¿Te acuerdas de cuando se entraba en casa de los vecinos?
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Actualmente las casas suelen ser cotos cerrados pero antaño era muy normal pasar de un piso a otro para compartir todo tipo de momentos cotidianosSecciones
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Actualmente las casas suelen ser cotos cerrados pero antaño era muy normal pasar de un piso a otro para compartir todo tipo de momentos cotidianosUno de los aspectos en los que se manifiesta de manera más clara el contraste entre el pasado y el presente es la relación que mantenemos hoy con los vecinos. Actualmente las casas son, en general, cotos cerrados. Antaño, en cambio, entrar en la ... de un vecino resultaba algo muy normal. Raro el día que no sucedía.
Se pasaba a casa de la vecina –o la vecina entraba en la tuya- para compartir todo tipo de momentos cotidianos: charlar, contemplar un programa en la tele, pedir algo de sal o un par de huevos, tomar un café, enseñar ropa, jugar a las cartas o al parchís, etcétera. Etcétera infinito y sinónimo de una confianza que en los años que transitamos brilla -salvo honrosas excepciones- por su ausencia. Del mismo modo que una persona entraba en el hogar del vecino, el vecino entraba en el hogar de esa persona. El flujo resultaba constante y natural.
¿Qué sucede ahora? Pues todo lo contrario. Escasa es la relación que se mantiene con los vecinos (a la que de antes contribuía eficazmente, por ejemplo, ir al lavadero). En edificios de muchos pisos ni se conoce a un elevado porcentaje. Se puede cruzar uno en el portal o subir en el ascensor con el vecino 'X', y pare usted de contar. ¿Qué sabemos de esa persona, de su familia, de su existencia, de sus penas y alegrías? Poco por no decir nada (la mayoría de veces es así: nada). Cada cual hace su vida y va a su bola.
Mantener una relación constante con los vecinos garantizaba que en un momento determinado se sabía a dónde acudir para solventar cualquier apuro. No sé qué se podría hacer para recuperar ese territorio de convivencia perdido por múltiples razones, pero urge lograrlo. Los hechos confirman que el presente es, al respecto, un fracaso. ¡Cuánto tenemos que aprender del pasado!
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