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Luis Sánchez de Movellán de la Riva es doctor en Derecho. Profesor en la USP-CEU
Lunes, 17 de noviembre 2008, 01:16
A principios de 1980, Federico Silva Muñoz, jurista y político democristiano muy sensible a la batalla de las ideas, constituyó la Fundación Balmes con el apoyo de la germana Fundación Hans Seidel, que, en última instancia controlaba el político bávaro Franz Joseph Strauss. El Patronato de la citada Fundación Balmes lo presidió, hasta su muerte, el Marqués de Santa Rita, quien, en nombre de la propia Fundación, pidió a Gonzalo Fernández de la Mora que fundase y dirigiese una revista de pensamiento.
Tardó meses, Fernández de la Mora, en aceptar tamaña responsabilidad que le absorbería mucho tiempo, más, finalmente, se decidió a asumir la tarea presentando un proyecto, junto con un título que tenía registrado desde hacía años, Razón Española, que respondía con cierta fidelidad a una determinada cosmovisión. El Patronato de la Fundación aceptó el proyecto en su integridad, dando luz verde a la aventura especulativa.
La finalidad de la Fundación Balmes, inspiradora de la revista Razón Española, «es contribuir -en palabras de Gonzalo Fernández de la Mora- al desarrollo de una concepción del mundo: el humanismo, que es la sustancia racional de la filosofía cristiana». Su objetivo «no es pragmático, sino teórico; no es inmediato, sino mediato; no es político, sino dialéctico».
Con la revista no se trataba de actuar en política, ni ser portavoz de nadie, sino de pensar con independencia de los partidos contendientes en la arena política española. La revista pretendía «ser el hogar espiritual y el portavoz de los intelectuales españoles que comparten una concepción humanista del mundo... Se trata de estimularlos a una solidaria tensión creadora». La revista no habría de ceñirse a patrones previos de ortodoxias eclesiales o partidistas, ni tendría vinculaciones directas o indirectas con ninguna entidad financiera o empresarial, ni con organización sindical o patronal.
Su único criterio sería la razón, pensar ideas rigurosas en busca de la verdad, impedir la politización de la inteligencia que corrompe y que hace que las ideas degeneren en ideologías, ya que «la instrumentalización política de la inteligencia aliena el pensamiento y frena el avance de la razón».
El esfuerzo especulativo se haría en España y para hispanos, dirigiéndose la atención a temas de interés nacional y asumiendo el pasado español en su integridad. Se asimilaría la genealogía cultural hispánica con sus luces y sus sombras, sin caer en extasiamientos diletantes ante lo extraño, ni en alergias infundadas ante lo propio. Se razonaría con la mayor precisión desde España y para España, siendo esa la integradora consigna radical, con apenas precedentes en nuestra patria.
El primer número de Razón Española apareció hace ahora veinticinco años, en el bimestre Octubre-Noviembre de 1983, y aparecía como primer Consejo de Redacción un nutrido elenco de prestigiosos académicos y catedráticos, siendo sus ilustres miembros los historiadores Ricardo de la Cierva, José Luis Comellas, Carmen Llorca y Luis Suárez; el helenista Manuel Fernández-Galiano; el constitucionalista Jesús Fueyo y el iusfilósofo Francisco Puy; los historiadores de la literatura Vintila Horia y Alberto Navarro; el psiquiatra Juan José López Ibor; el filósofo Antonio Millán-Puelles; el economista Juan Velarde y el poeta José García-Nieto.
Las vacantes por fallecimiento se fueron cubriendo con el americanista Jaime Delgado; el filólogo Esteban Pujals; el constitucionalista Rodrigo Fernández Carvajal; el filósofo político y jurista Dalmacio Negro; y el sovietólogo Ángel Maestro. En la actualidad, y en estos momentos que celebramos el vigésimoquinto aniversario de Razón Española, su Consejo de Redacción está integrado de la siguiente manera: Fundador: Gonzalo Fernández de la Mora y Mon; Director: Gonzalo Fernández de la Mora y Varela; Consejeros: Miguel Ayuso, Ricardo de la Cierva, José Luis Comellas, Ángel Maestro, José Antonio Millán Alba, Dalmacio Negro, Francisco Puy, Luis Suárez y Juan Velarde.
Razón Española ha conseguido crear un espacio de libertad para la discrepancia crítica y la independencia frente al acoso de los mandarinatos oficialistas de la izquierda más añeja y alcanforada y del progresismo soixante-huitard más utópico y cañí. La revista ha conseguido que un nutrido grupo de intelectuales pueda dar su parecer, rompiendo el espeso y taimado manto de interdicción a que se condena al discrepante, por parte de los oráculos culturales ortodoxos patrios.
En los últimos veinticinco años, por resentimientos y demagogias disolventes, se ha promovido una extensa subversión moral a través del permisivismo y la relativización axiológica, cuando no manifiestas operaciones de vilipendio y escarnio de la religión y de virtudes tradicionales, que ha conducido a una situación en España de anemia moral gravemente desvertebradora.
Razón Española, sin caer en dogmatismos estériles, ha intentado e intenta contribuir a una regeneración axiológica, a una racional jerarquización de valores (en línea con el humanismo fundacional), en una España que es ya tierra de misión ética, y a esa magna tarea acude sin cobardía, sin complejos y a la vanguardia. De igual forma, ante los falaces configuradores de una opinión pública que manipulan datos, situaciones y valoraciones para trastocar y disolver la españolidad, ante ellos se alza la revista como bastión en lucha contra tan perversa corriente.
Entendía Fernández de la Mora que la significación de Razón Española era «pura y simplemente, que los intelectuales españoles que comparten una concepción humanista del mundo se reúnen para pensar». Frente a un humanismo español inhibido, doctrinalmente desarmado, carente de medios de expresión, «Razón Española aspira a rectificar -en palabras de Gonzalo Fernández de la Mora- la estrategia dialéctica del humanismo en nuestro país...» ya que «no es la retórica oportunista y falaz -seguía diciendo el filósofo razonalista-, sino la verdad experimental y racional la que nos hará libres».
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