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La edad de oro del cine cubano

La edad de oro del cine cubano

Tras el triunfo de la Revolución castrista, y durante una década, la isla caribeña se convirtió en el foco de producción más interesante de América Latina

Boquerini .

Jueves, 14 de abril 2016, 13:18

Los años 60 son, entre otras muchas cosas, los años emergentes de diferentes cinematografías del llamado tercer mundo. En Iberoamérica fue sobre todo el boom de un cine cubano dispuesto a asombrar al mundo y que, de alguna manera, seguía el patrón del cine soviético de cuatro décadas atrás.

Antes de 1959, año del triunfo de la Revolución, el cine cubano había producido alrededor de 80 largometrajes, la mayoría melodramas lacrimógenos muy del gusto de lo que se hacía en otros países de Latinoamérica. Había un importante núcleo cinéfilo en torno al Cine Club de La Habana, que sería el germen de la Cinemateca Cubana ya con la Revolución, en donde estaban Guillermo Cabrera Infante, Tomás Gutiérrez Alea y el español Néstor Almendros, que en determinados momentos formaron parte de su junta directiva. En 1959 el gobierno revolucionario de Fidel Castro crea el ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos), dentro de la primera ley de cultura. El cine se nacionaliza, se suprimen productoras y distribuidoras privadas y toda la producción y distribución cinematográfica de la isla pasa por las manos del ICAIC. Y los jóvenes apasionados del cine se suman en un primer momento al ICAIC. Se producen muchos documentales y se abre la ficción a la tarea de hacer un cine revolucionario. Y es esta primera década de Revolución la que pasará a ser conocida como 'La edad de oro del cine cubano.

Desde el primer momento el ICAIC dio una capital importancia a los documentales, cortos y largos, que servían para llevar por toda la isla los logros de la Revolución. Hay documentales divulgativos (que muestran los procesos que la Revolución va provocando), científico populares (un análisis de fenómenos tales como los medios de producción, la salud pública o la educación) y noticiarios (cortos semanales de 10 minutos que en casos especiales se extienden a una duración mayor, que buscan interrelacionar hechos y conceptos más que reflejar noticias aisladas), en donde se forjó el gran documentalista Santiago Álvarez. Y también se hacen los primeros cortos de animación, género que sufrirá una eclosión décadas después.

A la vez, desde 1960 y durante una década, Cuba se convierte en el foco de producción más interesante de América Latina. Surgen directores que deslumbran al mundo: Tomás Gutiérrez Alea, Humberto Solás o Manuel Octavio Gómez, sobre todo. En el mismo año de 1960, Tomás Gutiérrez Alea, que venía del documental, dirige el primer largometraje cubano de la nueva era, 'Historias de la Revolución', que sirvió de embajada de la nueva creatividad cinematográfica ante el mundo. La película narraba tres episodios de la lucha cubana contra la dictadura de Fulgencio Batista: 'El herido', donde una pareja esconde a un herido participante de una acción contra la dictadura; 'Rebeldes', en el que la decisión de abandonar a un guerrillero herido durante un encuentro con el enemigo y salvar al grupo o permanecer con él plantea un conflicto de conciencia en medio de la lucha de guerrilla en la Sierra Maestra; y 'La batalla de Santa Clara', que reconstruye la toma de la ciudad de Santa Clara, en el centro de la isla, por el Ejército Rebelde, hecho ocurrido en diciembre de 1958 que provoca el derrocamiento final de la dictadura.

Un año después es Julio García Espinosa el que firma 'El joven rebelde' que, a partir de un guion en el que colabora Cesare Zavattini, uno de los grandes guionistas del neorrealismo italiano, cuenta la historia de un joven campesino que abandona su hogar para unirse al Ejército Rebelde, radicado en la Sierra Maestra. El amor, la amistad, la lucha por sobrevivir y triunfar se van sucediendo hasta desembocar en una batalla en la que el joven rebelde y revolucionario alcanza la madurez como combatiente. Y en 1962 Tomás Gutiérrez Alea, en 'Las 12 sillas', lleva a la realidad cubana la novela de Ilya Ilf y Yevgeni Petrov 'El misterio de las 12 sillas'. La película es una comedia en la que un aristócrata venido a menos tras la Revolución y su exchófer buscan desesperadamente una silla donde están escondidos los brillantes de la familia. En abierta competencia con el cura del pueblo, enterado del secreto, los personajes atraviesan las más imprevistas situaciones ya que el juego de doce sillas ha sido subastado por el Ministerio de Recuperación de Valores y se encuentran en distintas manos.

