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ÁLVARO SAN MIGUEL
Domingo, 20 de octubre 2013, 10:04
El equipo de ingenieros de una empresa diseña una pieza y las grandes máquinas de la fábrica se calibran -o se construyen expresamente- para fabricar esa pieza en cadena. Este burdo resumen del costoso proceso industrial permite entender por qué las impresoras 3D (tres dimensiones) han abierto el camino a la tercera revolución industrial. Con ellas, cualquiera puede tener una cadena de montaje en casa... o en clase. El instituto Valentín Turienzo (Colindres) lleva unos años enseñando Robótica a los alumnos de Tecnología. Hasta ahora, las partes de los robots se hacían a mano: se compraba la materia prima y los alumnos medían, cortaban, taladraban... y, si había suerte, la pieza encajaba al segundo o al tercer intento. Hasta ahora.
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