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Manuel Pérez Saiz, junto a la pizarra donde destripó el funcionamiento de su método de los relojes. :: SANE
El método de los relojes, o cómo aprender idiomas en un mes
SANTANDER

El método de los relojes, o cómo aprender idiomas en un mes

Un profesor de la UC asegura que su metodología docente garantiza el salto de un nivel A2 a un B2 en tan solo treinta días

JOSÉ CARLOS ROJO

Viernes, 29 de junio 2012, 16:54

Para el caso, lo más conveniente sería desaprender lo estudiado en el colegio para abordar la enseñanza del idioma desde un punto de vista diametralmente opuesto. «Lo que hacen las gramáticas convencionales es partir del fondo para explicar la forma. Yo inicio el camino en la forma para luego alcanzar el fondo». El galimatías del profesor de Lengua de la Universidad de Cantabria Manuel Pérez Saiz ha dado la vuelta al mundo en forma de libro: 'El método de los relojes. Gramática descriptiva del español'.

«Aunque es difícil de creer, más del 80% del castellano se basa en la relación que existe entre dos verbos», detalla el doctor en Filología Hispánica, que ayer participó en uno de los seminarios de los Cursos de Verano, en Santander.

«Con los ejemplos puede entenderse perfectamente. En la frase 'voy a clase cuando puedo', nos encontramos con dos verbos, voy y puedo. En todo caso, su tiempo, su significado y el sentido de toda esa enunciación, vienen definidos por el adverbio 'cuando' y el modo en que hace funcionar a esas dos acciones», explica el ponente. «Otro ejemplo. En 'trabajo para ganar dinero', es de nuevo 'para' la palabra clave que dota de sentido al conjunto. Y así, indagando e indagando, llegué a la conclusión de que siempre existen doce posibles relaciones entre dos únicos verbos en una misma frase».

Una idea internacional

Doce posibilidades y doce significados. El problema era internacionalizar la idea, dado que el máximo objetivo del método es la enseñanza de español para extranjeros. «Y entonces apareció la metáfora del reloj», detalla antes de advertir la fiabilidad del sistema ideado por él mismo. Lo difícil es creer que la inmensa complejidad del castellano pueda esquematizarse de forma semejante. «Pero no hay trampa, si se estudia en profundidad, siempre hay doce relaciones posibles. Pero, ¡cuidado! Esas opciones dotan al lenguaje de mucha riqueza. Para hacer una comparativa, por ejemplo, en inglés solo se alcanzan cuatro combinaciones posibles», comenta Pérez Saiz, seguro de los resultados.

«En los cursos de español para extranjeros de verano hemos llegado a la conclusión de que con ocho horas diarias de la semana de clase, siempre con la condición de que los alumnos vivan y hablen español en Santander durante su estancia, se puede pasar de un nivel A2 a un generoso B2, en tan solo un mes».

El problema, incluidas perspicacias sobre la fiabilidad del método, vuelve a ser siempre la burocracia. «Digamos que cada maestrillo tiene su librillo, y pese a que he recorrido el mundo explicando el sistema, y he detallado su funcionamiento en varias sedes del Instituto Cervantes, es complicado cambiar las metodologías de los grandes centros educativos», lamenta.

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