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MAXI DE LA PEÑA
Domingo, 27 de diciembre 2009, 10:06
El edificio, de arquitectura ecléctica de finales del siglo XIX, tiene un inconfundible estilo inglés, por fuera aparantemente idílico, pero sus interiores angustian desde un primer vistazo. Se ha convertido en un asiduo plató para películas de miedo. La Casa del Duque, en Comillas, pudo haber sido residencia de veraneo de las hermanas Koplowitz.
Por el nombre de literatura gótica, terror gótico u horror gótico, se entiende un estilo literario, enclavado en el romanticismo, que se extiende desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XIX. Terror gótico es un subgénero literario, encuadrado en el romanticismo, también conocido como historias de fantasmas.
No se iban a imaginar los promotores de la construcción del inmueble, Juan Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro, nacido en Jerez de la Frontera en 1850, casado con Genoveva de Hoces y Fernández de Córdoba, natural de esta ciudad andaluza, que su casa podría ser un plató de un arte del futuro, el cine. Ostentaban el título nobiliario de Duques de Almódovar del Río y Marqueses de la Puebla de los Infantes. El Duque de Almodóvar del Río mandó construir en la finca del Prado de San José de Comillas, en el 1896, un edificio con influencia del estilo rústico de la arquitectura inglesa: asimetría, labores de madera, ladrillo. Las diferentes maderas que se utilizaron para su construcción fueron traídas expresamente de Fernando Poo, antigua colonia española en África. La obra finalizó en el año 1900.
El arquitecto encargado del proyecto fue Francisco Hernández Rubio, que entre sus trabajos se encuentran una de las viviendas más importantes de Sevilla, en la Avenida de la Palmera, la Casa Sundheim, y la restauración de La Cartuja de Jerez de la Frontera. Esta casa se convertiría en una segunda residencia del Duque de Almodóvar del Río que alcanzó altas responsabilidades en la política de la época por su condición de diplomático.
Desempeñó el puesto de ministro de Estado y Asuntos Exteriores durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y durante el reinado de Alfonso XIII. Diputado por Córdoba al obtener en escaño en las elecciones de 1879 y 1881, pasó a representar a Cádiz en los sucesivos procesos electorales celebrados entre 1886 y 1905. Fue ministro de Estado entre el 24 de mayo de 1898 y el 4 de marzo de 1899 en un gabinete Sagasta. Bajo la presidencia de este mismo político volvería a ocupar la misma cartera ministerial entre el 6 de marzo de 1901 y el 6 de diciembre de 1902 en cuatro gobiernos sucesivos. Posteriormente, entre el 1 de diciembre de 1905 y el 23 de junio de 1906 volvería a desempeñar la cartera de ministro de Estado en un gabinete Moret. Representó a España en la Conferencia Internacional de Algeciras celebrada en 1906 y de la que sería su presidente.
En el singular edificio comillano se celebran bodas y eventos en sus jardines, pero lo que le está dando más protagonismo en los últimos años son sus rodajes de películas de terror. Recientemente, la claqueta dio su golpe seco durante las escenas de 'Sexykiller', de Miguel Martí, y 'La herencia Valdemar', dirigida por José Luis Alemán, y que será estrenada en las próximas fechas. Cuando se filmó esta última película española la oficina de la productora se instaló en el bajo de la Casa del Duque, en un almacén. Todo era oscuro y lúgubre, colgaban algunas telarañas, pero el personal administrativo hablaba por teléfono y mandaba e-mails. Algunos empleados reconocieron que pasaron miedo cuando llegaba la noche. El mobiliario del edificio se conserva en estado original, con el suelo de madera con huellas de la carcoma, cuadros de época, candelabros, todo perfecto para el rodaje de interiores. El célebre actor de películas de terror Paul Naschy, recientemente fallecido, consideraba el escenario de la Casa del Duque como «ideal» para la película y «una impactante mansión victoriana».
Su encarnación de numerosas figuras del cine de terror clásico como el hombre lobo, el jorobado, el conde Drácula o la momia le reportaron el calificativo del 'Boris Karloff' español.
Es parada obligada de turistas, que hacen un hueco entre los monumentos modernistas de Comillas. Lo que más seduce de la casa es ese halo romántico que desprende, que hace que se le saquen cientos de fotos, que muchos novios hagan sus reportajes, y que cualquier visitante, por el norte o por el sur, pare sus pasos y la admire por su hermosura y por el misterio que emana de ella.
Una imagen romántica puede trastocar el subconsciente del género humano y causar pánico. Cuando la Casa del Duque queda en silencio y a oscuras de nuevo, cualquier cosa puede suceder entre unos tabiques con tanta historia.
El miedo es libre, pero su encanto perdurará mientras el noble edificio se mantenga en pie.
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