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NIEVES BOLADO
Domingo, 2 de septiembre 2012, 19:34
Ocho menos diez de la mañana. Estación de Feve en Santander. Apenas hay movimiento, o al menos, el que podría esperarse a una hora punta para los trabajadores. Un ferroviario expende a través de la ventanilla un billete desde Santander a Gibaja (Ramales de la Victoria), ida y vuelta. Cuesta 7,5 euros. Como curándose en salud, el taquillero advierte del tiempo del trayecto: una hora y media, para recorrer 58 kilómetros de distancia, y de que sólo tendremos dos opciones para regresar: las tres y media y las ocho y media de la tarde. Es la primera frecuencia de la línea de Feve Santander-Bilbao que a partir del 1 de octubre desaparecerá, casi seguro.
El convoy, formado por sólo dos vagones con 90 asientos, está alineado en el andén número 7. Faltan cinco minutos para su salida y parece un tren fantasma. Ni un alma. Absolutamente nadie, ni el interventor. Sólo el conductor encerrado en su cabina. Cuando raya las ocho de la mañana y el jefe de estación está a punto de bajar la bandera, llegan dos hombres con sendos periódicos debajo del brazo.
Son, de momento, los únicos viajeros. Han comprado un billete de ida y vuelta con destino Bilbao, por el que han pagado 15,30 euros. El tren arranca con sólo dos ocupantes. Se trata de dos turistas catalanes que quieren conocer la capital vizcaína. Rafael Guimerán desconoce que la distancia a recorrer en el trayecto por tren es de 119 kilómetros pero sí que le han informado de que tardará en hacerlo dos horas y cuarenta y seis minutos. Sabe que en coche o en autobús, la distancia es de 104 kilómetros, y que el viaje duraría una hora y hora y media, respectivamente. «Así todo, nos parece más bucólico viajar en tren. No tenemos prisa», explica.
Si hubieran optado por desplazarse en autobús hubieran salido de Santander también a las ocho de la mañana pero habrían llegado a Bilbao a las nueve y media, y por el billete de ida y vuelta habrían pagado 11,84 euros.
Ocho viajeros en 20 estaciones
En el tramo entre Santander y Gibaja, se han subido al tren ocho personas, algunas de ellas para hacer trayectos de dos o tres estaciones. A la mitad del viaje llegan a diez los usuarios, a pesar de que el tren ha atravesado 20 estaciones de las 33 de las que consta el recorrido. Para en todas y cada una de ellas, incluidos apeaderos, sin que en muchas suba y baje ni un solo viajero. A todas luces, esta línea, al menos a esta primera hora de la mañana, está mínimamente utilizada.
De hecho, el Ministerio de Fomento, en el estudio realizado para tomar medidas en materia de infraestructura y servicios ferroviarios, asegura que las pérdidas que arroja anualmente Feve «son consecuencia de una ineficiente gestión de activos». El informe, publicado el 20 de julio pasado, y que ha servido de base para la propuesta de eliminar algunas frecuencias entre Santander-Bilbao y Santander-Oviedo, indica que lo que paga de media cada viajero por trayecto en esta compañía «es de menos de 3 euros, cuando el coste real es de 40 euros».
Se estima -según el mismo informe- que las «pérdidas que produce Feve cada año ascienden a 147 millones, y tiene acumulados 530 millones de deuda». Según los datos oficiales aportados al Ayuntamiento de Santander y al Gobierno de Cantabria, la media de viajero por día, hacia Bilbao y viceversa, es de 15 personas, unas 90 en las tres frecuencias diarias. No hay más que viajar en ese tren para comprobar que los datos reales no se alejan mucho de los oficiales.
Un interregional de cercanías
Sí se produce algo más de trasiego en las localidades más cercanas a Santander, debido a que el tren interregional está siendo usado como de cercanías. Es el caso de Carlos Castañón, un santanderino de 32 años que trabaja en Maliaño: «A mí no me haría mucho perjuicio una modificación porque me muevo en trenes de cercanías, lo único que pierdo es una frecuencia más».
Todo lo contrario que para Clara de Osma, una jerezana que vive en Santander y que trabaja de monitora de equitación en Villaverde de Pontones: «Si quitan esta frecuencia pondría en entredicho mi trabajo. Como alternativa tengo el autobús pero desde la parada hasta Villaverde tendría que ir andando tres kilómetros y medio, o coger un taxi, algo que no puedo permitirme». Actualmente de Santander a Bilbao hay, por Feve, tres frecuencias diarias: Santander-Bilbao, 8.00 horas, 14.00 horas y 19.00 horas. Y de Bilbao a Santander: 8.00 horas, 13.02 horas y 19.30 horas. Eso sí, es superpuntual.
En principio, los más perjudicados por la eliminación del primer horario, aunque en poca cantidad, son personas ligadas al mundo laboral que suben o bajan del tren con más frecuencia en el tramo Santander-Gama. Eduardo Granda es uno de ellos. Este santanderino, de lunes a viernes, hace el trayecto hasta Heras, donde trabaja. A pesar de que reconoce que este tren no lo usa mucha gente, «si quitan este horario es una gran faena porque tendría que ir en autobús y me obligaría a andar un kilómetro hasta llegar a mi puesto de trabajo».
Y no sólo la medida, que de llevarse a efecto se haría con casi toda probabilidad con fecha 1 de octubre, preocupa a los usuarios más madrugadores (la inmensa mayoría de esta minoría son trabajadores), sino también a los municipios por donde pasa el tren que verían cómo se pierde un medio de movilidad pública.
«Un servicio necesario»
Pero también están quienes aman viajar en tren. Es el caso del matrimonio formado por José Antonio Fernández y Mari Carmen Mata. Están jubilados y tienen una casa en Colindres. Cogen el tren en Treto para dirigirse a pasar el día en Bilbao. Mari Carmen explica que «nos encanta movernos en tren. Si lo quitan sería una faena porque tanto si vas a Bilbao como a Santander no se puede aparcar en ningún sitio. Además, te deja en el centro de la ciudad. El de la mañana te permite pasar el día en Bilbao. Creo que es un servicio necesario».
Por ello han pedido al Gobierno y a Feve, que les admitan en las negociaciones que está previsto que se inicien la semana que viene. Hasta el límite con Vizcaya, este tren para en las estaciones cántabras de Nueva Montaña, Maliaño, El Astillero, Heras, Orejo, Hoz de Anero, Beranga, Gama, Treto, Marrón y Gibaja. También se detiene en los apeaderos de Valdecilla, Valle Real, La Cantábrica, San Salvador, Agüero, Villaverde de Pontones, Cicero, Limpias, Udalla y Villaverde de Trucíos.
Desde Santander hasta Gibaja, y desde Bilbao a este misma población, este trayecto es una posibilidad más pero usándose como tren de cercanías. Los propios trabajadores de la compañía, aunque anónimamente, reconocen la situación: «Así es todos los días. El tren va medio vacío. Comprendo que la empresa tome alguna medida. Los fines de semana aún es peor porque falta el movimiento de los trabajadores que son más de la mitad de los viajeros».
Son las nueve y media de la mañana y el tren llega a Gibaja. Cambia el maquinista y se pone al frente del que, procedente de Bilbao, se dirige a Santander. El tren, desoladamente casi vacío, regresa a la estación de la capital cántabra a las 11.00 horas. Hemos empleado algo más de tres horas para recorrer un centenar de kilómetros, y ateniéndose a lo que dice Feve, a un precio real de lujo.
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