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Dirigiendo la grabación de la BSO de '55 días en Pekín'.
La épica de Dimitri Tiomkin

La épica de Dimitri Tiomkin

El compositor de origen ruso fue el creador de las bandas sonoras de numerosos westerns y filmes de aventuras y tenía una gran facilidad para escribir bellas canciones

César Coca

Miércoles, 23 de marzo 2016, 13:15

El Oscar a la mejor canción original de 1957 lo ganó 'All the way', un hermoso tema escrito por Jimmy van Heusen y Sammy Cahn, para la película 'La máscara del dolor'. Ha sido grabado por cantantes de épocas y estilos muy diferentes, como Frank Sinatra, Billie Holiday y Celine Dion. Pero su trascendencia ha sido menor que la de otro que también optaba ese año al premio: 'Wild is the wind', que formaba parte de la banda sonora del filme del mismo título, dirigido por George Cukor con Anthony Quinn y Anna Magnani en los principales papeles. Esa canción ha tenido una veintena de versiones ilustres a lo largo de más de medio siglo, desde la original de Johnny Mathis hasta la muy reciente de Mariam the Believer, pasando por Bon Jovi, George Michael, David Bowie, Barbra Streisand... y Nina Simone. Esta última eleva el tema hasta el cielo, transformando una canción de menos de dos minutos y medio en otra de siete, dramatizando la melodía y conviertiéndola en puro jazz.

Todo eso fue posible porque la materia prima era de primera clase: la música la escribió un compositor ruso, formado en San Petersburgo con Felix Blumenfeld y Alexander Glazunov, que compartió aula y tertulia de café con Sergei Prokofiev, tocó el piano con la Filarmónica de Berlín, ofreció recitales en el Carnegie Hall y fue amigo del tenor Fedor Chaliapin. Se trata de Dimitri Tiomkin, uno de los grandes de Hollywood, quizá el compositor de bandas sonoras más influido por la música clásica. Tanto es así que cuando recogió el Oscar por la partitura de 'The high and the mighty' ('Altos y poderosos' William Wellman, 1954), aprovechó el breve parlamento de los premiados para mostrar su agradecimiento a sus mejores colaboradores: Beethoven, Rimski-Korsakov, Chaikovski y algunos más. En esa década de los cincuenta, cuando Hollywood no parecía de oro sino que lo era, ganó otros tres Oscar, por 'Solo ante el peligro' (banda sonora y canción, 1952) y 'El viejo y el mar' (1958). En total, tuvo 22 candidaturas.

Tiomkin nació el 10 de mayo de 1894 en Ucrania, que entonces formaba parte del Imperio Ruso. Siendo aún muy pequeño, su familia se trasladó a San Petersburgo, donde su padre trabajó como médico y su madre ejerció de profesora de música. Fue un niño prodigio que tuvo los mejores maestros y brilló con luz propia en la ciudad que encarnaba la magnificencia de los Romanov y su corte. Allí ganó sus primeros rublos poniendo la música del acompañamiento a filmes mudos e improvisando piezas en funciones teatrales. En 1921 dejó la Unión Soviética movido por dos razones de mucho peso: no le gustaba la Revolución y consideraba que su carrera estaba estancada y necesitaba dar un paso adelante.

Su primer destino fue Berlín, donde conoció a Busoni, con quien refinó su estilo compositivo. Durante una gira de conciertos trabó amistad en París con el tenor Chaliapin, quien le habló del gran porvenir que se abría a los compositores europeos bien formados en Estados Unidos. No lo dudó: en 1925 ya estaba en Nueva York, trabajando lo mismo en vodeviles que haciendo música para compañías de danza. En una de ellas trabajaba la bailarina austriaca Albertina Rasch, que sería su esposa y lo introduciría en el mundo del cine. Todavía tendría tiempo de interpretar la 'Rapsodia in blue' de Gershwin en distintos escenarios incluidos algunos conciertos en París y escribir la música para varias películas musicales que nadie recuerda, antes de empezar a componer la primera banda sonora propiamente dicha para un filme no musical. Se trata de la versión para la gran pantalla de Resurrección, la novela de León Tolstói, dirigida por Edwin Carewe (1931), que tuvo también una réplica rodada en castellano con Lupe Vélez de gran estrella.

