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Las piedras que utilizaron los agresores seguián ayer en la zona de acampada. Foto: Javier Cotera.
«¡Qué salgan los niños, que les vamos a matar también!»
CANTABRIA

«¡Qué salgan los niños, que les vamos a matar también!»

Una monitora del campamento scout que fue apedreado el sábado en Soba relata que pasaron mucho miedo: «Oí golpes y pensé que eran disparos»

A. VERANO

Lunes, 13 de agosto 2012, 14:09

«Oí golpes y pensé que eran disparos. Les pedimos que pararan porque había muchos niños pequeños en el campamento, pero no hicieron caso. Su contestación fue: ¡Qué salgan, que les vamos a matar también a ellos». Así relataba ayer la monitora Nagore Trinidad el incidente que sufrió un grupo de 35 niños de Portugalete, de entre 8 y 17 años, que disfrutaba de un campamento de verano en La Gándara, en el idílico paraje del valle de Soba.

Los asaltantes, presuntamente un grupo de jóvenes de la zona, irrumpieron de madrugada en el robledal en el que se encontraba el campamento y lanzaron piedras de «hasta dos kilos» que ocasionaron daños en una tienda que hacía de almacén de alimentos y en un vehículo alquilado por los monitores para las compras y demás labores de intendencia.

Muy asustados por lo sucedido, dieron aviso, inmediatamente, al 112 ante la constante lluvia de piedras, «que no cesaba». «Los agresores parecían no cansarse nunca», comentaba la monitora. «Fueron 25 minutos que se nos hicieron interminables. Cuando llegó la Guardia Civil, los agresores ya se habían ido, pero vieron las piedras».

Ante la posibilidad de que los agresores volvieran pidieron a los agentes que permanecieran en el lugar. Fue entonces cuando decidieron trasladar a los niños hasta una posada. Nagore y otro monitor cogieron el coche apedreado, con las lunas rutas a causa de las impactos, y fueron a pedir cobijo en la posada cercana El Mirador. Allí, los dueños, María Ángeles Galdós y Rafael Gómez, acogieron a los niños, pese a que no tenían tanto espacio para alojarlos.

«Tuvieron que dormir amontonados en el comedor, pero era la única forma de alojarlos. Qué pena me dieron los niños cuando los vi venir», relataba Rafael.

Un hijo de los dueños de la posada acompañó a los monitores hasta el campamento para movilizar a los 35 niños que estaban despiertos ante tanto alboroto. La patrulla de la Guardia Civil también colaboró en el traslado de los jóvenes. Para no asustarles, les contaron que tenían que dormir en un albergue porque había amenaza de tormenta y no podían quedarse en el robledal. Así que iniciaron una marcha de un kilómetro hasta el hostal, acompañados por la Guardia Civil. «Cuando les vi allí, en el suelo, con las mantas y los cartones se me pusieron los pelos de punta por esta lamentable situación», apuntaba ayer María Ángeles.

Denuncia

Los padres de los niños afectados, avisados por la mañana del ataque y de la decisión tomada por los monitores de suspender el campamento, avanzaron que van a interponer una denuncia «contra todos aquellos que, por acción y/u omisión, han permitido que estos hechos ocurran». De hecho reconocieron que están tan cabreados «que no vamos a parar hasta que los responsables paguen por lo que han hecho». Además, si no se toman medidas rápidas y eficaces contra estas «bestias pardas», tienen intención de hacer todo tipo de propaganda para avisar a los grupos de tiempo libre, scouts, acampadas y todas las personas que organizan voluntariamente actividades al aire libre con niños, «para advertir del peligro que corren si eligen venir a este lugar».

Antecedente

Rafael Gómez, propietario de la posada, recordaba ayer que el año pasado un grupo de jóvenes también irrumpió en un campamento que se celebraba en el colegio de Soba, por lo que no descartaba que los autores fueron los mismos. El director de ese campamento, Adolfo Pérez, recordaba, en declaraciones a este periódico, que un grupo de unos diez jóvenes, entre los que se encontraba un hijo del alcalde de Soba, Julián Fuentecilla, según le comentaron los vecinos del lugar, «nos estuvo molestando con ruidos durante aquella colonia».

Por esta razón, Adolfo ha decidido este año trasladar su campamento a la localidad de Entrambasaguas. «Sospecho que los que han apedreado este campamento son los mismos», apuntó.

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