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Maurice Jarre.
Maurice Jarre, el mejor amigo de David Lean

Maurice Jarre, el mejor amigo de David Lean

El compositor francés, que escribió la música de más de 150 películas, trabajó en cuatro de ellas con el cineasta británico: las bandas sonoras de todas ellas fueron candidatas al Oscar y tres lo ganaron

César Coca

Miércoles, 13 de enero 2016, 20:32

Durante unos pocos meses, las vidas de Maurice Jarre y el recientemente fallecido Pierre Boulez se cruzaron. Ambos formaron un dúo que trabajó en no pocas funciones en el teatro parisino de Barrault, en el que quien habría de ser el mayor representante de la vanguardia musical europea tocaba el piano y el futuro autor de algunas de las mejores bandas sonoras de la Historia del Cine hacía lo propio con las ondas Martenot. Luego, sus carreras se separaron. Tanto que incluso Boulez dijo en no pocas ocasiones que no le gustaba la música escrita para el cine porque le parecía demasiado simple.

Maurice Jarre (Lyon, 1924; Los Ángeles, 2009) representa la exquisitez más absoluta dentro de ese género que Boulez, como unos cuantos compositores vinculados al serialismo, la música aleatoria, la electroacústica y algunas otras corrientes, tienden a menospreciar. Su vocación fue tardía y su llegada al cine también. Hasta la adolescencia, no pensó en dedicarse a la música. Pero un día su padre, que trabajaba en la radio pública de Lyon, llevó a casa una bolsa con discos de 78 revoluciones y entre ellos estaba la Rapsodia Húngara Nº 2 de Liszt, dirigida por Leopold Stokovski, ese maestro de sonido espectacular pero discutible en cuanto a su respeto por la partitura. Fue un deslumbramiento.

Al principio, quiso ser director, pero en el conservatorio de París, adonde se dirigió para iniciar sus estudios, solo quedaba hueco en las clases de Percusión. Todos sus compañeros tenían poco más de diez años. No importaba. Estar allí le permitió conocer a Martenot, acercarse al teatro de Barrault, entrar en contacto con el director Jean Vilar y que este le hiciera los primeros encargos para el cine.

Durante los años cincuenta, fue un compositor semiprofesional. Escribió algunos trabajos para documentales, funciones de teatro y películas de escaso presupuesto y menor relevancia. Tuvo que ser algo parecido a un milagro, pero el productor Sam Spiegel lo llamó para formar parte de un curioso experimento destinado a la banda sonora de una película de gran presupuesto: el filme era 'Lawrence de Arabia', iba a ser dirigido por David Lean y se trataba de que la música estuviera escrita por tres autores diferentes, que se repartirían las escenas. Al final, Jarre compuso la banda sonora íntegra. El resultado no pudo ser mejor: la película fue un éxito absoluto y está en la Historia del Cine en lugar preferente, la música de la misma es extraordinaria y goza de una enorme popularidad y Jarre y Lean iniciaron una gran amistad y una de las colaboraciones más fecundas que se recuerdan en el llamado séptimo arte. Juzguen ustedes mismos: de las nueve candidaturas de Jarre al Oscar, cuatro fueron en películas de Lean (las cuatro que hicieron juntos). Casi hubo pleno: sus tres Oscar fueron con filmes del director británico: la citada 'Lawrence de Arabia', 'Doctor Zhivago' y 'Pasaje a la India'. Solo 'La hija de Ryan' no consiguió el premio.

Con Lean, Maurice Jarre trabajó con entera libertad. Tanta que en alguno de sus filmes el director llegó a alargar alguna escena para que la música encajara mejor, en vez de obligar al compositor a recortar compases. En esos filmes, Jarre compone unas melodías que ilustran como nunca antes había sucedido las enormes extensiones que aparecen en la pantalla. La banda sonora de 'Lawrence de Arabia' evoca el desierto de manera inevitable, igual que la 'Doctor Zhivago' recuerda la estepa cubierta de nieve y la de 'Pasaje a la India' ayuda a imaginar la escena de un tren cruzando las inmensas llanuras de aquel país. La asociación entre imágenes y música es tan poderosa que se ha universalizado. No solo eso: la mirada azul de Peter O'Toole adquiere un significado especial cuando se contempla mientras suena la música de Jarre, como pasa con la ensoñación de Omar Sharif mirando por la ventana de la casita de Varykino, confiando en que los blocheviques quizá no se aventuren en la nieve para llegar hasta allí.

