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Itsaso Álvarez
Jueves, 4 de abril 2019
«Somos parte de diferentes culturas y tradiciones, y debemos celebrarlo, pero al mismo tiempo todos somos parte de la misma gran familia llamada humanidad. Estas mujeres son las verdaderas estrellas de nuestro mundo, verdaderos ejemplos de verdadera belleza». Es la fotógrafa rumana ... Mihaela Noroc (Bucarest, 1985) quien habla. Esta mujer lleva seis años tomando imágenes de mujeres alrededor del mundo para mostrar la diversidad cultural y social de cada país a través de la belleza de las mujeres.
Con la mochila al hombro y su cámara recorre miles de kilómetros y con la única financiación que recibe del 'crowdfunding' (o financiación colectiva), ha pasado por Nepal, Etiopía, Irán, Colombia, Brasil, Uzbekistán, Grecia, Japón, Estados Unidos... «He estado en casi 60 países, cientos de ciudades y pueblos y, aunque no sé el número exacto, he fotografiado a más de mil mujeres», calcula.
En cada sitio sigue la misma tónica. Camina por las calles, observa, entra en tiendas, en restaurantes, templos. No se deja deslumbrar por unas medidas de modelo. Se fija sobre todo «en los ojos». Busca «miradas sinceras que cuenten algo» y rostros «que reflejen sus raíces». «No me importa si tienen acné, pecas, cicatrices, el pelo corto o largo ni su talla de pantalón», explica. La frescura de un rostro, a poder ser que no esté maquillado, indica. Para ella, la naturalidad es el cosmético más efectivo. Después conversa un rato con ellas y les pide que le cuenten parte de su historia. Por suerte, Mihaela habla cinco idiomas. A continuación les deja su tarjeta para que las mujeres a las que ha fotografiado vean su foto en su cuenta de Instagram.
Es verdad, revela esta fotógrafa, que muchas mujeres rechazan ser retratadas. «La mayoría de las chicas que elijo son objetivamente preciosas, pero casi ninguna lo cree». Algunas llegan a pedirle unas horas para arreglarse antes de la foto. «Necesitan aferrarse a esa barra de labios o a un par de tacones para verse bien», señala. También suele enfrentarse a otras reticencias. En muchas otras partes del mundo «en cuanto la gente ve una cámara desconfía y piensa que quieres mostrar sus malas condiciones de vida o lo pobres que son».
El sueño de Mihaela es visitar todos los países del mundo, y en estos viajes ha pasado por numerosos campos de refugiados, donde también ha fotografiado a muchas mujeres. «Quiero mostrar que aunque somos tan diferentes, hay muchas cosas similares que nos unen y, a veces, es muy difícil decir de dónde es alguien. Si realmente pudiéramos ver y apreciar la belleza de nuestro planeta, podríamos convertirlo en un lugar mucho mejor para todos». Una buena parte de sus retratos los ha materializado en un libro, 'The Atlas of beauty', donde se mezclan instantáneas tomadas en la calle con otras realizadas en un templo, en el salón de una casa, en un centro comercial. Todo por demostrar que la belleza «no es un asunto de cosmética, dinero, raza o estatus. Es algo que se encuentra en cada mujer, en cada rincón del mundo».
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