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GUILLERMO BALBONA
Martes, 30 de julio 2013, 20:45
«La publicación del estudio del CSIC, siendo relevante en sus resultados, no supone en sí misma una novedad ya que no desvela un dato hasta ahora desconocido». Ante el descubrimiento de «una segunda entrada de aire» en Altamira, noticia adelantada ayer por EL DIARIO MONTAÑÉS, Roberto Ontañón, director de las Cuevas Prehistóricas de Cantabria y Jefe de la Sección de Arqueología, integrada en la Dirección General de Cultura del Gobierno de Cantabria, apuntó que aunque la información que proporciona la investigación «es válida y de aplicación al programa de conservación», lo importante es reaccionar con «prudencia».
Ontañón subrayó, no obstante, que no comparte que la vía con el exterior constituya «una amenaza para la conservación de la cueva y, mucho menos, un riesgo potencial para la salud humana».
El estudio, elaborado hace un año y publicado en las últimas horas por una revista científica -'Environmental Science and Pollution Research'- del que se hizo eco ayer este periódico, indica que existe una segunda conexión con el exterior en Altamira , «lo que favorece la entrada y transporte de microorganismos, a la vez que supone una amenaza» para la cavidad.
Desde Cultura se reclamó prudencia «en la terminología utilizada y máxime en casos como el de Altamira, que se convierte con facilidad en objeto de polémicas públicas no siempre bien fundamentadas ni intencionadas».
Por su parte, la coordinadora del Programa de Investigación para la conservación preventiva y régimen de acceso de la cueva, Marián del Egido, en parecidos términos, destacó que los datos del estudio del CSIC «ya se conocían». Del Egido recalcó que Altamira presenta en estos momentos su «estado de equilibrio habitual» y no ha registrado «cambios significativos en los últimos años». Asimismo, recordó que la cueva de Santillana es un sistema kárstico constituido por muchas oquedades donde se aprovechó para realizar sus maravillosas pinturas y, por tanto, «cuenta con diferentes sistemas de ventilación y muchas grietas».
«Ni grave ni relevante»
En este momento, y a la luz de los datos disponibles, «al actual equipo de investigación no nos parece que sea una cuestión grave ni relevante desde el punto de vista de la seguridad de la cueva». El programa para la conservación de Altamira cuenta con más de 40 colaboradores de alto nivel. Desde septiembre del pasado año se trabaja en cinco líneas de estudio y un avance del trabajo se reveló en el Patronato de Altamira hace un mes.
«Estamos trabajando sin prejuicios y teniendo muy en cuenta todos los estudios» que se han realizado, como los del CSIC, que lleva 20 años actuando sobre la conservación de la cueva. Del Egido, tras participar en una reunión de seguimiento de Altamira, insistió ayer en que todos los datos, obtenidos en el pasado y relevantes para el proyecto de conservación, «se están teniendo en cuenta y se considerarán en las conclusiones» que estarán listas en 2014.
Desde el Ministerio, el Comité Científico que trabaja en este 'Programa de Investigación', ya transmitió, a través de EL DIARIO, que «se tiene en cuenta todo el conocimiento generado por el CSIC desde 1993 y por científicos de otras entidades desde años anteriores».
El responsable de las Cuevas cántabras, Roberto Ontañón, matizó que el nuevo estudio «obliga a su consideración en el establecimiento del modelo de circulación del aire y de los microorganismos», pero reiteró que la existencia de esa segunda comunicación con el exterior en la cueva, «no sólo no era desconocida sino que es sabida hace tiempo». Se trata, precisó, de un conducto «no localizado físicamente, ni practicable probablemente, ubicado en la parte más profunda de la cavidad que pone esta en comunicación con otro sector del más amplio sistema kárstico del cual la cueva forma parte y, desde aquí, con la atmósfera exterior».
Los resultados de los estudios del CSIC «no constituyen en sí un descubrimiento: la observación de diversos indicios de microfauna en la zona interior de la cueva así lo han atestiguado hace ya varios años», destacó Ontañón. El gestor de Cultura hizo hincapié en su desacuerdo con los términos utilizados por algunos de los componentes del equipo responsable del trabajo (desvelado ayer) cuando se refieren a que esta vía de entrada de aire constituya «una amenaza para la conservación de la cueva y, mucho menos, cuando mencionan la existencia de riesgos potenciales para la salud humana». A su juicio, es «mucho más apropiado referirse a esta 'nueva' vía aérea en Altamira como un factor ambiental y, si se quiere, de riesgo biológico».
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