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Mariña Álvarez
Miércoles, 22 de marzo 2017, 13:45
La organización criminal "más activa y especializada en el robo de cajas fuertes" de España cometió su último golpe a principios de este mes en Mataporquera. La Guardia Civil ha confirmado a este periódico que los 'Navy de Orcasitas', así llamados por los ... investigadores en referencia al cuerpo militar de elite de Estados Unidos, asaltaron un banco en la pequeña localidad del sur cántabro este mes de marzo, antes de su detención en Madrid el día 7.
Según estima la Guardia Civil, esta banda formada por experimentados e históricos delincuentes pudo perpetrar, con una minuciosidad casi militar, 50 robos, aunque de momento se han esclarecido 9 (entre ellos el de Mataporquera) y evitado una decena.
Del resultado de la operación 'Abrelatas' ha dado cuenta esta mañana en Madrid el teniente coronel Javier Rogero, jefe de Delincuencia Organizada de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que junto con agentes de este cuerpo de Huesca han conseguido desarticular esta banda con la detención de siete personas de entre 20 y 40 años (seis españolas y una dominicana ya en prisión) y la identificación de otra.
Se trata de una banda localizada en el barrio madrileño de Orcasitas que se desplazaba a municipios pequeños donde hubiera bancos pero no cuartel de la Guardia Civil o estructura de la Policía Municipal, radicados fundamentalmente en las comunidades de Madrid, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Navarra, Extremadura y Cantabria.
La banda, muy estructurada y especializada, ha actuado al menos en nueve entidades desde octubre del año pasado y la primera semana de este mes, y tenía intención de hacerlo en otras diez, pero la Guardia Civil cree que sus miembros, la mayoría con más de 50 antecedentes, han actuado en medio centenar de ocasiones, que se están investigando.
Nunca se llevaban menos de 50.000 euros por cada robo, por lo que los investigadores calculan que en los esclarecidos el botín ascendió a unos 700.000. Parte del dinero lo reinvertían para su actividad en la compra de coches y herramientas, aunque no llevaban una vida ostentosa
Así actuaban
La organización, estructurada en dos células, estaba dirigida por una persona (J.M.P.B., de 37 años, al que conocían como 'Pony', con más de 50 antecedentes) que era la encargada de distribuir las funciones y seleccionar los objetivos.
Primeramente, la célula encargada de la logística sustraía un vehículo todo terreno de alta gama, que era estacionado en la calle, en un lugar alejado al del robo para comprobar que no tuviese instalado algún medio de localización, y si este no era recuperado por las Fuerzas de Seguridad del Estado, se le proveía de matrículas dobladas, es decir, correspondientes a otro vehículo de igual marca, modelo y características.
El jefe seleccionaba la localidad, la entidad y la fecha para la comisión del robo, realizando un exhaustivo reconocimiento de las poblaciones donde se encontraban los bancos, vías de acceso, edificaciones próximas, posibles respuestas por parte de las Fuerzas de Seguridad, etc.
Una vez decidida la entidad y el día, se reunían en un lugar de seguridad establecido en las proximidades de sus domicilios, y en dos vehículos, el sustraído y otro legal, pero a nombre de otra persona próxima a alguno de los miembros, se dirigían hasta la localidad donde se encontraba la entidad seleccionada.
En la localidad, el conductor del vehículo legal distribuía a tres o cuatro personas para controlar los accesos y otros puntos de observación, mientras que el vehículo sustraído, ocupado por el jefe de la organización y otras dos personas, se encargaban de la comisión del robo, dirigiéndose a la entidad bancaria, cambiando el bombín de la puerta de acceso y anulando las alarmas. Cuando llegaban las fuerzas de seguridad o los encargados de comprobar la alarma, observaban todo correcto, dando el salto de alarma como un fallo del sistema.
Posteriormente, entraban con la propia llave del bombín sustituido, y ya con las alarmas anuladas, se dirigían a la caja fuerte, la que era forzada con soplete de oxicorte, radiales o martillo percutor, apoderándose del dinero. En la huída rociaban la oficina con los extintores de la propia entidad para intentar borrar sus huellas y se apoderaban de los discos duros del sistema de grabación.
Cometido el robo, regresaban a sus domicilios, guardando en un garaje alquilado el vehículo sustraído utilizado, para poderlo usar en otras ocasiones, aunque, si durante el robo habían tenido alguna incidencia, lo quemaban para no dejar huellas.
Antes de separarse repartían el botín obtenido, incluso si algunos de los billetes estaban quemados debido a las altas temperaturas soportadas en la apertura de la caja fuerte.
La investigación, dirigida por el Juzgado de Instrucción núm. 4 de Huesca, ha sido llevada a cabo por el Grupo de Delincuencia Organizada de la Unidad Central Operativa y la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Huesca de la Guardia Civil la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) de la Comandancia de Madrid y el Grupo de Reserva y Seguridad nº 1 (GRS) de Madrid.
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