Luis Alonso, el modista de dos generaciones de novias
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Arantxa Vidal se casó con el primer vestido de novia que el diseñador confeccionó en 1990. 31 años después, su hija Ana también ha recurrido a élSecciones
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Arantxa Vidal se casó con el primer vestido de novia que el diseñador confeccionó en 1990. 31 años después, su hija Ana también ha recurrido a élCuando el modista Luis Alonso llegó a Santander, uno de sus lugares preferidos era el bar 'Los cinco latinos', que regentaba Arantxa Vidal. Pronto se hicieron amigos y su amistad fue tal que él terminó diseñando su traje de novia. El primero que confeccionaba y ... cosía. Era el año 1990. Después llegaron muchos otros, pero éste fue «muy especial», cuenta el palentino. Luis siguió diseñado para Arantxa y su armario se fortaleció, como lo hizo su amistad. Por ello, Luis se emocionó de manera especial cuando Ana Marquínez, hija de su querida amiga, le pidió en 2019 que le hiciera, también a ella, el vestido con el que pasaría por el altar. Lo que ninguno sospechaba entonces es que una pandemia se colaría de por medio, retrasando el enlace hasta el 30 de julio de 2021.
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Arantxa recuerda con mucho cariño aquella primera etapa de su amistad: «Somos amigos desde que llegó a Santander. Éramos muy jóvenes. Yo me casé con 23 años, concretamente el 17 de febrero de 1990, en pleno invierno».
Para el diseño de aquel vestido cuenta que «ambos participamos en la elección del estilo, inspirado en la cantante estadounidense de jazz Billie Holiday, «hasta llevé una orquídea en el pelo, como ella solía ponerse en sus actuaciones, en lugar de un velo».
Todo el proceso fue especial, «hasta la elección de la tela. Nos fuimos a Bilbao, a Esquivel, una de las mejores casas de telas que había en aquel momento», apunta Luis.
La celebración también fue diferente. Eligieron el Gran Casino de Santander, pero la sorpresa vendría tras la cena. Les estaba esperando un concierto, en el que llevaban meses ensayando Germán Coppini (de los grupos de música Siniestro Total y Golpes Bajos), junto a parte de los componentes del grupo Manos de Orlac: Nacho Mastretta y Jesús Bombín. «¡Fue una noche tan divertida! Amigos y buena música, ¿qué más podíamos pedir?». Los años transcurrieron y Luis siguió siendo el diseñador de cabecera de Arantxa. Su hija Ana creció a la vez que Alonso lo hacía como modista. «Recuerdo el armario de mi madre, repleto de sus diseños», dice Ana con cariño.
Para Luis, la relación con la hija de Arantxa también es muy especial. «Pensar que las siguientes generaciones me tienen en cuenta ¡es un alivio!», dice entre risas. Incluso adaptó algunos de los vestidos de la madre para la hija «que he llevado a alguna fiesta o boda de alguna amiga», señala Ana.
Así que cuando llegó su gran día, no lo dudó. «Solo podía ser Luis quien me hiciera el vestido de novia. No solo por lo que creaba para mi madre, sino porque todo lo que veía en otras novias, invitadas o madrinas, me encantaba». Ella tenía alguna idea en la cabeza de lo que quería: «Tengo unos hombros y una espalda bonita, que me gustan, así que el vestido debía tener tirantes y escote por detrás», le dijo.
Y de esta forma empezó el proceso de elaboración, casi al término del verano de 2019. Pero cuando aún no estaba terminado, llegó la pandemia en 2020 y todo se paró. El mundo se detuvo. Pero no la ilusión de ambos, que siguieron dando forma al vestido desde la distancia.
«Tenía un corte muy sencillo, con tirantes y espalda abierta. Pero para la iglesia, necesitaba algo que me tapara y Luis no lo pudo elegir mejor. Llevé un sobrevestido de gasa, transparente, con cuello y puños al estilo Felipe II», recuerda. «Una abertura en forma de gota dejaba ver mi espalda. Todo tan delicado y especial», comenta Ana.
Al fin llegó el gran día, el 30 de julio de 2021. Pero por el camino todo fueron incertidumbres. «Por un lado, al estar en pandemia, que no hubiera un repunte y nos volvieran a encerrar. Y, por otro, que los invitados tenían el típico miedo a contagiarse que teníamos todos por esas fechas». Sin embargo, «todo fluyó con normalidad».
Tanto Ana como su marido, Juan Antonio Ortega disfrutaron muchísimo de la comida porque «deseábamos que ese día fuera el que mejor comiéramos de nuestras vidas». Así que, después de la ceremonia religiosa, en la iglesia de Hoz de Anero, «nos fuimos, con nuestros 175 invitados hasta El Cenador de Amós. Todo fue perfecto, el banquete superó nuestras expectativas y la gente se olvidó por unas horas del horror del covid. Fue un día maravilloso».
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