
Secciones
Servicios
Destacamos
JOSÉ CARLOS ROJO
Martes, 28 de enero 2014, 11:35
Algunas de las aplicaciones pergeñadas para la nanotecnología son hoy solo ciencia ficción; pero es solo cuestión de tiempo que muchas de ellas sean una realidad en las fábricas y en los hospitales. «De hecho, la importancia de este estudio es que busca crear un estándar de nanopartículas magnéticas (óxidos de hierro) para que sean utilizados con múltiples fines», revela Luis Barquín, responsable del Grupo de Magnetismo de la UC (Departamento de Ciencias de la Tierra y Física de la Materia Condensada), que junto con otras 17 instituciones europeas se integran en el ingente grupo de trabajo del proyecto Nanomag.
Financiado por la Unión Europea con un presupuesto de 11,5 millones de euros, tiene el objetivo es alcanzar aplicaciones naotecnológicas eficaces para el campo de la Biomedicina. «Nuestra labor desde el campus cántabro es trabajar con las nanopartículas, los óxidos de hierro, entenderlas bien y buscar ese estándar que necesita el resto de grupos especializados del consorcio», detalla Barquín. «Cuando nosotros hayamos hecho nuestro trabajo, ellos serán los que utilicen estas partículas para desarrollar técnicas de mejora del contraste en las imágenes de resonancia magnética, para la actuación en tejidos y células, el tratamiento de cáncer por hipertermia o el transporte inteligente de fármacos».
Resonancias magnéticas
La materia, como el cuerpo humano, está compuesta por átomos. Los protones, dentro de estos átomos, contienen carga eléctrica. «Si introducimos en el cuerpo un líquido compuesto por nanopartículas que reaccione de forma eléctrica con los protones, mejoraremos las imágenes que capta la resonancia magnética», analiza Barquín, más al detalle. «Lo mismo ocurre con el transporte de fármacos. Si logran transportar el fármaco en las partículas que nosotros estudiamos, e introducirlas en el torrente sanguíneo, podrían localizar unos imanes en la zona deseada y atraer todo ese compuesto donde se quisiera», analiza el experto, que a modo de ejemplo toma una muestra de ese polvo de óxido de hierro y muestra el modo en que reacciona atraído por un imán diminuto.
El tratamiento del cáncer sería otro eslabón del estudio. Si estas nanopartículas alcanzan los tejidos enfermos, podrían calentarse por medio de cargas electromagnéticas y matar por hipertermia a las células cancerosas. «Y lo mejor es que los óxidos de hierro tienen una toxicidad muy baja o nula. Se van disolviendo y el cuerpo los expulsa sin problema», matiza Barquín.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.