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Rafa Torre Poo
Lunes, 28 de marzo 2016, 11:19
Escuchar a Esther Bolado y a Diego Movellán hablar el uno del otro es lo más parecido a presenciar en primera fila un combate lingüístico entre dos púgiles que, cuando se bajan del cuadrilátero, siguen sudando animadversión. Se repelen como dos imanes del mismo polo. ... Han llevado su enfrentamiento al máximo hasta el salón de plenos del Ayuntamiento de Camargo, convertido ahora en un frontón de reproches y acusaciones mutuas.
Cuesta situar cúando comenzó esta enemistad, sobre todo si se pregunta directamente a los aludidos. "Lleva nueve meses gobernando contra un camargués", se queja en un primer momento Movellán. Exactamente el tiempo que ha pasado desde las pasadas elecciones, cuando un acuerdo a cuatro bandas (PSOE, PRC, IU y Ganemos, aunque IU solo facilitó la investidura y no entró en el equipo de gobierno) desbancó al Partido Popular de la alcaldía, el más votado con sus 10 de 21 concejales, en uno de los plenos más tensos que se recuerdan en Cantabria. Haberse quedado a un concejal de la mayoría absoluta es lo que más veces repite Movellán en la conversación mantenida con este medio, como si no hubiese digerido aún el pacto que le arrebató el bastón de mando y le envió a la oposición.
En un principio, este podría parecer el origen del problema, pero Esther Bolado retrocede varios años atrás, cuando ella era alcaldesa pedánea de Escobedo y Movellán alcalde de Camargo. La socialista denunció la cantera de Escobedo "porque tenía un contrato de alquiler que no cumplía" y el Gobierno regional de Ignacio Diego acabó expropiando los terrenos. "Movellán me responsabilizó de la pérdida. Me sentí traicionada", relata.
A partir de aquí, su relación se ha ido enconando hasta el anuncio de la rotura de las relaciones con el PP "mientras siga Movellán". El problema no es solo político, de diferente maneras de entender la gestión del municipio. "Su actitud es de odio y rencor. No me mira a los ojos ni me da los buenos días. Desde que tomó posesión, no me ha dirigido la palabra", explica el dirigente popular. Exactamente la misma acusación que sostiene la primera edil: "Desde que soy alcaldesa, Movellán nunca ha hablado conmigo directamente. Es muy cobarde".
Algo más que discrepancia política
Este rencor mutuo que desprenden se palpa en cada pleno, donde la tensión ambiental se corta con cuchillo. Además, como en el fútbol, ambos contendientes cuentan con un ejército de fieles que los espolean. Porque no es un enfrentamiento entre dos rivales, enemigos o adversarios políticos. Las nuevas tecnologías han ayudado a avivar el fuego. Los partidarios de unos y otros se enzarzan a diario en el ciberespacio y los daños colaterales de esas batallas acaban salpicando a sus líderes.
"No tengo nada personal contra ella", defiende Movellán, que recalca que "solo ha habido críticas políticas, divergencias que entran dentro de este juego". Algo que Bolado rechaza enérgicamente. "La crítica política la acepto, pero me ha atacado a nivel personal y se ha metido con mi familia y amigos. Desde marzo es horroroso lo que estoy sufriendo, sobre todo en las redes sociales".
La reconciliación se antoja lejana, aunque ninguno cierra esta posibilidad. Pero con condiciones. "No tengo problema en llevarme bien con (Diego) Movellán, si veo una actitud diferente en el plano personal. Es la primera vez que dejo de hablar a alguien. No es mi estilo", explica Bolado. "No soy quien tiene que hacérselo mirar, pero si me llama acudiré", concluye Movellán.
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