Recuerdos de un 'sí, quiero': «Queridos nietos, así conocí a vuestro abuelo»

Queridos nietos: Hoy quiero contaros cómo conocí al abuelo hace mucho, mucho tiempo. Allá por el año 1981.

Yo era muy jovencita, casi una niña, tenía 16 años, pero yo me sentía ya mayor. A mis amigas de entonces y a mí nos gustaba ir a bailar a la 'disco' y allí le vi por primera vez. Él bailaba con una de mis amigas y, al verme, dijo con una sonrisa: «el próximo baile es contigo». Y yo… yo me enamoré de aquella sonrisa. Aquel día bailamos juntos –a lo agarrado lo llamábamos–, y después me acompañó hasta la parada del autobús que me llevaba a casa cada domingo, con el secreto deseo de verle otra vez. Y allí estaba esperándome el domingo siguiente. Como yo a él.

Aquel día comenzó una historia de amor que dura ya 38 años. Después de dos años de noviazgo, de conocernos mutuamente, decidimos casarnos. Yo tenía 18 y el abuelo, 22. Nuestra boda se celebró un caluroso 7 de agosto en Las Caldas del Besaya, en Los Corrales de Buelna, rodeados de nuestros familiares y amigos. Fue un día precioso, lleno de emociones y de lágrimas de alegría. Varios de los allegados que nos acompañaron aquel día ya no están entre nosotros, pero no pasa un solo día sin que les recuerde como varios de nuestros tíos, mis padres y los padres del abuelo, vuestros bisabuelos. Algunos llegaron a conoceros y no os imagináis cuanto os querían.

Después de nuestro gran día, nos fuimos de luna de miel recorriendo Castilla y León, nada que ver con los grandes viajes que se hacen ahora, pero disfrutándonos, conociéndonos más y, sobre todo, mejor.

Pronto llegó a nuestras vidas nuestra hija Isabel, vuestra mamá. Recuerdo perfectamente aquel maravilloso día. No sé cómo explicaros lo que se siente al ser padres... Quizá algún día vosotros forméis una familia y si es así, al abuelo y a mí nos llenará de felicidad y orgullo acompañaros en vuestro camino.

Nosotros hemos formado una bonita familia. Primero llegó mamá y pasados los años eligió a vuestro papá, Eduardo. Se casaron en 2008 y en 2014 nos dieron la noticia de que iban a ser papás, y ¡de mellizos nada menos! No sabéis lo emocionados que nos sentimos. Fuisteis, sois y seréis los luceros que iluminan nuestros días. No importa si los vientos de la vida no soplan a favor… Sois nuestro timón, los que marcáis el rumbo.

Pero como para todo en la vida, hay que trabajar para conseguirlo, nada llega porque sí. El amor hay que cuidarlo y alimentarlo, casi como si de un bebé se tratase, para que crezca, se afiance y siga llenando todos los rincones de la vida que elijamos.

Parece sencillo, pero no lo es. Creedme. Hay momentos en los que te asaltan mil dudas y los problemas a veces que son difíciles de aceptar, pero si hay amor merece la pena trabajar un poquito cada día para conservarlo. Recordad siempre que cada uno de nosotros lleva la felicidad dentro. Sed felices con vosotros mismos, con vuestros defectos y virtudes, con lo mucho o lo poco que tenéis, con lo bueno y lo malo. Aceptaos y amaos, y no perdáis vuestra esencia como personas porque sólo así podréis ser felices y hacer dichosos a quien elijáis para compartir la vida.

Con todo mi amor, Abu Bel.

P.D.: El abuelo os manda un abrazo enorme y millones de besos.

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