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Elena Tresgallo
Domingo, 25 de junio 2017, 07:57
Cantabria inicia su temporada del arándano, un fruto del bosque con mucho tirón en el mercado nórdico y anglosajón que hace más de una década que se implantó en la región y que, hoy en día, cuenta con un centenar de hectáreas cultivadas de terreno a lo largo y ancho de la comunidad, aunque se inició con tan solo cinco, en 2007. El crecimiento exponencial del cultivo, no solo representa un volumen de inversión superior a los tres millones de euros en el montaje de las explotaciones, también ha generado un incipiente yacimiento de empleo temporal con la apertura de la temporada de la recolección. De hecho, las cooperativas y los propietarios de explotaciones agrarias buscan ya candidatos para incorporar a mediados de julio.
Todavía es pronto para hablar de cifras, pero los arandaneros reconocen que el sector crece rápidamente; el verano es el momento para contratar personal que les ayude a recolectar el fruto. Organizaciones institucionales como Valles Pasiegos ya anuncian que el sector contratará temporeros desde mediados de julio, al igual que los particulares y las cooperativas.
Es el caso de la Cooperativa de Arándanos del Cantábrico, una asociación con sede en la finca del Valle de Machucón en Llanos de Penagos y que aglutina a una decena de pequeños productores cántabros que cultivan 20 de esas 100 hectáreas registradas como explotaciones agrarias. En el caso de ese colectivo, el año pasado ya contrataron «alrededor de 90 personas» para ayudarles a la recogida. Además, este año ya están avanzando la campaña y, según explican dos de sus miembros, Aimar Gaminde y Miguel Ángel Anievas, se ha habilitado una dirección de correo para que los interesados envíen su curriculum: trabaja.con.nosotros@coopadc.com.
En el caso de Aimar Gaminde, presidente de esta cooperativa, él mismo participó el año pasado, como instructor en un curso de empoderamiento de la mujer que puso en marcha la Dirección General de Igualdad del Gobierno de Cantabria en colaboración con Valles Pasiegos, en el que se formaron 15 mujeres, de cara a la campaña de 2016.
«Estaban muy interesadas», explica Gaminde, aunque reconoce que «no es un trabajo fácil» y que tiene una alta temporalidad con competencia de otros sectores en verano, como el de los servicios o la hostelería. «El sector primario es complicado, además dependemos del tiempo que haga, porque lloviendo no se puede recoger, pero puede ser un recurso interesante para la población local», explican.
Como se trata de un sector joven ya que preparar una explotación para la producción lleva una media de cinco años la necesidad de recolectores está empezando a despuntar ahora con las condiciones que marca el sector agrario. «Este año contrataremos con la cooperativa directamente y el salario que cobran es el que fija el convenio del sector agrario para estos casos», afirman.
Y es que, año a año, aumenta la producción. En el caso de su cooperativa, comenzó con seis socios en 2014 y ahora son diez, por lo que han sumado más hectáreas. «Pese a la ola de calor, el año pasado exportamos 25 toneladas fuera», añaden.
La producción se va «en un 95%» fuera de la región, tanto a la zona de Levante o Cataluña como al resto de Europa y, eso, es un reto a superar por el sector cántabro de arandaneros, según la cooperativa. «Para nosotros, una parte importante del trabajo es la labor divulgativa, que los cántabros conozcan las propiedades saludables que tiene este producto y lo consuman», defiende Miguel Anievas. En el caso de la cooperativa, además de la producción de arándanos se realizan visitas escolares y también individuales en la sede del colectivo en la Finca del Valle de Machucón. «La gente puede venir a conocer la finca, tanto los colegios como las visitas, y conocer el fruto, sus características o probarlo», resume.
En ese esfuerzo de divulgación del consumo del arándano están en estos momentos todos los socios y otras explotaciones de la región, con el objetivo de aumentar el consumo interior. Aimar lo compara con la producción de kiwis: «Es un fruto tropical que se introdujo hace veinte años y hoy su consumo es habitual por su propiedades», resume.
Respecto a los peligros con los que se batirá el sector este verano, reconocen que la avispa asiática es uno de ellos pero hay más. «Estamos en contacto con sanidad vegetal para tratar de combatir con algún producto a la mosca Suzukii», una variedad de insecto asiático que está haciendo estragos en las producciones agrícolas.
En cuanto a los golpes de calor, también como cooperativa están en negociación con Agroseguro para que se contemplen las perdidas del sector en el caso de esta anomalía ambiental, con la que el pasado año se perdió mucha producción.
Junto a todo ello, desde la cooperativa son grandes defensores de sumar y hacer crecer la unión de los colectivos de arandaneros. «Es importante que nos asociemos para mejorar las cosas», concluyen.
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