Una familia que crece sin cesar desde hace 35 años

La grulla japonesa da la bienvenida a los visitantes con sus escandalosos y agudos chillidos. Es un día soleado y en el Zoo de Santillana las aves parecen estar de fiesta. Quizá ellas también estén celebrando el aniversario. Porque José Ignacio Pardo de Santayana y Maribel Angulo cumplen 35 años al frente de este lugar. Este matrimonio inició su aventura en Santillana en 1977 y, hoy, ambos siguen viviendo por y para los animales. Están dando unos caramelos a los orangutanes. Una celebración sencilla para un día especial.

Comenzaron su andadura con apenas 30 especies animales y 4.000 metros cuadrados de instalaciones. Gracias al trabajo diario, actualmente presumen de un recinto de 70.000 metros que alberga 450 especies distintas procedentes de los cinco continentes. Desde el principio, el objetivo de Pardo de Santayana era crear «un zoo diferente a los convencionales». Y lo ha conseguido. Hoy poseen ejemplares únicos en España, como la familia de orangutanes de Sumatra, la pareja de leopardos de las nieves o la enorme colección de mariposas. Han viajado por el mundo conociendo nuevas especies y trayendo a las que más les interesaban. Así, por su recinto, han pasado los más variados mamíferos, aves, reptiles o insectos. Enriqueciendo su atractivo turístico y, de paso, el de la región.

«Para mí la joya de la corona es el jardín tropical», cuenta el dueño del zoo, que desde pequeño se ha considerado entomólogo (experto en insectos). En esta pequeña jungla conviven cantidad de plantas, mariposas y orugas. Los visitantes se sorprenden cuando empieza a llover en el jardín mientras fuera brilla el sol. «Simulamos lluvias tropicales todos los días para regar la vegetación». En este mágico entorno han nacido a lo largo de estos 35 años 100 generaciones distintas de mariposas. «Cinco al año». Ni más ni menos.

Son los pequeños primates, en cambio, lo que más apasiona a Maribel Angulo. «Inevitablemente coges más cariño a los animales que tú mismo has criado, a los que has visto nacer». Es el caso, entre otros, de 'Platita'. Una tití labiada a la que su madre no pudo atender al nacer «por estar pendiente de sus otros hermanos». Cuenta que se la encontró en el suelo, quieta y fría. «Más muerta que viva». Entonces la llevaron a la incubadora y la 'apadrinaron'. «Estuvo en nuestra casa y le dimos el biberón. Es normal que haya un vínculo». Historias parecidas han vivido con otros muchos animales. Por su salón han paseado, entre otros, cachorros de león y pantera.

Esta pareja de amantes de los animales reconoce que no es fácil construir un zoo de estas dimensiones. «Se necesita mucha dedicación». Y en tiempos de crisis, como en cualquier negocio, hay que adaptarse para salir adelante. Mirando hacia atrás dicen sentirse «muy satisfechos» de su obra. De su obra y de su gran y peculiar familia.