchó el ruido. «Pero miré y no vi nada, la verdad», según relató ayer. Por eso se marchó sin dejar un aviso, convencido de que la cosa no había llegado a mayores.
Pereda trasladó su malestar al grupo del PRC y Revilla (que ayer se encontraba en Gijón presentando su libro 'Nadie es más que nadie') pidió disculpas en cuanto le llamaron para informarle de los daños. «Inmediatamente» se ofreció a resolverlos, dio los datos de su seguro y finalmente suscribió un parte amistoso firmado este lunes.
Pereda lo confirmó ayer, pero no quiso extenderse en la anécdota: «No tiene más historia que un golpe entre dos coches y el parte correspondiente a los seguros, como sucede todos los días muchas veces en cualquier lugar. No voy a entrar en ese tema. No tenemos suficientes problemas en Cantabria que afrontar, como para hablar de chorradas».
Pero el suceso ya se había comentado abundantemente, aunque tergiversado, desde el lunes. Al acabar el pleno ordinario, las redes sociales comenzaron a recoger vagas pero abundantes referencias a un diputado que supuestamente había dañado con su coche el de un compañero sin dejar explicación alguna. En Twitter, y como es habitual, las reacciones al relato nebuloso alternaban entre la ira y el cachondeo. Las coñas llegaban a solicitar que agentes de la T.I.A., la insigne agencia de detectives donde emplean sus talentos Mortadelo y Filemón, asumiera las investigaciones para determinar las identidades de los implicados. No hizo falta. El rumor engordó tanto en tamaño y delirio que el propio Parlamento accedió ayer a aclarar brevemente el episodio, para atajar interpretaciones desviadas.
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