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M. ÁLVAREZ
Jueves, 24 de mayo 2012, 22:55
Había bebido y se puso a hacer trompos a toda velocidad en el aparcamiento de la playa de El Camello y, de pronto, perdió el control, atravesó la acera y cayó al mar llevándose por delante las barandillas de protección del paseo.
Su coche quedó boca abajo, sumergido en el agua en una zona de rocas. Y a él no le pasó nada. Si acaso una leve hipotermia al mojarse, «decía que tenía frío», según fuentes policiales. Tras su arriesgada aventura, Borja G. H., de 35 años de edad, fue detenido.
Todo ocurrió sobre las tres y media de la pasada madrugada. Alguien alertó al 061 al ver que un conductor se precipitaba al mar por la ensenada del Camello. Enseguida, la ambulancia, los bomberos municipales y varias patrullas de la Policía Local se desplazaron a la playa, donde estaba el coche volcado, con el techo tocando el fondo marino, en una peligrosa zona llena de rocas.
Cuando los agentes llegaron, el chico ya estaba siendo atendido por los sanitarios, a los que dijo que sentía frío. Allí mismo, la Policía Local lo sometió a un test de alcoholemia, que arrojó un resultado de 0,86 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, más del triple de la tasa máxima permitida (que es de 0,25).
Al hospital, ida y vuelta
Sólo se le pudo hacer una prueba, porque estaba herido y la Policía sólo llevaba el alcoholímetro portátil, aunque, según las mismas fuentes, sus síntomas eran evidentes. Pero después, y dado que iba a ser atendido en el hospital de las lesiones que pudiera tener por el siniestro, allí también le hicieron otra mediante extracción sanguínea. Fue trasladado en ambulancia a Valdecilla y, de allí, ya estabilizado, volvió al cuartel de la Policía Local de Santander, donde le leyeron sus derechos, acabó detenido y se instruyeron las correspondientes diligencias judiciales.
Antes de todo, los bomberos de Santander se metieron en el agua para comprobar que no hubiera más personas dentro del coche. Y no había nadie con él. Ni en el agua ni fuera.
Al final, los bomberos municipales se encargaron de rescatar el vehículo del mar y, después, la grúa particular de su compañía aseguradora se ocupó de retirarlo de la ensenada del Camello.
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