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eduardo r. paneque
Jueves, 27 de octubre 2016, 11:10
Son mentirosas, cotillas o desinhibidas, y también, desde hace unos años, doctoras, abogadas o vicepresidentas. Pero ante todo, son protagonistas de sus historias sucedan estas en un quirófano o en una prisión.
Sarah Jessica Parker fue, es y siempre será Carrie Bradshaw. Su antes, ... la Patty Greene de Square Pegs (1982-83) y su después, la (ya casi olvidada) Frances en la recién estrenada Divorce serán testigos omniscientes de su carrera como actriz. A pesar de ello, y sin alcanzar la categoría de tesis antropológica, podría trazarse una línea paralela entre dichos personajes y el necesario reconocimiento de los roles femeninos en las series de televisión: de la alumna gafotas-inteligente de la serie colegial ochentera a la madre de familia en proceso de divorcio. De la mujer que quiere tener su cuento de hadas junto a Mr. Big a convertirse en Mr. Big.
En los 12 años que han pasado desde el final de Sexo en Nueva York es momento de obviar las dos películas, y las que estén por venir-, el escenario caramelizado de Nueva York se ha mudado a un suburbio en las afueras, los estilismos son menos glamurosos y Thomas Haden Church no es Chris Noth, para lo bueno y lo malo. Y las amigas quizá sean a las que más se echan en falta.
Tantos argumentos a favor como en contra se pueden encontrar para ensalzar o defenestrar Sexo en Nueva York pero es cierto que muchas series de y para mujeres quizá no hubieran visto la luz sin su impulso. Ellas actualizaron el concepto de la serie Las chicas de oro por algo más moderno y actual. Después llegaron las Pequeñas Mentirosas y lo hicieron trizas. Antes, las Mujeres Desesperadas, les habían allanado el terreno.
Entre Sexo en Nueva York y Divorce, las mujeres han sido Presidentas (Sra. Presidenta o Veep, y lo que sea Robin Wright en 'House of Cards'), mujeres que se independizan de sus maridos y construyen una carrera de éxito (The Good Wife) o forman un tándem madre-hija que no permiten que nadie les tosa (Gilmore Girls').
Incluso, las más atrevidas, se montan su propia versión dicen que más realista- de la vida de Carrie Bradshaw. Sí, Lena Dunham, es decir Hannah Horvath (Girls). Otras, esperan la llamada de Ryan Murphy para que las recupere del ostracismo y les devuelva a la gloria con mujeres atormentadas o fuerte personalidad. En este sentido véase el desfile de Jessica Lange, Angela Basset, Kathy Bates por las diferentes American Horror Story.
Incluso Jennifer López ha hecho pausa en su carrera musical y cinematográfica para volver a la televisión e hiperprotagonizar Shades of Blue donde da vida a una mujer que debe compaginar su trabajo en el FBI con ser madre soltera. Ella es la serie y sin ella no es nada.
Porque una de las principales evoluciones en estos años ha sido que las series protagonizadas por mujeres ya no encuentran únicamente su target en el público femenino. Hasta las ficciones como 'Juego de Tronos', a priori masculinizadas, han reclutado a miles de hombres jaleando a Daenerys para que conquiste el 'Trono de Hierro'.
Ahora son personajes fuertes, adultas e independientes, no siempre libres (Orange is the New Black') e incluso abiertamente vírgenes (Jane the Virgin'), obsesionadas con el romance pero también independientes... como Jane.
La cotidianeidad ha llegado a la televisión. Ya lo escuchamos en 'Sexo en Nueva York': "Bienvenida a la era de la pérdida de la inocencia. Nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables. Más bien desayunamos a las 7 de la mañana y tenemos líos que procuramos olvidar cuanto antes".
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