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Ricardo Aldarondo
Jueves, 15 de diciembre 2016, 20:36
¿Se hará algún día una película sobre Donald Trump? ¿Será posible elogiar su mandato, su humanidad, su legado, los orígenes de su fundamento en relatos de ficción que sustenten a través de los siglos la gesta de un gran presidente, sin caer en el ... bochorno? Desarrollamos tan improbables fantasías mientras acogemos la primorosa, apabullante para bien, edición en Blu-Ray y DVD de 'El joven Lincoln' (1939), una de tantas obras maestras de John Ford a la que la editora La Aventura otorga un tratamiento a lo grande como el que dispensó el año pasado a 'La puerta del cielo' de Michael Cimino. Un objeto para hacer salivar a los coleccionistas y poner en marcha todas sus estratagemas para hacerse con una edición limitada que, además de un bello objeto, es un festín de contenidos relacionados con el filme. En esta ocasión no se trata de recomponer un montaje completo y devolver a la película su forma inicial, como en el caso de Cimino, sino de poder gozar de las magníficas imágenes en blanco y negro en todo su esplendor y su apego a la naturaleza. Es la ocasión de reivindicar una película que nunca se tiene entre las más importantes de John Ford. Algo, por un lado, lógico, en una filmografía tan abundante en obras redondas y decisivas. Pero conviene llamar la atención sobre ese momento en que John Ford se acercó a unos hechos históricos desde un punto de vista muy humano, y a la grandeza del mítico presidente desde la decisiva formación de su sentido de la justicia, sin glorificar una figura con sus claroscuros, como no.
Lincoln es, evidentemente, el presidente de Estados Unidos más cinematográfico, en un país en el que un actor, Ronald Reagan, también ha llegado a presidente. Por ser el más mítico de su nación, por su oposición efectiva a la esclavitud, por haber logrado mantener la unión de los estados y los cimientos de lo que es hoy el país, el decimosexto presidente y primero del Partido Republicano, Abraham Lincoln, da pie de sobra a la épica modélica.
Desde 'El nacimiento de una nación' (1914) a la oscura y concentrada biografía elaborada por Steven Spielberg en 'Lincoln' (2012), son cientos las apariciones de Abraham Lincoln desde la ficción cinematográfica, y sin contabilizar absurdas recientes tentativas que toman su nombre para enfrentarlo a vampiros o zombis. Pero antes incluso de que David Wark Griffith lo incluyera en su enorme y polémico fresco fundacional, de la nación y del cine, el presidente ya había aparecido en las pantallas, y precisamente interpretado por el hermano mayor del legendario cineasta, Francis Ford. Entre los abundantes extras de la edición se encuentra When Lincoln Paid (1913), primerizo mediometraje sobre el presidente que interpretó y dirigió Francis Ford. Ahí reside uno de los antecedentes que pudieron llevar a John Ford a interesarse por esta peculiar biografía. Pero además los principios del cineasta estaban muy en sintonía con los fundamentos del presidente que se forjó en el amor a la tierra, la integración de todos los emigrantes y la creación de un primer y honesto sueño americano de unión en un gran país.
Fue un periodo de enorme y asombrosa actividad por parte de John Ford: aún no se había estrenado 'La diligencia' (1939) y ya estaba filmando 'El joven Lincoln'. En poco más de dos años hizo seis películas, y algunas tan legendarias como 'Las uvas de la ira' (1940) o 'Qué verde era mi valle' (1941). Con fidelidad al guion de Lamar Trotti, Ford se acercó a las primeras vivencias personales de Lincoln sin apenas aludir a la épica de lo que vendría después, más allá del relato del filme, que termina en realidad con su primer paso, el abandono de su querida tierra en Illinois para ir en busca de su carrera política. Ford se centra en algunos hechos que marcaron su juventud, pero con un acercamiento afectivo y humanista, no histórico, que podría corresponder a un hombre menos célebre. Su apego a un gran roble bajo el que se sienta a leer, su implicación en un hecho trágico y violento que determinó su sentido de la justicia o el maravilloso y elíptico momento en que describe sobre un lago el amor de su prometida Ann que se truncó para siempre, forman parte de los grandes atractivos de este filme en absoluto menor de la grandiosa filmografía de John Ford. Y también la interpretación de su protagonista Henry Fonda, que si bien en un principio parece un actor físicamente poco apropiado para encarnar a un Lincoln que se parecía mucho más al Daniel Day-Lewis que eligió Spielberg, algunos aditamentos de maquillaje y la nobleza de Fonda como intérprete van componiendo un personaje sólido y convincente.
Cabe anotar que la lujosa edición contiene otros muchos atractivos que ya merecerían atención por sí mismos, como el canónico documental sobre el cineasta 'Becoming John Ford' (2007), una entrevista al cineasta de más de una hora realizada en 1968, sus cortometrajes realizados durante la Segunda Guerra Mundial, el western 'Straight Shooting' (1917) (la primera de sus películas que se conservan) y tres análisis de expertos sobre 'El joven Lincoln', entre otras cosas.
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