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NACHO CAVIA
Sábado, 8 de marzo 2014, 10:48
El polémico túnel que pasa por la estación de Renfe de Los Corrales de Buelna cumple estos días una década de críticas. La obra, que no va a pasar a la historia precisamente como un ejemplo de lo que es un trabajo bien hecho, sigue sumando años y, al tiempo, cargando con quejas y protestas. Tantas que ningún político ha querido cortar la cinta de inauguración. Ni siquiera recepcionar una obra que terminó costando el doble de lo previsto, 6 millones de euros, y que tardó en construirse el doble de lo acordado, 36 meses.
Nadie quiere asumir las consecuencias. Por eso, cada vez que toca una reparación, como ahora, las administraciones se miran unas a otras sin saberse qué decir. El Ayuntamiento porque no asumió la cesión de la obra, el Gobierno regional porque tampoco reconoció el tramo de carretera de ese túnel, y el Gobierno central porque da largas a una obra de la que todos quisieran olvidarse sin que lo consigan.
La peligrosidad del túnel es motivo de debate en los plenos municipales. En todos. Siempre a causa de los accidentes de grandes vehículos contra las paredes del túnel, levantadas hacia el interior de la carretera, lo que las han convertido en un peligro añadido a la estrechez de ese paso subterráneo.
El portavoz del grupo Regionalista, Nacho Argumosa, ha pedido «una actuación inmediata contra las paredes levantadas enfiladas hacia la carretera como cuchillas, peligrosas para coches, motos y bicicletas, porque un golpe contra esas planchas puede suponer un grave accidente», dijo.
Pero el gobierno local le recuerda que la competencia es del Ministerio de Fomento, ya que el Ayuntamiento no ha firmado la cesión de una obra con la que nunca estuvo conforme, aunque se reconoce que constantemente se le recuerda el mal estado del túnel.
En diez años, ese tramo de carretera ha sido protagonista de al menos 15 accidentes por alcance de los vehículos que tienen que transitar por una vía especialmente estrecha, por roces con los laterales y atropellos de ciclistas y motoristas que caen arrollados por vehículos sin apenas margen de maniobra.
Muchos son los vecinos de Los Corrales que evitan pasar por ese punto. Y los que lo hacen, no por gusto, lo hacen tomando todas las precauciones. No las tienen todas consigo. Especialmente las cientos de personas que para desplazarse de sus casas al trabajo y viceversa tienen que utilizar ese túnel no una sino varias veces al día.
En Los Corrales de Buerna, todos saben que la regulación por semáforos no es la más correcta, que la señalización horizontal no es suficiente y que la rotonda virtual en la salida hacia las fábricas es más un problema que una solución.
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