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Ramón Lobo, durante la charla que impartió en Santander, en la librería La Vorágine. / Daniel Pedriza
«El periodismo debe bajarse de los coches oficiales si quiere sobrevivir»
Ramón Lobo Periodista y escritor

«El periodismo debe bajarse de los coches oficiales si quiere sobrevivir»

Ramón Lobo ha acercado siempre la realidad, las historias ocultas tras el destello de los escenarios mediáticos. Entre sus proyectos tiene como prioridad una novela, para lo que necesita poner tierra de por medio

GUILLERMO BALBONA

Jueves, 9 de mayo 2013, 18:06

Su nombre se sumó, tras un ERE en el diario El País, a la larga lista de despidos que salpica a la profesión. Lo suyo no es ajuste de cuentas ni lamento. Su nuevo espacio de libertad lo dedica a colaboraciones, a transmitir su radiografía del oficio y a reivindicar la «autocrítica y la calidad» por parte del profesional. Ramón Lobo (Venezuela, 1955) es uno de los periodistas de referencia tras tres décadas como testigo directo de conflictos internacionales en Kenia, Ruanda, los Balcanes, Afganistán e Israel. El también escritor ha acercado siempre la realidad, las historias ocultas tras el destello de los escenarios mediáticos. Entre sus proyectos tiene como prioridad una novela, para lo que necesita poner tierra de por medio entre la espiral de talleres y charlas que reclaman su voz y experiencia. En Santander recaló el martes en La Vorágine, el nuevo espacio para la reflexión critica y el libro surgido en Cisneros. Allí se encontró con colegas, reflexionó sobre el oficio de contar y el presente y futuro de la profesión periodística. Ayer recibía en Madrid el Premio del Club Internacional de Prensa por su trayectoria. En una de sus ventanas ahora habituales, Jot Down (además de la Ser, El Periódico o Infolibre), ha retratado a Guatemala, con el apoyo de Intermón Oxfam. Sobre la guerra de todos los días, Siria, considera que es «un pequeño tablero en el que se está jugando otra guerra en la que asoman Israel e Irak. Y, detrás, los palestinos han quedado fuera del mapa, a la altura de los saharauis». A su juicio, es «una gente abandonada, utilizada, y aunque se hayan equivocado, reflejan una tragedia tremenda». En la boca del lobo es el blog militante de la palabra y la comunicación del periodista que ha publicado obras como Isla África, Cuadernos de Kabul y El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol.

¿Qué mensaje transmite en sus talleres y charlas?

Transmito esperanza. Si tuviera 20 años volvería a ser periodista. Es una profesión estupenda que siempre ha estado en crisis. Nunca ha sido fácil. El problema es que vas a las universidades y ves a gente sin ninguna curiosidad, que ni siquiera lee los periódicos. Esta no es una profesión que se pueda burocratizar. Si lo hacemos estará muerta. Es una profesión de gente viva y eso siempre lo expreso en mis charlas.

¿De la boca del lobo qué sale y qué se oye?

Muchas veces te salen vómitos, rabia contra la situación política en general y contra la mansedumbre. También mis fantasmas, mis manías, y trato de tener un espacio de libertad donde escriba lo que me da la gana. A veces es más tierno, pongo música, es más literario. En definitiva busco un espacio muy personal. Y básicamente escuchar, escucho música. Soy muy clásico. No he tenido una educación musical así que me muevo entre los años 60, 70 y 80 con algunas incursiones en el rap, pero también el rock y la música clásica y la ópera en particular.

¿Y mucho más ruido que nueces?

Sí mucho ruido, sobre todo en Internet. Por eso los periodistas seguimos siendo necesarios si sabemos separar e interpretar el ruido de la información.

Ha dejado la primera línea de combate. ¿La cercanía le pemite discernir con más facilidad los buenos de los malos?

No. Aquí además me es muy fácil saber quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y en realidad fuera, en una guerra, también. Hay víctimas y verdugos en todos los sitios. Lo que sí me interesa ahora es ralentizar mucho mi marcha y poder entender mejor las cosas. Con la edad y la experiencia que tengo, quizás pueda entender mejor las cosas. Hacer reportajes y contar historias de manera más pausada y contando con el contexto.

¿Ha perdido cierto pulso y ha ganado en libertad?

