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Mamoru Hosoda, en el Zinemaldia.
«Quiero ser yo mismo, no un heredero de Miyazaki»

«Quiero ser yo mismo, no un heredero de Miyazaki»

director

David López

Jueves, 21 de abril 2016, 11:50

Así, a bote pronto, diría que lo primero que me cautivó de la obra de Mamoru Hosoda fue su delicadeza para delinear a los personajes femeninos, o esa naturalidad con la que aborda tanto la tragedia como los pasajes de incontestable comicidad. También aquello que propulsa a sus criaturas: la búsqueda de la propia identidad, ese délfico 'conócete a ti mismo' al que todos, de un modo u otro, nos enfrentamos en algún momento de nuestra vida. Y lo sorprendente es que logra transmitir su mensaje a través de relatos, a veces cálidos, en ocasiones melancólicos, donde la fantasía ejerce como motor de la trama.

El japonés parece asumir con cierta resignación la consideración que le profesan aquellos que le etiquetan como el heredero de Hayao Miyazaki. Es lo que el destino le preparaba a un realizador que mantuvo una relación tormentosa con el Studio Ghibli, que descubrió a qué quería dedicarse cuando su madre le llevó al cine a ver 'El castillo de Cagliostro'. El escritor J. P. Bango, gran 'connoisseur' de su filmografía, lo aclara en estos términos: "Muerto Satoshi Kon, retirados Miyazaki y Takahata, desaparecido en las marismas catódicas Massaki Yuasa, quizás sera Mamoru Hosoda el que más tenga que decir en la cinematografía animada nipona en la actualidad. Poco más queda al margen de las franquicias". Hosoda, por supuesto, evita la idea de la sucesión y se atiene a su singularidad. "Antes que animador, es un cineasta sobresaliente que conoce a la perfección su oficio. No tengo duda alguna de que también destacaría en el ámbito de la acción real. Posee una virtud más: sus películas no se parecen a ninguna otra, son muy distintas entre sí, en lo formal y en lo que respecta al desarrollo argumental".

La entrevista que podréis leer a continuación se realizó durante la pasada edición del Zinemaldia. 'El niño y la bestia' mereció el honor de ser la primera cinta de animación que optaba a la Concha de Oro. Hosoda aterrizó en San Sebastián en compañía del séquito de asesores que trabaja con él en Chizu, "el estudio más pequeño del mundo". Ninguno pestañeó a la hora de tomar buena nota de todas y cada una de las cuestiones que este periodista le planteó. Pero lo que hoy debería congratularnos es que este largometraje llega, por fin, a las salas españolas de la mano de A Contracorriente Films. Una historia que sopesa el valor de la amistad y el aprendizaje mutuo al cruzar los caminos de Kyuta, un joven solitario que reside en Tokio, y Kumatetsu, una bestia intratable y malhumorada que se convierte a regañadientes en su mentor.

'El niño y la bestia' es el primer título de animación que opta a la Concha de Oro.

Me sorprendió gratamente que el comité de selección de un festival con la historia y el prestigio internacional del Zinemaldia quisiera exhibir mi película en la sección oficial a concurso. Su apertura de miras es una gran noticia porque demuestra que la calidad no entiende de géneros o formatos.

Tres años de trabajo...

El proceso resultó más laborioso de lo que imaginaba en un principio. 'El niño y la bestia' se dibujó a mano prácticamente en su totalidad. Nada que ver con la animación digital de 'Summer wars', para la que tomé prestados algunos diseños de Takashi Murakami, con el que ya había colaborado en publicidad. Y nos planteamos algunos retos, como reproducir con absoluto realismo el barrio de Shibuya, en Tokio, un distrito que ha sufrido una profunda transformación a lo largo de la última década.

Reincide en uno de los tópicos de su filmografía, la existencia de dos mundos paralelos que deben entenderse y respetarse mutuamente.

Sí, universos diferentes, con normas y valores que chocan entre sí. Procuro no juzgar cuál es mejor, sólo le planteo a mis personajes una pregunta: ¿A qué lugar perteneces?

Relaciona, una vez más, crecimiento biológico y espiritual.

El proceso de madurez comporta cambios físicos, intelectuales y espirituales. Durante nuestra vida atravesamos etapas en las que intentamos conocernos a nosotros mismos para descubrir quiénes somos y qué nos cabe esperar del futuro. Todos los adolescentes tarde o temprano se enfrentan a ese dilema, a esa oscuridad interior, y la familia suele ser un gran soporte para superar el trance. Justo lo que le sucede a Kyuta.

En 'Wolf children' la figura paterna desaparecía, estaba ausente. Ahora parece multiplicarse el número de progenitores...

Seguramente porque la paternidad cambió mi perspectiva acerca de todo lo que me rodea. Veo crecer a mi hijo a una velocidad de vértigo. Esa extraña ansiedad se refleja en esta película, del mismo modo que la muerte de mi madre fue decisiva durante la escritura del guión de 'Summer wars'. Y hay otra idea: los adultos también pueden aprender muchas cosas de sus hijos.

Para concebir a Kumatetsu, la bestia, se inspiró en algunos de los personajes que interpretó Toshiro Mifune.

Así es, incluso su katana guarda cierto parecido con la que espada que portada Kikuchiyo, el papel al que dio vida en 'Los siete samuráis' de Akira Kurosawa. Tampoco es casual que Koji Yakusho, un gigante del actual cine japonés, prestase su voz a este personaje. Tanto Mifune como Yakusho son y serán siempre auténticos iconos de la cinematografía nipona.

En 'La chica que saltaba a través del tiempo' adaptaba una novela de Yasutaka Tsutsui, un autor muy popular que también sirvió como inspiración a Satoshi Kon. Me pregunto si en el futuro volverá a trabajar con material ajeno.

Todos los largometrajes que he dirigido desde entonces parten de guiones propios, pero quizás el día de mañana vuelva a realizar una película basada en una novela o un manga. No me preocupa la procedencia del material, sólo que la idea sea buena. Sin embargo, me inquieta no estar a la altura, porque no siempre es sencillo comprimir en apenas dos horas de metraje un texto que rebasa, por ejemplo, las 300 páginas. Consideraría un fracaso que la adaptación no fuese estrictamente fiel al original y lo habitual es que muchos pasajes y detalles se queden en el tintero.

¿Alguna obra que admire y que case con su universo?

'Moby Dick', una de las novelas que con más pasión leí durante mi adolescencia. El capitán Ahab, más que perseguir a una ballena, lucha consigo mismo. Ese conflicto no es sino una manera de explorar su personalidad.

¿Le incomoda o le halaga que le otorguen el título de heredero de Miyazaki?

Me lo han preguntado tantas veces que ya estoy acostumbrado. La trayectoria de Miyazaki es impresionante, en su haber cuenta con grandes películas, pero quiero ser yo mismo, no un heredero que sólo se debe a sus influencias.

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