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Laro y Corocota, valerosos guerreros cántabros

Luis Carlos López Portilla es Doctor en Filología Hispánica.

Martes, 11 de noviembre 2008, 01:27

Periódicamente aparecen publicaciones con el fin, se nos dice de desmontar supuestos "mitos" cántabros. Vivimos en una época de escepticismo, de duda de casi todo, de relativismo. Ese intento de destrucción del llamado "mito cántabro", por otra parte, no es algo ni mucho menos privativo de nuestra región. No hace mucho visitábamos las ruinas de Numancia y, en las explicaciones allí expuestas se trata por todos los medios y de manera inaudita de negar el indomable espíritu de independencia de la ciudad celtíbera y su heroica defensa frente a Roma.

Al igual que a los numantinos se les trata de rebajar sus cualidades guerreras ahora le ha tocado el turno a nuestros antepasados cántabros, aquellos que cuando el resto de la Península se había sometido a Roma aún osaban enfrentarse (!qué insensatos!) a la mayor potencia militar de la Antigüedad. Así, se llega a decir sin el menor pudor que 'el ardor guerrero de los cántabros no era para tanto' o que los romanos lo exageraban para "engrandecer su victoria" o incluso para mayor gloria del César, cuando el valor guerrero de nuestros antepasados, que a algunos tanto ofende, fue destacado por todos los tratadistas clásicos como ejemplo.

Se abunda también en una supuesta mitificación de lo cántabro anunciándonos que tanto los guerreros Laro como Corocotta, al parecer, ni siquiera existieron. Al primero de ellos se le califica gratuitamentede "invento poético" y al segundo de "mito sin base".

Muy al contrario, de la lectura de las fuentes clásicas hemos de consignar que ciertamente existieron ambos valerosos guerreros, cada uno con un protagonismo diferente, pero con una existencia real.

El personaje de Laro constituye la única descripción de un cántabro de la antigüedad debida a la pluma del poeta Silio Itálico que enel siglo I escribió su poema épico sobre las guerras púnicas. Entre los mercenarios españoles de las tropas de Aníbal nos presenta a un grupo militar de cántabros. Sabido es cómo éstos se alquilaban como mercenarios y haeto conocida era su gran fama de feroces combatientes.

El guerrero más destacado del batallón cántabro era un tal Laro, de quien el poeta dice estas palabras: "El cántabro Laro, quien aun desprovisto de dardos, seguía siendo temible por la naturaleza de sus miembros y por su gran corpulencia", correspondiente al tipo céltico, dominante entre los cántabros.

Al describir a nuestro héroe, Silio Itálico le pinta armado e la "bipennis" o hacha doble, arma típica de los cántabros, siendo un dato más para catalogarlo entre los pueblos indoeuropeos, más amantes del combate cuerpo a cuerpo que de la lucha a distancia.

Vemos en el poema cómo Laro, incluso desarmado, era temido pòr su destreza natural y potencia de sus brazos. Vemos cómo blandiendo el hacha, provoca el pánico ante sí y cómo los romanos huyen ante su ím petu, cómo desvía con el hacha el dardo que le arroja Escipión (hermano del invencible general, dice el poeta) cómo, lanzando su grito que estremeció las filas de guerreros, de ambos bandos, golpeó con su bárbara armael escudo de Escipión, golpe que atronó el campo. Cómo se ha defendido él solo, muertos ya sus jóvenes amigos, los adolescentes cántabros que él condujo al combate, esgrimiendo el arma en todas direcciones y creando el vacío a su alrededor, derrotado ya el ejército cartaginés en cuyas filas formaba como mercenario. Es una lucha personal que Laro mantiene manejando intrépidamente un arma como es el hacha segur que siglos más tarde las sagas vikingas popularizarían.

Por Dión Casio conocemos el nombre del caudillo cántabro Corocotta. Refiere este destacado historiador griego, uno de los principales de la Epoca Imperial, que durante la guerra en la Península Ibérica un tal Corocotta resistía tanto que Augusto ofreció un precio de 200.000 sestercios nada menos por su cabeza. No sabemos muy bien si lideraraba a todas las tribus cántabras o sólo a algunas. El comienzo de las operaciones a gran escala contra los cántabros tuvo lugar en el año 26 a.de C. con el propio Augusto presente. Corocotta en persona se presentaría ante los romanos para cobrar la enorme recompensa que éstos habían puesto a su cabeza. Al parecer, la osadía del cántabro sorprendió tanto a Augusto que, estupefacto, le dejó marchar libre.

Algunos llegan a poner en duda si el caudillo Corocotta era cántabro o astur, ya que este pueblo hermano también participó en las guerras, si bien los cántabros solían llevar la iniciativa (no en vano fueron llamadas "guerras cántabras") pero las informaciones referentes a a presencia de Augusto en la guerra hacen relación al frente propiamente cántabro que fue donde actuó personalmente el emperador.

Así pues, tratándose de una guerra en la Península, la última, y no habiendo habido otra en tiempo de Augusto que la cantábrica, no serìa en absoluto descabellado calificar a Corocotta como cántabro, aunque no se diga expresamente ya que, ¿de qué otra región podría ser originario estando como estaba el resto de Hispania pacificada?

La forma de hablar de Corocotta, el alto precio de su cabeza,hacen suponer que no se trataba de un vulgar jefe de tribu, sino más bien de un caudillo, al estilo de Viriato en Lusitania o Vercingetorix en las Galias, añade Joaquín González Echegaray, el más destacado investigador de los cántabros.

Corocotta se erige como el único nombre del bando perdedor. El que se le cite supone que debió causar graves problemas a Augusto, quien tal vez creyó que la conquista sería un paseo militar. Se le ha calificado de guerrero, mercenario, caudillo. Lo que es innegable es que su nombre ha perdurado más de 2.000 años, que fue un hombre que consiguió vencer en numerosas ocasiones a un enemigo muy superior. Debió ser alguien muy especial.

Las figuras de los valerosos Laro y Coroctta constituirán siempre un motivo de orgullo y ejemplo para muchos de nosotros, cántabros del siglo XXI, por más que algunos traten, vanamente, de empañar su memoria.

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