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eduardo r. paneque
Jueves, 19 de enero 2017, 20:08
1814. Los imperios de Estados Unidos y Reino Unido llevan dos años en guerra por unas colonias canadienses. El año que James Keziah Delaney (Tom Hardy) elige para volver de entre los muertos y reclamar la herencia de su padre recientemente fallecido. Dos situaciones aparentemente inconexas que confluyen en el argumento de 'Taboo' puesto que el testamento en liza es bastante jugoso: las tierras de Nutka, punto de mira de la cotienda bélica por su estratégica proyección hacia el mercado oriental.
A la nueva serie de la BBC, distribuida en nuestro país por HBO España, muchos le han colgado la etiqueta de 'serie del año'. ¿Aún en plena cuesta de enero y con dos capítulos emitidos? En cambio, sí parecería menos osada la apuesta por Tom Hardy como uno de las estrellas televisivas de la temporada. O como 'super-hombre' porque 'Taboo' es a Tom Hardy lo que Tom Hardy es a 'Taboo'. Es decir, todo. ¿Podría existir sin él? Quizá sí pero sería... otra cosa porque para algo ha sido él quien la ha concebido, escrito, protagonizado y vigilado el diseño de producción. ¡Hasta ha elegido minuciosamente de quién rodearse! El elegido -como coguionista y productor- ha sido Steven Knight, responsable de (esta sí) una de las grandes series británicas del siglo, 'Peaky Blinders' donde en vez de la Inglaterra del 1814 retrataba la del año 1919.
La elección de África como escenario que late de fondo, aquél donde James Keziah Delaney habría sido enterrado, no parece baladí dada la construcción de este en torno a dos prismas enfrentados: el de la raza negra que sufre la esclavitud versus el que fuera otrora miembro de la aristocracia londinense. No obstante, Hardy aseguró durante la campaña de promoción que no pretendía mostrar una lucha de clases sino de la supremacía comercial en una época de moral decadente. Aún dando por válida como espectador esta premisa por válida, en los dos primeros episodios no encontramos ni lo uno ni lo otro o, mejor dicho, todo el tiempo lo mismo porque la trama no avanza parecido que asistimos a una redifusión.
En este contexto,Delaney juega al papel de héroe y villano, en el tiempo presente y en lo que puede llegar a ser; en contribuir a la victoria de Inglaterra sobre Estados Unidos o en ser un enemigo de la nación; en vengarse de cuantos trataron de humillar a su familia o de hacerlo sádicamente a su paso, a saber, caracterización sombría, chistera, unos cuantos tacos y bastante mala uva.
Pero lo bruto no está reñido con el amor aunque esa baza parece en 'standby', en un sí pero no. Si bien nos descubren alguna cartas sobre el romance pasado entre Delaney y su hermanastra Zilpha Geary (Oona Chaplin) -quien se queda simultáneamente a cuadros y sin herencia, al verle aparecer en el funeral de su padre-, parece más interesante a dónde conducirá el papel de la inconmensurable Franka Potente ('Corre Lola, Corre'), una señora de armas tomar.
Esta historia de venganza de Delaney bien podría ser la revancha de Tom Hardytras quedarse sin el Oscar por 'El Renacido'. Y para consumarla no se ha dejado ningún ingrediente sin utliizar: fantasía, venganza, revanchismo, drama, historia, Franka Potente, esclavitud, desnudos... y BBC. Quizá, solo se ha olvidado de envolverlo en una narración atractiva. O quizá tampoco. Paciencia. Quedan seis episodios. Y si no, siempre nos quedará 'Mad Max'.
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