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Elena Tresgallo
Domingo, 16 de abril 2017, 09:16
A Benigno Fernández, un joven ganadero de 23 años de Esles, su padre le enseñó el salto pasiego, y a éste lo hizo antes el suyo. Una tradición familiar con raíces pasiegas entre el municipio de San Roque y la Vega de Pas. Desde pequeño ... le gustó mucho el salto y no tardó en hacerse su primer palo en luna menguante de enero. No es superstición según dice, sino "tradición", la que este joven saltador pasiego quiere mantener viva cueste lo que cueste porque es su signo de identidad.
¿Qué características tienen las modalidades que practica de salto pasiego, las de raya y mudar?
Mudar el palo es subir encima de él y andar solamente apoyado con las manos y rayar se suele poner una piedra y te pones encima de ella y bajas con una mano apoyada en el palo hasta que tocas el suelo y vuelves a subir.
Hay que ser un poco equilibrista para hacer eso ¿no?
Sí, en eso va mucho la altura que tengas, cuanto más alto seas a la hora de volver a subir igual te cuesta más, pero no te tienes que estirar tanto para alcanzar más. El que mas dé es el que gana.
¿Quién fue tu inspiración para empezar a practicar este deporte?
Mi padre, Benigno Fernández Abascal, saltaba el salto pasiego y a tres brincos que le llamamos aquí, que es triple salto. Me enseñó él, pero desde pequeño siempre me gustó mucho y seguí para delante con él.
¿Cómo se hace el palo con el que saltan?
El palo se corta en luna menguante de enero, se quema y, si tiene alguna curva, se enderecha, después, se pela y se deja secar. A los seis meses ya se puede utilizar. Lo normal es que cada jugador se haga el suyo.
¿Lo de cortar el palo en luna menguante de enero no es superstición?
No, no lo es, porque tiene su explicación, dura más la madera y pesa menos.
¿A su padre quién le enseñó?
A mi padre, su padre, viene de tradición familiar. De antes esto se llevaba más, debido a que no tenían otra forma de entretenerse y ahora, desgraciadamente, se está perdiendo y eso es algo que a mí no me gustaría que pasase, pero es que no sale nadie joven que quiera animarse a aprender el salto pasiego.
¿Cuantos saltadores quedáis de tu modalidad?
De mi modalidad muy pocos, si te digo que siete u ocho igual me paso.
¿Son casi una especie en extinción?
Sí, y cada vez somos menos, seremos unos doce saltadores en toda Cantabria de las cuatro modalidades. Este año hemos ido ya menos saltadores a las exhibiciones. Hay un chavaluco de Selaya que ha salido y es más joven que yo, pero solo uno.
¿Y donde se les puede ver?
Principalmente en las fiestas de la zona, el día de San Cipriano en Esles, en la Virgen de Valvanuz en Selaya, en la Virgen de Valencia en Vioño, en el Orgullo Pasiego en La Concha, en San Roque, en Santa Ana en Tezanos, no sé hay unas cuantas fiestas en las que participamos. También, a parte de las fiestas nos llaman algunas veces para realizar exhibiciones.
¿Y si no hubiese fiestas?
Se acabaría todo esto.
¿Qué crees que haría falta para que este deporte no se pierda?
Pues que den más premios para que salga gente joven que tenga afición, porque sino se va a perder.
¿Usted también es joven, que es lo que te llamó de este deporte?
La tradición y que me gusta muchísimo, porque en estas cosas no ganas nada, vas a una fiesta y sí, te pueden dar algo, pero lo gastas en el viaje y poco más o te reunes con los compañeros y vas a cenar. Es divertido, pero más que nada es para mantener vivo el deporte.
¿Y cuando va a la fiesta quien le cuida el ganado?
Mi madre, María Asunción Pérez, y mi padre le ayuda. Gracias a ellos puedo ir a la fiesta, porque se es ganadero todos los días de la semana.
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