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MARIANA CORES
Sábado, 19 de enero 2013, 09:42
Médicos y pacientes han denunciado la situación en la que se encuentran las plantas séptima y octava del centro de salud de la calle Vargas, en Santander. Las filtraciones de agua, goteras, desconchones en las paredes, falta de agua caliente y hasta ascensores clausurados se han convertido en inseparables compañeros de usuarios y profesionales en las últimas plantas del edificio. La lluvia de estos días no ha hecho otra cosa que complicar aún más la situación provocando las quejas y denuncias generalizadas.
La Consejería de Sanidad recordó ayer a este periódico que en los presupuestos de 2013 existe ya habilitada una partida para proceder a la reparación del edificio, que se acometerá una vez finalice el «estudio de situación» que se está realizando para determinar con exactitud los desperfectos.
Pese a ello, el personal del centro y los pacientes no entienden cómo se ha permitido que el edificio se deteriore de esta manera. Según el testimonio de algunos de ellos, los ascensores «se paran todos los días dos o tres veces y no tenemos agua caliente en todo el edificio desde hace cinco años. Algunas consultas la obtienen a través de unos calentadores». A media tarde de ayer, los ascensores del centro de salud tuvieron que ser clausurados por culpa de las filtraciones de agua y sólo se pudo acceder a las consultas a través de las escaleras.
Hasta el año 2008, las cinco últimas plantas estaban reservadas para el Centro de Especialidades, ubicado actualmente en Valdecilla Sur. El séptimo piso nunca se volvió a ocupar (hoy se asemeja más a un trastero) y en el octavo sólo queda una consulta de Odontología.
Según explicó uno de los médicos de la octava planta, el problema viene «de la azotea. El agua de lluvia se va acumulando y se filtra al piso de abajo, que es el nuestro. La pared del pasillo se empezó a abombar hace ya tiempo. El jueves cedió parte del gresite que la cubre y el resto, hoy (por ayer). Aún se pueden ver los escombros. Se han limitado a acumularlos contra la pared y a poner un cubo a modo de aviso. Es un horror».
El enfado de los trabajadores es patente. Uno de ellos afirmó que «hace tiempo que nos quejamos de las condiciones en las que tenemos que trabajar, pero no dicen ni hacen nada, hasta que ocurra como con el edificio antiguo de Valdecilla y se caiga con nosotros dentro». Por la planta «han pasado unos seis arquitectos, pero a la gerencia no le ha debido de gustar ninguna de las propuestas. Hubo uno que nos dijo que, bajo su opinión, más valía tirar el edificio, ya que la estructura estaba dañada e iba a costar más arreglarlo que levantarlo nuevo», comentó una de las facultativas.
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