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MARIÑA ÁLVAREZ
Viernes, 27 de junio 2008, 04:53
«Propongo un Gobierno de salvación, un triunmullerato formado por Esperanza Aguirre, Rosa Díez y María San Gil». Así se metió en el bolsillo el escritor Fernando Sánchez Dragó a los varios cientos de mujeres -muchas asintieron con tímida algarabía- que asistieron a la presentación de su último libro 'Y si habla mal de España... es español', en una de las salas de Cinesa, donde el miércoles se clausuró el ciclo de actividades organizadas por el Corte Inglés 'Mujer al día'.
No defraudó a los que esperaban una intensa perorata de hecatombes («el mundo se ha terminado»), reflexiones metafísicas («quien no es capaz de apreciarse a sí mismo no será capaz de apreciar a los demás»), muchas confesiones personales («tengo la mayor biblioteca privada del mundo») y crítica feroz («leer de adulto a Ruiz Zafón es patético»)
Que sepan todos aquellos que tengan más de cuarenta años y sigan leyendo novelas, no sólo las de Ruiz Zafón, que padecen «infantilismo». El escritor, que no sufre tal enfermedad, dice que jamás las lee porque ya está todo contado y que sólo le importa la literatura de «conocerme a mí mismo». Asegura que todos los libros que ha escrito son autobiográficos y que sólo lee diarios, memorias y biografías «que indaguen en el 'yo' del autor, no las que incluyen personajes inventados».
«Soy español por sentido patriótico»
«Muy mal» se siente Sánchez Dragó en esta «España mala». Tan mal que la critica y la sigue analizando en cada libro. Dice que nació en una España que tenía «carácter y originalidad», pero que ya se han perdido. Sigue, sin embargo, amando a su país con sentido «patriótico», por dos razones fundamentales: La lengua y los toros, «no por el paisaje, ni los monumentos ni la gastronomía, devastada ahora por Ferrán Adriá y sus secuaces».
A su modo de ver las cosas, la lengua es «el único patrimonio que tiene el pueblo» y, fiel a sus ideas, firmó el 'Manifiesto por una lengua común' promovido por Fernando Savater y, como éste, piensa que el castellano no está amenazado, pero sí la enseñanza, «y renunciar a eso es renunciar al concepto de España».
En cuanto a los toros, considera que es el único fenómeno que diferencia «radicalmente» a Espara del resto de la humanidad. «Es un sacramento, un rito, un mito, lo único que queda vivo del mundo antiguo». En su libro dedica unas páginas a José Tomás, como el «basto retorno de un súperhombre que ha conseguido que todo el mundo vuelva a hablar de la Fiesta Nacional», para bien o para mal. Por tanto, para Sánchez Dragó, «la lengua y los toros es lo que nos torna diferentes».
Con una facilidad improvisadora pasmosa hiló los datos ofrecidos en la presentación por la periodista Teresa Díez con un sinfín de historias. Así, si la primera dijo que en el ciclo del Corte Inglés hubo cursos de salud, jardinería, autoestima y regalos, de todo ello habló él después.
Salud: «Uno de mis temas favoritos. Me tomo 50 pastillas al día de mi elixir de eterna juventud, mirad éstas -se sacó del bolsillo unas cuantas-». No le faltó razón, pues a sus 71 años luce un envidiable aspecto. En las butacas, algunas comentaban: «Será porque tiene hábitos orientales, a lo mejor hace yoga».
Sobre jardinería: «Me he retirado a cultivar mi huerto en un pueblo de ocho habitantes», y posee una casa en Madrid «puerta con puerta con Esperanza Aguirre», que a punto está de «sellar con silicona» porque no le caben más libros.
Su peculiar teoría de la autoestima se basa en el nosce te ipsum -conócete a tí mismo-. Cree que sólo los niños cuando nacen se conocen, «pero luego les vamos poniendo etiquetas». Cuando llegan a la adolescencia -continuó su reflexión-, algunos se recuperan y toman su camino para conocerse a sí mismos. La mayoría, sin embargo, «se queda en un infantilismo perpetuo». Un ejemplo de infantilismo: Las hordas de lectores de Ruiz Zafón que, según dijo, «es para adolescentes, leerlo de adulto es patético». Cree, por tanto, que la humanidad «sufre de infantilismo agudo: por culpa de la tele, espectáculos embrutecedores como el fútbol, el turismo, los parques temáticos...». Conclusión del pensador: Si la humanidad fuese adulta tendría autoestima y una conciencia limpia, que es la suma de responsabilidad y libertad.
Sánchez Dragó nunca miente. (otra cosa es que lo que diga sea cierto para los demás). Contó que cuando era niño su madre le dio dos bofetadas, una por decir una mentira y otra por levantarle la mano. El castigo físico tuvo un efecto fulminante: «Jamás en mi vida volví a hacer ninguna de las dos cosas».
Fue otra de las confesiones íntimas regaladas al público, que ahora también sabe que se gasta el 80% de lo que gana en mantener su biblioteca, que suma unos 100.000 libros, y que los editores le envían unos 10.000 al año gratis. Incapaz de regalarlos o venderlos, invierte en anaqueles, estanterías y en pagar a alguien que catalogue la colección. «Muchos me envidian, que es el pecado capital español, pero para mí es un problema brutal», confesó el que dice que no es capaz de salir de su casa sin un libro bajo el brazo y que tan sólo pasó un día de su vida sin leer, y fue porque perdió sus gafas.
«Odio a los críticos literarios», espetó a Teresa Díez, que tal profesión incluyó en su currículum de ensayista, novelista y presentador de televisión. «Yo soy pájaro, no ornitólogo; el crítico mata a los escritores, les aplica la taxidermia (...). Y odian la literatura, porque todos quisieron ser escritores y no lo consiguieron (...)»
Y menos mal que a Díez no se le ocurrió presentarlo como «el polémico escritor», le advirtió él mismo: «Sólo soy un niño raro, acostumbrado a pensar lo contrario de lo que casi todos piensan sobre casi todo. No busco la polémica. Ni soy un provocador, que es como ser un impostor».
Mención aparte merece su analfabetismo tecnológico. Dedicó un buen rato a decir que no sabe abrir un ordenador, que jamás vio su propia página web, ni usar una cámara de fotos y apenas controla el teléfono, «a mí me gusta tocar pelo». Todo lo escribe en su máquina de escribir y un «fan» convertido después en su ayudante le pasa los textos al blog, al que, por cierto, invita a todos a visitar.
«El mundo se acabó»
Tal vez sobrecogido ante tamaña conferencia, el aforo permaneció casi mudo en la ronda de preguntas. Rompió el hielo un hombre que se declaró fan de 'Camino del corazón' y que lanzó a Sánchez Dragó la extraña propuesta de reunir a todos los envidiosos de España en una plaza y erigir un monumento en su honor (¿...?). Otra de las allí presentes le pidió una teoría sobre una presunta mano «que mueve el mundo» y provoca «todas las cosas raras que están pasando». Nada descabellada pareció la idea al escritor, que dijo: «Tengo la impresión de que el mundo se acabó, y que estamos viviendo en una postapocalipsis».
Que nadie se alarme. El fin del mundo será un proceso lento, «no va a vernir Armagedon». «La lengua y los toros es lo único que nos diferencia del resto de la humanidad» «Propongo un gobierno de salvación con Rosa Díez, Esperanza Aguirre y María San Gil»
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