Su segunda película fue una producción que estaba llamada a ser un éxito memorable por la cantidad de ilustres participantes en la misma y el material de partida, pero resultó un fracaso digno de estudio: Alice in Wonderland (Norman McLeod, 1933). Poco después conoció a Frank Capra. Del entendimiento entre ambos surgieron películas magníficas acompañadas por bandas sonoras de enorme intensidad emocional: 'Horizontes perdidos' (1937), 'Vive como quieras' (1938) y, sobre todo, '¡Qué bello es vivir!' (1946). Para entonces, Tiomkin había trabajado para los grandes directores del momento: Duvivier ('El gran vals', 1938), Hataway ('Lobos del Norte', 1938), Wyler ('El forastero', 1940), Siodmark ('A través del espejo') Mayo ('El diablo y yo') y Vidor ('Duelo al sol'), estas tres últimas todas de 1946.

Durante un par de décadas, Tiomkin fue el compositor por excelencia de bandas sonoras para westerns. Toda una paradoja: el compositor que venía del Este escribía música para filmes que abordaban la conquista del lejano Oeste, y usaba en sus temas instrumentos que han pasado a identificarse con aquel tiempo y aquel lugar, como el banjo y la armónica. Se trata de partituras de gran sentido épico en las que no faltan remansos líricos para subrayar las, en general, no muy abundantes escenas de amor de esas películas. Más tarde haría la música de algunos de los westerns mayores de todos los tiempos: 'Duelo de titanes', 'El último tren de Gun Hill' (John Sturges, 1957 y 1959), 'Río Rojo', 'Río de sangre' y 'Río Bravo' (Howard Hawks, 1948, 1952 y 1959) y 'El Álamo' (John Wayne, 1960). Por encima de todas ellas destaca esa maravilla que es 'Solo ante el peligro' (Fred Zinneman, 1952), una de esas películas en las que todos los materiales que la forman son excelentes: el guión, las interpretaciones, el ritmo narrativo y la música, por supuesto. Tanto es así que Tiomkin ganó dos Oscar por ese trabajo: a la mejor banda sonora y la mejor canción por 'Do not forsake me, oh my darling'.

La música de Tiomkin destaca por su grandiosidad y por eso fue elegido en numerosas ocasiones para poner el sonido a películas que transcurren en amplios escenarios en los que se producen dramas inolvidables: sucede en Tierra de faraones (Howard Hawks, con guión de... William Faulkner, 1955), Gigante (George Stevens, 1956). 55 días en Pekín (Nicholas Ray, 1963) y La caída del Imperio Romano (Anthony Mann, 1964).

La lista de directores con los que trabajó no es muy amplia pero ahí están los más grandes, de manera que tampoco podía faltar Alfred Hitchcock. En cuatro años hizo la música para tres películas tan diferentes (y tan complejas) como Extraños en un tren (1951), Yo confieso (1953) y Crimen perfecto (1954). Esa década fabulosa de los cincuenta la terminó con el Oscar por El viejo y el mar (John Sturges, 1958), el cuarto y último de su carrera. Justo un año antes había escrito la partitura de Viento salvaje (George Cukor, 1957), una película que parece más propia del neorrealismo italiano que de Hollywood y que contiene la célebre canción con el mismo título.

El cambio que experimentó el cine en los sesenta le cogió a contrapié: nunca fue un compositor muy prolífico (tampoco lo necesitaba pues se había convertido en el mejor pagado de Hollywood) pero a partir de entonces trabajó muy poco, y casi siempre en superproducciones dirigidas por los cineastas con los que llevaba décadas colaborando. Ahí están Los cañones de Navarone (J. Lee Thompson, 1961), que tiene una de las bandas sonoras más famosas de la Historia del Cine, y El fabuloso mundo del circo (Hataway, 1964), además de otras ya citadas.

Como si fuera un guiño del destino, este compositor de origen ruso que había debutado en el cine no musical con la banda sonora para un filme basado en una novela de Tolstói, se despidió de la gran pantalla con su trabajo como asesor en Chaikovski, una película soviética dirigida por Igor Talankin (1969) sobre la vida del famoso compositor. Dimi así lo llamaban sus amigos murió en Londres el 11 de noviembre de 1979.

¡Qué bello es vivir!

El viejo y el mar>

Los cañones de Navarone

Crimen perfecto

Solo ante el peligro

Wild is the wind

(versión original cantada en la película por Johnny Mathis)

(versión de Nina Simone)

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