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Antonio Fernández se recupera de la operación. / Foto: J. Cotera
«Podré conducir, usar cubiertos... me ha devuelto la vida»
CANTABRIA

«Podré conducir, usar cubiertos... me ha devuelto la vida»

Antonio Fernández, el paciente amputado al que el doctor Piñal le ha creado una mano con tres dedos de sus pies, se recupera de la operación

NIEVES BOLADO

Sábado, 3 de noviembre 2012, 02:07

La vida de Antonio Fernández Lastra cambió el 10 de octubre. A las cinco menos cuarto de la tarde -«no se me olvidará nunca ese momento»-, una prensa de 80 toneladas cayó sobre su mano izquierda, que quedó amputada. «No sabía qué iba a ser de mi vida», recuerda. Pero ayer, desde su habitación de la Clínica Mompía, el sol que entraba por la ventana pintaba un nuevo futuro: «Volveré a hacer la vida normal y quiero volver a trabajar». Son las nueve y media de la mañana. El cirujano Francisco Piñal observa la mano y le confirma la buena noticia que ya le había adelantado: «Va todo muy bien y la sangre fluye por los dedos». Antonio es el paciente amputado al que el doctor Piñal le ha creado una nueva mano con tres dedos de sus pies.

Antonio, de 44 años de edad, casado y con un hijo de 13 años, trabaja en la empresa 'Herrero Transformaciones', de Santander, una firma dedicada a matricería y mecanizado. «El día del accidente se cambió el ciclo de orden de la prensa y al coger una pieza me aprisionó la mano». 80.000 kilos habían caído sobre ella. «El dolor fue horrible», pero el hombre no llegó a perder el conocimiento: «Quedó debajo de la presa, hecha papilla, y mi brazo, sin mano. Fue un destrozo horrible».

Fue evacuado al Hospital Valdecilla. «Nada más llegar me operaron para enterrarme en el bajo vientre el muñón que me había quedado, con la idea de que me pudieran poner una mano ortopédica; eso era todo lo que podían hacer». Pero cuando llevaba ingresado siete días apareció en su vida el doctor Piñal. «Tengo que agradecer mucho a muchas personas, pero quiero que se sepa que este milagro ha sido posible porque la mutua de mi empresa, Ibermutuamor, fue la que no se conformó con la solución médica que me daban y quien se puso en contacto con el doctor Piñal y Mompía para ver qué posibilidades había. No tengo más que palabras de agradecimiento».

Cuando Francisco Piñal le explicó cómo podía operarle, para poder crear en aquel muñón una 'mano', y que era la primera vez que se iba a hacer esta intervención, dice que tuvo dudas. «No a que el doctor no me dejara bien pero estoy infartado y necesito andar una hora diaria. Tenía miedo de que si me quitaban dedos de los pies ya no podría hacerlo. También tenía miedo porque sabía que iba a tener que bajar dos veces más al quirófano y que iban a ser muchas horas anestesiado. Temía por mi corazón, pero al final todo ha ido afortunadamente bien».

Fue operado el día 10 en Valdecilla y el 19 y 30 en Mompía.

Antonio no olvida lo vivido en los días después del accidente: «Lo veía todo negro. Cuando el doctor Piñal me explicó cómo iba a ser la operación, me sentí aturdido, te asaltan todos los temores pero poco a poco me fui animando, me dejé llevar por el doctor porque sabía que quedaba en buenas manos».

En total fueron 22 horas de intervención. «De la primera operación, en la que estuve anestesiado 13 horas, en la que me implantaron el primer dedo, me costó recuperarme. Pasé dos días mal. Parecía que me había arrollado un camión».

Antonio, con su brazo izquierdo y ambos pies inmovilizados, mira con curiosidad cómo uno de los de dedos de sus pies -el que asoma- se ha convertido en un apéndice de su nueva mano: «No los noto todavía pero siento cómo fluye la sangre», explica. Para él ya ha pasado lo peor. «Han sido unos días horribles; primero la imagen del accidente, que no la borras de la cabeza, luego verte sin mano, las dudas de si saldrás de la operación, si el corazón lo resistiría, y sobre todo, si podría volver a caminar con normalidad».

Cuando sea dado de alta -«espero que sea pronto»-, quiere volver a su vida normal. «Podré conducir sin problema, coger objetos, manejar los cubiertos... Por eso es mejor esta solución que la de la mano ortopédica. Tras este golpe tan fuerte veo la vida de otra manera, con más optimismo, y quiero volver a trabajar, aunque no sé si estaré cualificado para ocupar el mismo puesto de trabajo».

Explica que su hijo de 13 años ya está comenzando «a mentalizarse sobre lo que me ha ocurrido; al principio le costó mucho, pero ahora es él el que me da ánimos». Dice que ha querido dar a conocer públicamente su caso «para que otras persona que puedan pasar por una situación similar no pierdan la esperanza. Que sepan que en Cantabria hay médicos tan buenos o mejores que en todo el mundo. Y quiero sobre todo agradecer todo lo que han hecho por mi al doctor Piñal y todo su equipo, a las enfermeras de Mompía y a la mutua Ibermutuamur porque todos me han devuelto de alguna manera la vida».

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