Sí. He perdido un trabajo y he ganado libertad de decidir lo que quiero hacer en cada momento. He tenido la suerte de que varios medios quieran que colabore con ellos. Luego están las charlas, talleres, viajes con Ongs. Y voy estudiando opciones diversas. Voy a ganar la mitad de dinero que ganaba antes pero voy a tener el doble de libertad. No para escribir, que siempre la he tenido, pero sí para decidir lo que quiero.

Como dice Juan Cruz en su último libro, el periodismo y los periodistas ¿somos especies en extinción?

Tenemos el peligro de serlo. Depende de nosotros. Si seguimos haciendo las cosas igual de mal sin duda desaparecemos. Si el lector tiene la sensación de que puede formarse sin apoyarse en nosotros, desapareceremos. Yo estoy convencido de que seguimos siendo necesarios. Personas que tenemos la capacidad de contextualizar, sintetizar y desde luego si no hacemos esta función el corta y pega nos está matando.

Con tanta tecnología, debates endogámicos, plazos sobre la muerte del papel, la inmediatez en detrimento de otras, ¿quizás hemos olvidado la pura esencia?

Sí porque la esencia es periodismo, es contar lo que sucede y tratar de explicar a la gente cuál es la esencia de los sucesos, de los más cercanos a los más lejanos. Nuestro trabajo es calidad y esa calidad puede estar en internet, en una tableta, en papel. Creo que el papel tiene una larga vida pero la tendrá de otra forma. De hecho medios que han nacido en internet tienen una pata en papel. Y hay otros muchos ejemplos en América Latina donde sigue teniendo su peso significativo. Lo que no entiendo es el suicidio colectivo de regalar por la noche lo que vas a cobrar al día siguiente en el quiosco. Además estamos publicando mañana las noticias de ayer o anteayer. Internet es mucho más rompedor que las radios en su momento porque la red juega con la ilusión de una información constante. Sol Gallego-Díaz dice que de las cinco preguntas famosas que sustentan el oficio, la única que realmente importa y sigue existiendo es por qué. Ese es nuestro trabajo.

Cuáles son las claves del oficio de periodismo, siguen siendo las mismas al margen de debates y soportes? Al final todo se reduce a mirar y escribir una historia

Contar bien una historia. Contarlo con instrumentos literarios si se presta, pero sin faltarle nunca a la verdad. Ir a los sitios para informarte y tratar de encontrar historias que expliquen algo más grande.

Se ha incrementado el número de víctimas entre el periodismo, asesinados, secuestrados, amordazados...un mundo en crisis, ¿propicia que la libertad de prensa esté más amenazada que nunca?

También más periodistas despedidos, 10.000 desde 2008. Con la multiplicación de medios, webs y digitales hay muchas más voces. Siempre tocándole las pelotas al poder que es nuestro trabajo. Y claro hay poderes por ahí que encarcelan y matan periodistas.

¿Y la independencia?

La independencia es fundamental. Lo que sucede es que se ha reducido muchísimo porque los bancos mantienen el control directo o indirecto de los medios. pero se siguen encontrando piezas muy interesantes en casi todos los periódicos.

¿Falta autocrítica y sobra autocensura?

Sí claramente nos falta autocrítica y nos sobra autobombo. Pensamos que somos muy importantes pero sólo somos mediadores con la sociedad. Va uno a un sitio y lo cuenta a los demás. Pero eso no nos hace importantes. Importante es el médico, el pescador...lo nuestro es un trabajo que no queda. Mañana ya no existe. Vuelves al periódico y ya nada anterior vale. Es muy bonito pero no es un trabajo que tenga tanta importancia como nos damos.

¿Y qué camino propone?

Buscar las fórmulas para que los periodistas retomemos el control del periodismo. Internet nos va a permitir fracasar muy barato. Los periodistas tenemos que dejar de llorar, de lamentarnos. Los estudiantes tienen que dejar de esperar a que alguien les contrate con un contrato basura y deben hacer algo nosotros. Talleres, encuentros y los propios medios.

¿Lo han querido callar muchas veces?

Suelo decir lo que pienso. No he tenido problema de libertad de expresión. Ni en lo que he escritoni en lo que he dicho. Siempre he dicho la mitad de la mitad de lo que pienso pero siempre he dicho el doble del doble de lo que es tolerable.

La ecuación Internet redes sociales y periodismo ¿qué está aportando? ¿Cabe hablar de revolución o de revolcón?

Son una revolución parecida a la invención de la imprenta. Internet no acabará con la cultura ni con los libros. Transformará ese mundo pero los riesgos graves estriban en que en Internet no se lee, se picotea; no se reflexiona, se corre. Aunque la muerte del periodismo se ha anunciado demasiadas veces. Si hacemos el periodismo con calidad y honestidad seguirá existiendo.

