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Hirokazu Koreeda.
«Intento ser humilde en mi trabajo porque el ego es muy peligroso»

«Intento ser humilde en mi trabajo porque el ego es muy peligroso»

director

David López

Jueves, 1 de diciembre 2016, 18:52

En 'Después de la tormenta', Hirokazu Koreeda vuelve a reincidir en algunos de sus temas predilectos, equilibrando, con acierto una vez más, el drama familiar y el humor cotidiano. Ryota, el protagonista de esta historia, es un hombre de mediana edad que vive atrapado en su pasado, en sus años de éxito como novelista premiado. Todo en su vida es un desastre y no encuentra la manera de reestablecer el vínculo con los suyos. Ni con su hijo, cuya pensión alimenticia paga a duras penas con su sueldo como detective privado, ni con su exmujer. La muerte de su padre y una tempestad le dan una nueva oportunidad para redimirse. Siempre con la inestimable ayuda de su madre, un personaje delicioso interpretado con sabiduría y oficio por la encantadora Kilin Kiki. El cineasta japonés demuestra siempre su talento y sensibilidad a la hora de manejar con cierto naturalismo los sentimientos y la idea de la pérdida o el fracaso en el marco de sus estampas familiares. Por algo sigue siendo uno de los pocos realizadores asiáticos que goza del beneplácito del público español.

La familia, una vez más.

Cualquier artista imprime sus obsesiones sobre todo aquello que crea. Quizás por ello la crítica y el público afirman que tengo un estilo reconocible, que suelo reflejar en mis películas las mismas inquietudes. Pero más allá de eso no tengo la sensación de estar repitiéndome, sino de mostrar distintos aspectos de una misma preocupación.

Es posible que 'Después de la tormenta' sea de todos sus largometrajes el que mejor captura sus propias vivencias como padre e hijo.

Creo que en mis últimos trabajos, de forma consciente o no, trato de comprender y apreciar la figura de mi padre, no tanto de reconciliarme con él. Nunca tuve una relación sencilla y fluida con él. Su fallecimiento coincidió con el nacimiento de mi primer hijo. En parte, la idea de 'Después de la tormenta' surgió ahí. Tras su muerte, mi madre se fue a vivir sola a un complejo residencial. Cuando la visité con motivo de Año Nuevo llegué a la conclusión de que esa urbanización me daría juego para una película. Era un marco ideal para situar la historia de una familia que busca la manera de recomponerse.

Un marco que no es casual, que tiene un peso muy importante en su vida.

Sí, filmamos en el mismo edificio en el que residí durante gran parte de mi adolescencia. Mis recuerdos de aquella época siempre los asociaré a ese lugar.

¿Cómo concibió a Ryota?

Tenía en mente la idea de que no todos podemos llegar a convertirnos en lo que deseamos. El éxito puede derivar fácilmente en frustración. Todos sufrimos esa sensación a lo largo de nuestra vida. Yo mismo lo experimenté cuando mis primeros largometrajes recibieron tantos elogios. Ryota termina trabajando en una agencia de detectives aunque anhela ser un gran escritor. Nada le sale bien, ni como marido, ni como padre, ni como hijo. Ni, por supuesto, en el ámbito profesional. Una realidad que se puede extender al resto de personajes de la película, personas adultas incapaces de constatar que sus sueños nunca se cumplirán. Por eso la felicidad se les escapa continuamente.

La vanidad...

Procuro no caer en esa tentación. Muchos compañeros de profesión de mi país tienen una alta consideración de sí mismos, sobre todo cuando obtienen el reconocimiento de grandes festivales extranjeros como Cannes o Venecia. Yo intento tomármelo con humildad porque el ego es muy peligroso.

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