Durante sus estudios, Jarre tuvo que matricularse en algunas disciplinas de música étnica. Y eso le sirvió de manera extraordinaria en su trabajo: de ahí el uso de instrumentos locales y la perfecta integración de los mismos en el conjunto de la orquesta. Orquesta de gran dimensión, habría que decir, porque el compositor francés gustaba de experimentar con sonoridades complejas y poco frecuentes. Por ejemplo, para la banda sonora de 'Doctor Zhivago' llegó a disponer que sonaran a la vez hasta 25 balalaikas; en 'La hija de Ryan' se escuchan 15 arpas, y en algunos momentos de '¿Arde París?' se oyen doce pianos de forma simultánea.

Más de 150 películas

Para David Lean, escribió una música pasional, arrebatada, de enorme lirismo en algunos momentos y de tensión casi insoportable en otros. En 'La hija de Ryan', la banda sonora subraya la opresión que vive la protagonista y la sociedad entera: esa Irlanda odiosa en la que no es posible escapar de las convenciones porque en cada esquina aparece un inquisidor.

Sin embargo, sería injusto reducir su trabajo para el cine a las bandas sonoras en filmes de Lean, por más que sean las más premiadas y seguramente las mejores. Jarre trabajó en más de 150 filmes y en sus últimos años llegó incluso a experimentar con los sintetizadores, pese a que había criticado su uso en numerosas ocasiones. A su juicio, los productores de Hollywood se habían convertido en unos tacaños que querían ahorrarse unos miles de dólares de esa manera.

En esa larguísima lista de filmes en los que trabajó hay muchos cuya música conoce casi todo el mundo, sea o no aficionado al cine. Hay algunas curiosidades que merecen ser destacadas. Por ejemplo, que Jarre escribía unas marchas maravillosas, repletas de vitalidad y muy pegadizas. Sin desmerecer la realizada por John Williams para 'La guerra de las galaxias', algunas de las del francés son superiores, aunque quizá el hecho de formar parte de filmes con mucha menos mercadotecnia a su alrededor haga que no sean tan conocidas.

Empezó muy pronto a escribirlas: en 'El día más largo' (Annakin, Marton y Wicki, 1962) está una de las más célebres. Las de 'Topaz' (Hitchcock, 1969) y 'El hombre que pudo reinar' (Huston, 1975) son también magníficas. De distinto tipo, pero la banda sonora que realizó para 'Gran Prix' (Frankenheimer, 1966) contribuye a incrementar la sensación de velocidad que la película requiere, con la historia accidentada de unos pilotos de carreras que van demasiado rápido en la pista y en su vida amorosa.

No hubo género que se resistiera a Jarre: hizo western en 'El juez de la horca' (Huston, 1972) y 'El póker de la muerte' (Hathaway, 1968); un cine de corte más político en 'El año que vivimos peligrosamente' (Weir, 1982), 'La caída de los dioses' (Visconti, 1969) y 'El tambor de hojalata' (Schlöndorff, 1979); bélico en la ya citada 'El día más largo' y en '¿Arde París?' (Clément, 1966); aventuras en 'El hombre que pudo reinar' (Huston, 1975), 'Mad Max III' (Miller y Ogilvie, 1985) y 'La costa de los mosquitos' (Weir,1986) ; thrillers, como 'Único testigo' (Weir, 1985) y 'No hay salida' (Donaldson, 1987) y dramas como 'Atracción fatal' (Lyne, 1987), 'Gorilas en la niebla' (Apted, 1988), 'El coleccionista' (Wyler, 1965) y 'El club de los poetas muertos' (Weir, 1989). Ni siquiera falta una colaboración con uno de los grandes del cine español: con Luis García Berlanga trabajó en 'Tamaño natural' (1973).

Maurice Jarre, que murió a los 84 años apenas unas semanas después de haber recibido en Berlín un Oso de oro por toda su carrera, fue el padre de Jean-Michel Jarre, otro conocido compositor, en este caso de música electrónica.

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