A estas alturas, ¿qué es más importante la ética personal o los mandamientos de la profesión?

La ética profesional está por encima de todo. De los seis mandamientos de Orwell el más interesante es el sexto que dice que si alguno de los anteriores te incomoda pasa de ellos. Uno tiene que ser consciente de que hace un trabajo a largo plazo, de que esto es un maratón y el objetivo final es que te respeten y poder mirarte al espejo.

¿A qué o quiénes atribuye el fracaso del periodismo?

El fracaso sólo es culpa de los periodistas. Hemos callado mucho, consentido mucho. Los medios han sido ocupados por gerentes, por periodistas con mente de contables. Nos hemos acomodado y pensado que la época dorada iba a ser para siempre. Hemos dejado de hacer nuestro trabajo y nos hemos subido a los coches oficiales. Nos hemos situado al lado del piloto y ese no es nuestro sitio. Vivimos en el fondo el mismo problema que los políticos. No hay nada más que ver las encuestas de lo que opina la ciudadania sobre el periodismo. Creo que debemos bajarnos inmediatamente de los coches oficiales. Es la única manera de sobrevivir.

La información internacional está bajo mínimos con la crisis. ¿Eso quiere decir que estamos más desinformados y más manipulados?

Sí, y más chatos. Somos una sociedad chata de por sí. A veces es muy importante saber de dónde viene la cosa. Por ejemplo en Bangladesh porque no sólo son los 800 muertos en la distancia sino que Bangladesh está en la ropa, en lo que uno compra, en el agua caliente que unos tienen y a otros les falta. Somos una sociedad que formamos parte del entramado de un saqueo generalizado. Una de las misiones del periodismo es contar las cosas y dar conciencia a la gente para que sepa, y luego depende de cada uno si quiere ser un ciudada activo o un consumidor

¿Unas guerras son más que otras?

Hay guerras más olvidadas que otras. Pero en general son todas muy parecidas. Siempre hay una injusticia detrás, un abuso, un interés y aunque hay guerras más incomprensible que otras, en casi todas es fácil entender lo que hay detrás: en Sierra Leona, diamantes; en Sudán, petróleo; y por qué unas guerras tienen más importancia que otras: pues muchas veces precisamente por ese tipo de razones que son intereses. Como Francia cuando va a Mali porque tiene uranio. Nadie va defendiendo derechos humanos, los gobiernos solo defienden intereses.

Hemos ganado en inmediatez, pero ¿qué hemos perdido?

Paciencia y reflexión. Me encantan las nuevas tecnologías pero el riesgo está en que perdamos la reflexión. Es maravilloso para el periodista que va lejos yla facilidad para transmitir y la inmediatez pero se ha perdido intimidad. Si uno va a Afganistán no es para repetir crónicas. Existe una especie de crónica global, documental, que está rodando en todo y hay que salirse de ahí. Estamos para violar todas las normas. tenemos que buscar historias fuera de este show, de esta pasarela continua que es plástico, propaganda.

¿Qué le aporta twitter?

Como todo, depende de cómo lo uses. Con él sigo los medios de comunicación y no todos... me sirve como una lectura de titulares pero nadie me va a contar la realidad en 140 caracteres. Lo único que puede hacer es alertarme. Pero al igual que cuando te enterabas antes de algo en un bar. Luego debes comprobar las fuentes y la veracidad de la noticia.

¿Qué vorágine envuelve al periodismo?

Publicamos mucha bazofia. Estamos empobreciendo nuestro producto. Se vive una frivolización absoluta. Hemos confundido lo aparente con lo trascendente. No tratamos de contar cosas que realmente importan y si las encontramos se aplican unos ángulos para tratarlas muy superficiales. Todo es como una gran noria (como el programa televisivo). Es periodismo basura de comer y tirar.

Ahora, con menos viajes y sin ese contacto exterior permanente, ¿qué España ve desde cerca?

Este es un país completamete desnortado, muy blando. Estaría bien si se gritaran en la calle lo que se grita en twitter o en los estadios, como el sí se se puede. Somos un país cobarde. y no sólo producto del franquismo sino de un siglo XIX lamentable con periodos de libertad muy escasos. En esto soy un provocador: En la guerra de la independencia los franceses eran los buenos. Nos equivocamos de bando.

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