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TEODORO SAN JOSÉ
Viernes, 1 de marzo 2013, 09:53
«No pude parar. El alud se rompió justo debajo de mí y se estaba marchando ladera abajo. No me dio tiempo ni a tener miedo, solo a decirme 'tienes que frenar, tienes que frenar'». Javier Roldán pasó los diez segundos más angustiosos y peligrosos de su vida alrededor de las seis de la tarde del miércoles, a pocos metros de la cima del Pico Cordel (Hermandad de Campoo de Suso). Bajo sus tablas de travesía de montaña se acababa de producir una gigantesca avalancha, de unos 500 metros de ancho, que se deslizaba ladera abajo mil metros. Al detenerse el alud se levantó una nube de polvo de nieve de unos cien metros de altura, según algunos testigos. Javier cayó desde una altura de dos metros y medio y rodó con la cola del alud varias decenas de metros hasta que logró -«no sé como», reconoce- clavar los talones, frenar y quedarse descolgado de la masa de nieve. Detrás de él habían pasado bloques de nieve del tamaño de contenedores y de neveras, pero salió indemne. Sin rasguños ni heridas.
La información completa, en la edición impresa de EL DIARIO MONTAÑÉS y en Kiosko y Más
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