Es el mismo Tomás Gutiérrez Alea el que en 1964 dirige 'Cumbite', adaptación de la novela 'Gobernadores del rocío' del escritor haitiano Jacques Roumain que se desarrolla en una aldea de Haití en los años 40. Cuando un joven haitiano, regresa a su país, tras pasar varios años en Cuba como cortador de caña, encuentra su comunidad sumida en una gran sequía que incide en la pobreza del lugar y la enemistad de dos familias por un asesinato pasado. Y en 1966 es Humberto Solás es el que firma 'Manuela', un mediometraje que recrea un episodio en la lucha en la Sierra Maestra: la historia de una joven campesina, quien impulsada por su deseo de venganza personal, se une a los guerrilleros. De 1967 es 'Las aventuras de Juan Quinquin', una historia de pícaros, las andanzas de un campesino buscavidas que jamás se resigna a su suerte que vive mil aventuras junto a un amigo y a su amada.

La mayoría de edad

1968 será un año clave para el cine cubano de la Revolución, que alcanza su mayoría de edad: Humberto Solás hace 'Lucía' y Tomás Gutiérrez Alea 'Memorias del subdesarrollo'. Lucía narra tres episodios diferentes de la historia cubana vistos a través de tres mujeres diferentes que coinciden llamándose Lucía. Los tres períodos históricos son la lucha por la independencia (1895), la revolución frustrada (1930) y el proceso revolucionario de los 60. 'Memorias del subdesarrollo' es la única película latinoamericana que siempre entra cuando se eligen los 100 mejores títulos de la historia del cine. Una cálida y divertida historia sobre un joven burgués desgarrado por sus contradicciones, que decide permanecer en La Habana como un espectador impasible de la Revolución, mientras su familia parte exiliada hacia los Estados Unidos. Su inconsistencia ideológica lo mantiene como simple espectador de una sociedad convulsa, en permanente cambio y llena de ideas nuevas. Vive de las rentas de unos inmuebles que le van siendo expropiados y acepta con resignación la marginación de que son objeto los de su clase tras el triunfo de las ideas revolucionarias.

La década se cierra con 'La primera carga al machete', de Manuel Octavio Gómez, un drama histórico que reconstruye con un tratamiento próximo al documental fragmentos de la lucha independentista cubana iniciada en 1868 contra los españoles; especialmente la primera carga al machete, encabezada por Máximo Gómez, que convierte al machete en un arma decisiva frente al fuerte y poderoso ejército colonial español.

Pero en estos diez años el cine revolucionario también deja unos cuantos cadáveres. En 1961 Orlando Jiménez Leal rueda 'PM (Pasado Meridiano)', documental elaborado con material filmado para un reportaje sobre cómo el pueblo cubano se preparaba para hacer frente a la invasión de Bahía de Cochinos. La inclusión de alguna de estas escenas hizo que el reportaje fuese prohibido. Jiménez Leal elaboró por su cuenta un cortometraje a partir del material ya filmado, conservando sólo las secuencias grabadas en los bares, y quitando todas las imágenes militares, que eran las que preferían las autoridades. Para ello, Jiménez Leal decidió asociarse con Sabá Cabrera Infante, un joven realizador de películas amateurs, y hermano del novelista y crítico de cine Guillermo Cabrera Infante. 'PM' era un retrato de La Habana nocturna, solo con la mirada de la cámara sin apoyo de luces, sin entrevistas, ante paisajes nocturnos en los que la rumba y el alcohol eran el paisaje que se movía como sombras en la noche. Un sencillo documental, pero para muchos críticos, una auténtica joya del cine experimental. El director de fotografía Néstor Almendros fue expulsado de la revista 'Bohemia' por elogiar el filme.

Jiménez Leal vuelve a ser censurado por su documental 'Gente en la playa', del mismo estilo que 'PM', realizado en una playa del litoral habanero. La censura se endurece y Fidel Castro pronuncia una frase famosa dirigida a los intelectuales: "Con la Revolución todo, contra la Revolución nada". Guillermo Cabera Infante, que dirigía el Consejo Nacional de Cultura, es destituido y enviado como agregado cultural a Bruselas. A su regreso es detenido y encarcelado, hasta que logra salir hacia el exilio con su familia. También Néstor Almendros, que se había sumado con entusiasmo a la Revolución, deja la isla en 1962 para trabajar con François Truffaut en Francia. Poco a poco la censura va causando estragos y provoca que aquel ímpetu cinematográfico revolucionario de los 60 haya desaparecido ya completamente en la década siguiente.

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