Una boda inolvidable que el covid no pudo arruinar
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Pese al miedo y las dudas iniciales, el 'sí, quiero' de Irene Mena y Luismi Vía fue de cuento¡Buenos días, amigos de Cantabria DModa! Espero y deseo que estéis bien, pero sobre todo que estéis todos y alguno más. Hoy os voy a hablar de la boda de Irene Mena y Luismi Vía, un enlace precioso que se creció ante la ... adversidad. Se casaron el 10 de octubre de 2020. Allá por el 2018, Irene tenía muy, muy claro todo: la fecha, los proveedores… ¡todo! Este 'sí, quiero' fue la única boda covid que hicimos en 2020 y ellos tenían muy claro que si las normas no impedían la celebración, se casaban. Y así fue.
Muy pronto por la mañana nos trasladamos al salón de Monserrat Núñez de Santander donde Montse Núñez y María Natal dejaron guapísimas a Irene y a su madre. Irene se vistió en la casa de su madre, frente a un marco blanco con un mensaje precioso hacia sus abuelos maternos, en el que ponía: «Aunque estemos lejos, siempre estaremos bajo el mismo cielo».
Se decidió por un vestido de Alma de Boda y zapatos de Bambalae, que tenían una frase en las suelas dedicada a su madre y en la que podía leerse «De tú mano mis primeros pasos y de tu brazo al altar».
En el ramo llevaba un lazo de terciopelo granate con una medallita, en honor también a sus abuelos, en la que ponía: «Un trocito de cielo nos acompaña hoy».
Y salió desde allí hacia el altar en coche con su madre, que por el mensaje de sus zapatos habréis intuido que fue su madrina. Sí, sí, su madrina, habéis leído bien. En esta los padrinos rompieron con la tradición y se intercambiaron. La madrina acompañó a la novia, y el padrino, al novio.
Luismi llevaba un traje de Ramiro Díaz. Se vistió en la misma tienda y estuvo acompañado por su padre. Después fueron a casa de sus progenitores para, desde allí, dirigirse al altar.
Fue una boda llena de detalles muy especiales, porque casi todos tenían un motivo entrañable. Como podéis imaginar los anillos no podían ser sino también únicos. El de ella estaba hecho con los dos anillos de sus abuelos y el de él, era legado de su padre. Las arras eran las de los padres de Luismi. Otro detalle auténtico. Los pendientes de Irene fueron un regalo de su madre.
La liga, regalo de la madre de Luismi a Irene para que tuviera algo azul. Mientras que el ramo de la novia fue un regalo de una amiga que, además será la madrina de la primera hija de esta pareja, Emma, a quien estamos ya a puntito de conocer. Para que Irene llevara algo prestado, María Natal, amiga de ambos, le prestó el tocado que lució la novia.
La 'hermana' de Irene y las amigas del trabajo de su madre regalaron a la novia unas deportivas Converse para cambiarse de zapatos, en las que dejaron grabada la frase «Toda aventura comienza con un sí».
Se casaron en la Iglesia de Villaverde y amenizó la celebración el Grupo de Cámara Corelli, y posteriormente, celebraron el almuerzo y la fiesta en el Cenador de Amós.
El broche de oro lo puso Maneras de vivir, un grupo pop rock de música tributo a los años ochenta y noventa que amenizó la fiesta, y pese a que el baile estaba prohibido, los invitados movieron el esqueleto de lo lindo. Eso sí, sin moverse de sus sillas.
El toque entrañable lo puso CocoBimbo, la mascota de la pareja, que fue sorpresa de Luismi a Irene, a quien le hacía mucha ilusión que estuviera en la boda.
Y no puedo no contaros los súper detalles de esta boda. Para los invitados, regalo de lotería con la fecha en la que los novios empezaron a salir, además de una cuchara de madera en la que ponía un mensaje «La vida juntos sabe mejor». También dieron mascarillas grabadas con las iniciales de los novios y metidas en una bolsita en la que ponía «toda aventura comienza con un sí», a todos los amigos y familiares.
Como tras la celebración en la finca siguieron la fiesta en un bar de Santander, donde los novios regalaron a los invitados también golosinas metidas en bolsitas con un mensaje para la fiesta en el bar y dispusieron de mantas por si hacia frío.
Para los niños de regalo hubo un kit (con un cuadernito, pinturas, gel hidroalcohólico, la mascarilla, una mochila para decorarla con rotus, unos globos...). Además, cada mesa tenía el atrezzo y carteles variados para usar en las fotos que también los hicieron los novios. Repartimos cientos de trocitos de tela y rotuladores a los invitados para que dejaran sus mensajes para los novios y con todos ellos han hecho una colcha patchwork preciosa. Como veréis fue una boda especial que ni el covid ni nada consiguió estropear.
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