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JAVIER FDEZ. RUBIO
Domingo, 23 de septiembre 2007, 19:05
Para llegar a la calle José María Cossío, en Cazoña, no hace falta plano callejero ni navegador GPS. Basta tener olfato y guiarse por el olor a quemado. En seguida se llegará a los cuatro bloques de las viviendas de protección construidas en su día por el Gobierno de Cantabria, cuyo garaje comunitario quedó calcinado en un dantesco incendio en la noche del viernes al sábado.
La noche fue larga para los vecinos de las cuatro torres. Los corros proliferaron en la mañana de ayer, coincidiendo los comentarios en resaltar la indignación por la falta de información y las órdenes contradictorias que se dieron por la noche. Más de uno se enteró de lo ocurrido al bajar ayer por la mañana al portal y encontrarse el garaje convertido en una gruta carbonizada. No se registraron daños personales, aunque una vecina, al parecer, hubo de ser atendida por una crisis nerviosa.
A las 2.50 horas, en la calle José María de Cossío, hizo acto de presencia la Policía Municipal para dar cobertura a los Bomberos municipales que extinguían un incendio en los garajes comunitarios. El incendio fue de gran magnitud y calcinó cinco turismos y dos motocicletas. Otros vehículos resultaron afectados por desprendimientos del techo de garaje.
Según el informe policial, las viviendas afectadas fueron desalojadas durante la extinción del incendio y los vecinos pasaron la noche en dos autobuses municipales trasladados al lugar para paliar el frío y la lluvia. La Policía dio por sofocado el incendio a las cinco de la madrugada, en que quedó «asegurada la zona, regresando los afectados a sus hogares». Los bomberos trabajaron en muy difíciles condiciones: a oscuras, con la ayuda de equipos de oxígeno y con una gran acumulación de humo y gases tóxicos.
Los vecinos estaban ayer indignados. Mientras en la vía pública había todavía vehículos cubiertos por el hollín y la ceniza que habían salido por los tragaluces, todos compartían la angustia y la falta de noticias con que pasaron las horas hasta las siete de la mañana. Los primeros en bajar a la calle, y que llamaron a los timbres de los demás portales, allí se quedaron, dado que la Policía impidió que retornaran a sus hogares, del mismo modo que impidió que nadie más bajara ni que se dieran avisos para no crear alarma. Hubo, así, quien pasó la noche en un autobús municipal, quien la pasó asomado a la ventana y quien no se enteró.
«Estoy indignado por la actuación policial -aseguraba un vecino-. Tengo dos hijos pequeños en casa y nadie me avisó.»
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