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ALBA CASTILLA
Viernes, 27 de septiembre 2013, 12:04
«Por muy poco no lo contamos. En ocasiones ha sido terrible y muy angustioso». Así recuerda Jesús Calleja su aventura en las entrañas de la tierra, un viaje que le dejó, junto a su equipo de 'Desafío Extremo', seis días atrapados a menos 1.600 metros en la sima Krúbera-Voronya (Cáucaso), la más profunda del mundo. Ahora, Cuatro nos muestra cómo fue la hazaña en 'Abjasia, atrapados bajo tierra', a las 22.30 horas.
No cometieron ninguna imprudencia. La expedición se frustró por una gota fría que descargó 50 litros por metro cuadrado, multiplicando por cuatro el caudal de agua filtrado al interior de la cueva. «Era la primera vez que no miraba hacia arriba», bromea el aventurero. Pero allí estaba el peligro.
A principios de mes se embarcaron en este proyecto para encontrar vida en tales profundidades. Sin embargo, las condiciones climatológicas obligaron a abortar la expedición. El objetivo se convirtió en salir de allí sanos y salvos. «No podíamos subir por las cascadas y los compañeros del exterior tampoco podían bajar para traernos más comida, combustible o ropa seca. Estábamos aislados con un frío tremendo. Incluso llegamos a pasar cuatro días enteros sin comer nada», desvela Calleja.
Y el ascenso fue «angustioso». «No sabíamos si estarían cortadas las cuerdas o si nos íbamos a ahogar», relata. Y en la superficie les esperaba su hermano Kike Calleja. «Por mi parte he sufrido mucho, porque veía que tenía abajo a mi hermano y al resto del equipo. Lo importante es que salieran», comenta Kike.
«Me pegué una comilona»
Jesús Calleja llegó a casa con 57 kilos y lo primero que hizo fue pegarse «una comilona que no veas», desvela el aventurero. «Nos abrazamos a la gente que queremos, porque necesitábamos el cariño de los nuestros. También andar, relajarnos y luego disfrutar de los placeres más carnales, como es comer». La aventura ha terminado en final feliz, pero le ha dejado una pequeña secuela. «Todos los días tengo algún sueño relacionado con la sima. Durante algún tiempo me pasará, pero solo son sueños recurrentes motivados por la angustia que pasamos allí abajo», comenta quitándole importancia.
A pesar del susto, Calleja ya piensa en su próximo reto e incluso no descarta la posibilidad de volver a intentarlo. «Seguiré viviendo al límite, aunque intentaré disfrutar más de los pequeños detalles y de las cosas ordinarias de la vida. Ahora me siento en las nubes y nunca mejor dicho», bromea con los pies en la tierra.
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