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Ricardo Aldarondo
Jueves, 10 de noviembre 2016, 19:37
Pocos músicos ha dado el rock tan prolíficos como Frank Zappa (1940-1993) y, sobre todo, tan capaces de amalgamar y reinventar todo tipo de estilos, dinamitando las barreras entre la música culta y la popular, entre los sonidos 'dudúa' que alimentaban las radios ... de los primeros años 60 y la vanguardia de la música contemporánea que representó su adorado Varèse. Pop chicle, rock guitarrero, jazz-rock de alta complejidad, obras orquestales, blues y música negra... De todo cabía en el universo único de Zappa, siempre adornado con su imagen excéntrica, su humor burlón, su sarcasmo a la hora de sopesar la sociedad americana de los años 60 y 70, y también la contracultura de la que se le suponía representante. En el mismo momento en que los hippies vivían su esplendor en San Francisco, en el verano de las flores y el amor de 1967, Zappa se burlaba de ellos con su 'Flower Punk'. Inmediatamente después de que The Beatles publicaran 'Sargeant Peppers', Zappa y sus Mothers of Invention reprodujeron la legendaria portada con sus feos caretos y sus pintas de zarrapastrosos en su propio 'We're Only in it For the Money', un título que ya implicaba una nueva provocación en un tiempo lo que molaba era no ser materialista.
Su obra posterior estuvo también llena de esos gestos burlones, con la parodia del chico guapo y perfecto que representaba el sueño americano en 'Bobby Brown' o con títulos escatológicos o sexualmente incorrectos como 'Why Does It Hurt When I Pee' (¿Por qué me duele cuando meo?) o 'Tities and beer' (Tetas y cerveza). Su foto sentado en la taza del váter o su sonrisa burlona bajos su característicos bigote, perilla y nariz generosa contribuyeron a ofrecer una imagen de frivolidad que contrastaba por completo con la realidad.
Y la realidad se resumía en que Frank Zappa era un perfeccionista obsesivo de su trabajo, exigente con las decenas de músicos de gran altura que pasaron por sus bandas y sobre todo consigo mismo, músico brillantísimo y responsable observador de la política de su país (y la de otros: en sus últimos años mantuvo una amistad estrecha con el presidente checo Vaclav Havel), siempre crítico con el conservadurismo y cualquier forma de censura o intervención gubernamental en la libertad individual.
Así que además de tocar la guitarra maravillosamente y componer de forma frenética música que ocupó los 70 álbumes que publicó en vida, además de lo que dejó guardado en su casa-estudio (que hace poco compró sorpresivamente Lady Gaga), Zappa tenía mucho que contar. Y su aparente locura y desfachatez se transformaba en inteligentísima lucidez, con un tono tan divertido como serio y responsable, cuando ponía en marcha su afilada lengua.
'Eat That Question' (Cómete esa pregunta) era el título de una de sus canciones, réplica a la prensa con la que tuvo sus más y sus menos (consideraba un hecho un poco rídículo lo de dar entrevistas). Y es ahora el gancho perfecto para el documental 'Eat That Question: Frank Zappa en sus propias palabras', que se estrena de forma limitada en algunas ciudades, y tiene la buena idea de centrarse en las declaraciones del músico en entrevistas de televisión, principalmente. Pero el director Thorsten Schütte, que ganó el premio Zabaltegi-Tabakalera en el pasado Festival de San Sebastián con este filme, tiene habilidad para no limitar el relato a una sucesión de declaraciones de Zappa, por otra parte siempre brillantes, sorprendentes y reveladoras. Sin necesidad de entrar al típico repaso de vida y obra, inabarcable en el caso de Zappa, traza un perfecto perfil del músico en todas sus esencias, incluida su forma de pensar sobre los temas más diversos. El resultado va mucho más allá del conjunto de chascarrillos para fans del músico y se conforma como una interesantísima crónica de su tiempo bajo un prisma muy particular, creativo, indagador e inconformista. Una nueva demostración de que los documentales musicales pueden trascender por completo los límites del género. Más o menos como hizo el propio Zappa, que también tuvo sus devaneos cinematográficos como director de las inclasificables '200 Motels' (1971), ópera imposible del underground en la que implicó a Ringo Starr entre otros, y 'Uncle Meat' (1969), además de trabajos videográficos como 'The Amazing Mr. Brickford' (1987) en la que el animador especializado en plastilina Bruce Brickford ponía formas, colores y personajes extravagantes a las piezas orquestales de Zappa.
Cualquiera podía acabar comiéndose su pregunta ante el mundo bizarro, inesperado, exhuberante e incisivo del gran maestro Frank Zappa y ahora es un placer ver y escuchar sus respuestas.
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