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Jesús Lastra
Miércoles, 8 de febrero 2017, 09:18
Su lugar de trabajo es el mundo entero. Unos ojos para mostrar lo que el resto no alcanza a entender. Una pluma presta a servir de altavoz para las injusticias históricas que salpican los cinco continentes. Diego Cobo, periodista natural de Maliaño, acaba de obtener ... a sus 30 años la prestigiosa beca Michael Jacobs por su serie de crónicas viajeras Huellas Negras, que relata en profundidad los efectos de la esclavitud en zonas como Jamaica, Gambia o el sur de Estados Unidos. Un premio entregado por la Fundación Gabriel García Márquez que le permitirá continuar con su investigación y que viene a reconocer el éxito de un periodismo alejado de la actualidad cotidiana.
Para los lectores que no lo sepan, ¿en qué consiste la beca Michael Jacobs de la Fundación Gabriel García Márquez?
Es el apoyo a un proyecto que estoy desarrollando y cuya primera parte ha consistido en buscar las consecuencias del comercio de esclavos en Jamaica, Gambia y la zona del Misisipi en Estados Unidos. Lo que supone esta beca es dar continuidad a esta investigación, en este caso en otros dos países como Cuba y Colombia, representativos del comercio de esclavos en Latinoamérica.
¿Por qué decidió dirigir su actividad periodística hacia el género de la crónica viajera?
Confluyeron varios factores. En primer lugar, siempre he viajado, además solo y al estilo mochilero. Me gusta también escribir literatura, así que todo me fui dirigiendo hacia este camino.
¿Qué le llevó a apostar por un periodismo fuera de España en lugar de pugnar por hacerse un hueco en el sector nacional?
Ni siquiera cuando empecé a hacer prácticas periodísticas en El Diario Montañés me sentí atraído por la actualidad. Prefería otro tipo de temas. Cuando era estudiante me decantaba por hacer reportajes del circo, por ejemplo. Siempre me atrajo la libertad de hacer las cosas que uno quiere y como uno quiere.
¿Cómo surgió la idea para elaborar la serie de crónicas Huellas Negras?
En Jamaica, que reclama al Reino Unido un programa de reparación. Antes de ir allí me encontré con esa realidad y una vez sobre el terreno me di cuenta de que tenía una continuidad. Me sorprendió que las ideas siguen bastante vivas. A pesar de que el tráfico acabó hace 200 años, el temor y el sufrimiento siguen bien presentes. Poco después fui a Gambia, que fue un importante puerto de salida de esclavos. Como tercera parada, fui al sur de Estados Unidos, donde comenzó la lucha por los derechos civiles.
¿Qué le han aportado estos viajes tanto personal como profesionalmente?
En primer lugar, me ha conmovido el sufrimiento 200 años después por una causa que podríamos pensar que está olvidada. Sin embargo, como me dijo un historiador en Gambia: «Todos nuestros problemas, todos, provienen de la esclavitud y el tráfico de esclavos». Esto te hace más humano. A nivel profesional, la beca supone el respaldo a un tipo de periodismo que no es muy común, pues son crónicas muy largas y que no son fáciles de colocar en los medios. Es un mensaje y me anima a seguir así.
¿Alguna anécdota de estos periplos?
En Jamaica pasé un día con una comunidad rasta. Fui con una chica y al principio no le dejaban entrar por llevar falda. Finalmente pasamos una jornada bastante curiosa entendiendo su sistema filosófico y religioso. Ellos se consideran africanos en el exilio. También en el sur de Estados Unidos estuve narrando una oleada de asesinatos a manos de la Policía. Estuve con un tendero donde justo habían matado a un niño. El dolor y la sangre aún estaban frescos.
¿Qué espera de sus futuras investigaciones en Cuba y Colombia?
Me apetece mucho. Cuba es un país en el que he vivido y quiero escribir sobre este tema. En Colombia se registró la primera comunidad de esclavos fugados, se marcharon a la montaña, así que tengo muchas ganas de meterle el diente.
Usted colabora con publicaciones latinoamericanas y españolas, ¿hay diferencias en la forma de hacer periodismo a ambos lados del charco?
Sí, en Latinoamérica se está cultivando el denominado periodismo narrativo, más pausado y extenso. Aquí no existe tanto esa tendencia, o al menos yo no encuentro medios donde poder colaborar con este tipo de artículos.
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