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Mario Cerro
Jueves, 2 de julio 2015, 16:31
Eduardo Velarde se llevó hace un mes el susto de su vida al sufrir el ataque de un oso cuando estaba en el bosque de El Bardal, a escasos dos kilómetros de Villaescusa (Campoo de Enmedio). «Iba sacando fotos. Oí un gruñido y me encontré a un oso a mi izquierda, a cuatro metros. Se me echó encima, me mordió un brazo y me lanzó un zarpazo que apenas me rozó. A continuación salió huyendo». Así resumía lo ocurrido este reinosano desde la cama del hospital Valdecilla, donde fue operado de una fractura en su brazo derecho. Este jueves, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil completó la versión de lo que ocurrió el 3 de junio: Eduardo había utilizado cebos olorosos y una cámara de foto trampeo, provista de sensor de movimiento, para de esta forma realizar fotografías a los animales, una de sus principales aficiones. En declaraciones a este periódico, este vecino de Reinosa reconoció ayer este extremo, pero lo desvinculó de lo ocurrido: «El sitio del ataque y el lugar donde estaba la cámara no eran el mismo. El oso no entró en la zona de la cámara y prueba de ello es que no hay ninguna imagen grabada». Velarde también dejó claro que no hubo avistamientos previos. «Yo no sabía que había un oso, tenía la cámara para otros animales. Desconocía que estuviera allí», sentenció.
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El Seprona comenzó la instrucción de diligencias judiciales, con el apoyo de guardas de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria, al tener constancia de las importantes lesiones en brazo, cara y cuello que sufrió el hombre. Los agentes realizaron diferentes reconocimientos al lugar y localizaron una huella de oso. También, en el interior de la zona boscosa donde ocurrió el ataque encontraron cebos olorosos y próximos a ellos una cámara de foto trampeo con la que tomar instantáneas a los animales que pasan cerca de ella. La Guardia Civil averiguó posteriormente que la cámara «era propiedad de la persona herida». Pero, ¿incurrió este vecino en algún presunto hecho delictivo? El Seprona cree que no: «Con estas y otras actuaciones los agentes han llegado a la conclusión de que presuntamente no existe ningún tipo de responsabilidad penal, y que la agresión del oso es un hecho aislado», asegura en un comunicado. Eso sí, la Benemérita aprovecha la ocasión para recomendar a las personas que disfrutan de actividades al aire libre en zonas boscosas o de monte, donde habita diferente fauna, que ante el avistamiento de animales no invadan su espacio ni les molesten «de forma que se eviten reacciones imprevisibles de los mismos».
En los últimos 25 años solo se han registrado cinco ataques en la Cordillera Cantábrica y en ninguno de ellos hubo ensañamiento del oso. «Al ver una amenaza muy próxima reaccionaron para quitarse de en medio esa amenaza. Y, a continuación, salieron siempre huyendo», señala el presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero.
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