¿Sabías que en la antigua Grecia los hombres lanzaban una manzana a la mujer a la que querían proponer matrimonio? ¿O que en Alemania se rompe una vajilla antes del enlace como acto para atraer la buena suerte?
Todos creemos que los cuentos de hadas, princesas y relatos donde el amor triunfa sobre todas las cosas comienzan igual con «Érase una vez», pero no es del todo correcto. Si leemos un cuento escrito en checo, su inicio genérico suele ser «Detrás de siete ... cordilleras, detrás de siete ríos»; o si es en lengua árabe, nos encontraremos la siguiente línea introductoria «Había o lo que había o dejaba de haber, en los viejos días, en los tiempos más antiguos». Y es que los cuentos y la literatura son como la vida misma, en la mayoría de casos las historias de amor, comienzan de una u otra manera, pero, al final, los enamorados culminan su amor con el matrimonio.
Existen una gran cantidad de datos curiosos entorno a las bodas, de cómo han ido evolucionando a lo largo del tiempo hasta nuestros días. Curiosidades que han ido moldeando, poco a poco, la manera de entender esta 'institución social' presente en gran cantidad de culturas.
Si nos remontamos en el tiempo y llegamos a la mitología griega, encontramos la historia donde la diosa de la discordia, Eris, se disgustó después de que no fuese invitada a la boda entre Peleo y Tetis (madre de Aquiles). Al evento asistieron todas las deidades. En represalia y con gran enfado, se acercó a la fiesta y lanzó una manzana dorada con la inscripción «para la más bella». Las diosas Hera, Atenea y Afrodita reclamaron la fruta casi al instante, sin percatarse del enfado de Eris. Para resolver la duda entre las tres aspirantes, se designó a Paris de Troya para que eligiera a la afortunada, obteniendo el título de «la más bella». Terminó concediendo el triunfo a Afrodita, y se creó la discordia… Este acto causó indirectamente la Guerra de Troya.
Desde entonces, y como tradición en la antigua Grecia, fue costumbre lanzarle una manzana, considerada como algo sagrado y vinculada a Afrodita, a alguien, normalmente a una mujer, para proponerle matrimonio y si ésta la cogía daba su consentimiento al comienzo de las relaciones. Un epigrama atribuido a Platón dice: «Te arrojo la manzana, y si estás dispuesta a amarme, tómala y comparte tu vida conmigo; pero si tus pensamientos no son los míos, ni siquiera la tomes, y considerad cuán breve es la belleza».
No podemos negar que es una forma original de pedir matrimonio. Si después de leer este artículo recibes una manzana, ya sabes que alguien puede esperar respuesta casadera. Estoy seguro que todos seguimos prefiriendo una pedida de mano con anillo directo al dedo anular. Para los menos entendidos, es ese dedo que se encuentra al lado del meñique, el pequeño. Bromas a un lado, este gesto de introducir el anillo en el dedo anular obtuvo un gran auge desde la época romana. Entonces textos y grabados representaban esta acción que, a su vez, se había inspirado en una creencia helénica que decía que de este dedo partía una vena que llegaba directamente al corazón.
En la Francia del siglo XIV pensaban que quedarse con un trozo del vestido de la novia traía buena suerte
Retomando otra tradición de lanzar objetos, pero durante el banquete, no olvidemos el ramo de novias. Una costumbre europea que se ha generalizado. De hecho, se cuenta que se remonta a la Francia del siglo XIV, cuando conseguir la liga de la novia daba buena suerte a los hombres solteros. Todo parte con la creencia de que quedarse con un trozo del vestido de la gran protagonista traía buena suerte, de modo que muchos invitados acosaban literalmente a la recién casada para arrebatarle parte de su ropa. Esto hizo que ellas buscasen una solución, como la de llevar un elemento en su vestuario destinado a ser entregado a los invitados para que les diera suerte y de ahí surgió la liga.
No evitó que fueran perseguidas por los invitados masculinos para lograr hacerse con ella. Hasta que la tradición varió para evitar 'accidentes', pasando a ser las propias novias quienes la lanzaban una vez finalizada la ceremonia. Con el paso del tiempo, cambiaron la liga por el ramo de flores, instaurando así una costumbre que variaría con las mujeres como protagonistas y señalando a la que consiguiera el preciado 'tesoro' como la siguiente en casarse.
Un paseo por el mundo
A lo largo y ancho del mundo existen multitud de tradiciones y formas de desear a la pareja un feliz matrimonio. En Alemania, antes de la ceremonia, familiares y amigos de la pareja se reúnen para romper vajillas de porcelana, un acto que aporta buena suerte. Más extremo es lo que ocurre en Rusia, donde durante el banquete 'secuestran' a la novia, obligando al novio a pagar un rescate. Tras hacer efectivo el dinero solicitado, ella es liberada.
En Corea del Sur, durante el banquete, descalzan al novio y lo golpean con pescado las plantas de los pies para mostrar al resto de comensales el carácter del recién casado. En Escocia tienen la tradición de que el día antes de la boda amigos de la pareja embadurnen con lodo a ambos y les hagan desfilar por las calles. Una forma de avisarles que serán felices, pero también pasarán por duros momentos.
Hablando de ropa, hasta antes del años 1840, las novias portaban vestidos de colores para sus enlaces nupciales, pero la Reina Victoria utilizó un vestido de color blanco con el príncipe Alberto, imponiendo una tendencia que persiste en la actualidad.
Algo que nunca puede cambiar, ni se debe de perder es el tradicional final «y fueron felices y comieron perdices», que proviene de la época medieval, donde la perdiz representaba el erotismo y la sexualidad. Por lo que al decir que una pareja terminó comiendo perdices… pues, en fin, ya me entiende.
Existen tradiciones para todos los gustos y conociendo el pasado se entiende mucho mejor el presente. ¡Que vivan los novios!
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