Antonio Altarriba | Investigador y guionista

«Nos gusta salir guapos en nuestra foto moral»

Su presencia en la UIMP estos días, como director del curso 'Cómic. Auge de una vieja forma de expresión' y como protagonista de los Martes Literarios, motiva esta conversación sobre sus ideas, su método de trabajo y sus planteamientos éticos y estéticos.

-Su título más reciente, 'El cielo en la cabeza', contiene un fuerte componente crítico, como casi todas sus obras. ¿Es el componente social y humanista una parte esencial de su trabajo?

-Pienso mucho la concepción formal y me gusta proponer planos, composiciones, encuadres, juegos cromáticos atrevidos... El cómic es un medio muy rico que se presta a estos planteamientos experimentales. Pero siempre están al servicio de una cuestión social, de una opresión política, de una desigualdad, de un pensamiento alienante... El mundo es demasiado injusto como para no denunciarlo.

-Con Laura Pérez Vernetti ha frecuentado el género erótico, pero creo que con un tratamiento lúdico, lúcido y desde una óptica nada machista. ¿Está de acuerdo?

-Al menos así lo procuré. Estoy convencido de que, desde una perspectiva femenina (incluso feminista), la sexualidad resulta más excitante y se abre a deliciosas fantasías. Los hombres somos demasiado resolutivos, lanzados a la búsqueda rápida del orgasmo. Y se encuentra más placer en las prolongaciones, los merodeos, los suaves deslizamientos... Sin olvidar que trabajaba con Laura, que puso en las imágenes un tratamiento femenino.

-'El arte de volar' ha sido su mayor éxito a todos los niveles. ¿Quizá por ser la obra más íntima y personal, en la que desnuda su alma?

-Escribí el guion de 'El arte de volar' cuando todavía no había terminado el duelo por la muerte tan dramática de mi padre. Su recuerdo era tan intenso que debía interrumpir la escritura porque me afectaba mucho. Además, me impuse el trabajo de la reivindicación de su vida y trayectoria política cuando todavía no existía una ley de memoria histórica. Esa sensibilidad a flor de piel y ese esfuerzo reivindicativo se transmiten en el libro y lo hacen muy emocional.

-En la llamada 'Trilogía del yo', ¿ofrece una visión cínica y desesperanzada del ser humano o es simplemente realista?

-Tendemos a juzgarnos de manera muy indulgente y nos gusta salir guapos en nuestra foto moral. En la historia se asienta la constante del mal como desencadenante de los principales acontecimientos. Ambiciosos, mentirosos, violentos han tenido un papel más decisivo que mansos y bondadosos. No mejoramos desde la complacencia moral sino desde la crítica de las fuentes del mal. La 'Trilogía del yo' aborda algunos de los ámbitos donde anida esa maldad.

-¿Cómo valora que el Museo del Prado les encargara a Keko y a usted un cómic sobre José de Ribera?

-Lo dije en la presentación de este cómic en una de las hermosas rotondas de El Prado. Estaba seguro de que, más tarde o más temprano, el cómic entraría en el Museo. Pero creía que yo no lo vería. Tiene un gran valor simbólico que los museos, conservadores del patrimonio artístico por excelencia, se interesen por una producción que hasta solo unas décadas se consideraba desechable. Y no solo El Prado, también el Thyssen, el Louvre, el Orsay y otros muchos. No hay que olvidar que un cuadro tiene alma de viñeta.

-¿Y la paulatina presencia del cómic en la Universidad?

-También es muy importante el reconocimiento de una institución generalmente reacia a la innovación como la Universidad. En 1981 yo leí la segunda tesis sobre cómic que se hacía en España (la primera fue de Juan Antonio Ramírez, en 1975). Hoy se leen entre ocho y diez tesis sobre cómic al año. Sin embargo, el estudio superior y reglado del cómic está lejos de alcanzarse. Inciden muchos factores, entre ellos la multidisciplinariedad que converge y da riqueza a esta forma de expresión.

-Trabaja con dibujantes muy dispares. ¿Escribe en función de sus virtudes gráficas, expresivas o narrativas?

-Normalmente propongo la historia al dibujante cuyo estilo considero más adecuado. Pienso que cada historia tiene el dibujante que le puede sacar mayor partido gráfico. Se trata de una elección decisiva. El dibujo adecuado puede salvar un guion mediocre. Y, al revés, una mala realización arruina el mejor guion. Y, una vez constituido el tándem, procuro buscar escenografía o crear situaciones que permitan el lucimiento del dibujante.

-¿En qué manera su faceta como escritor y novelista influye o se entrelaza con la de guionista de cómic?

-Creo que mi experiencia como escritor me lleva a dar mayor espesor a los personajes y, sobre todo, a no tener miedo de cargar la historia con fuerte densidad narrativa.

-¿Puede comentar sus actuales proyectos?

-Los modelos de pareja, las formas de convivencia interpersonales, incluso el concepto mismo de amor están cambiando en las últimas décadas. La idea de un amor romántico exclusivo, excluyente y sempiterno está en la base de fracasos relacionales, aburrimientos y hasta de malos tratos. Los libertinos ya se planteaban abiertamente, hasta cínicamente, estas cuestiones. Mi próximo cómic transcurrirá en la Francia del siglo XVIII y vendrá a cuestionar tanta alienación y tanta cursilería heredada del amor transido.