Borrar
Imagen de una cena de Nochebuena del ayer. DM
Aquellas cenas de Nochebuena

Aquellas cenas de Nochebuena

LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·

En la actualidad nos podemos permitir lujos que en otros tiempos hubieran sido imposibles

Javier Rodríguez

Santander

Domingo, 22 de diciembre 2019, 09:03

Se acerca una de las dos cenas más importantes y especiales del año: la de Nochebuena. Poco tiene que ver (por no decir nada) la manera de celebrarla hoy con la del ayer. Radica la principal diferencia en un detallito: el contenido de la cartera. Hogaño nos podemos permitir lujos que en otros tiempos hubieran sido imposibles. Queda más claro que el agua en la mayoría de hogares a la hora de ver el «menú» de las mesas, en las que hay tal variedad de comida y en tal cantidad que casi ni cabe en ellas. ¡Y la que, en vergonzosa consecuencia, acaba a veces en los contenedores de basura! Lo dicho: pasado y presente. Abismal diferencia.

Las sopas, todo un clásico en los menús. DM

En la cena de Nochebuena de mi infancia los platos estrella eran la sopa de fideos o de ajo, el pollo o conejo asado con patatas, el chicharro al horno con sus correspondientes rodajitas de limón o los caracoles. En pocos hogares se podía disfrutar «a la carta». Lo normal era elegir uno además de la sopa. Ejemplo de menú-tipo: de primer plato, sopa de fideos; de segundo, pollo asado con patatas. Menú delicioso, gozada para el paladar.

Siempre había algun pescado entre los platos principales. DM

De postre, unos trozos de turrón de lo duro y de lo blando, y las clásicas figuritas de mazapán. Y para beber, agua, vino y 'La Casera'. Eso de tener a mano una botella de lo que entonces se llamaba «champán» resultaba sinónimo de quimera. En la mayor parte de domicilios (por ejemplo en el mío, para que buscar uno más lejano) brillaba por su ausencia. Las mesas estaban bastante menos repletas que las de hoy y los langostinos ni se sabía en qué consistían.

El turrón, el dulce más típico de la Navidad, ayer, hoy y siempre. DM

Yo creo que ni se había inventado la especie. Detalle a subrayar es que, aunque el fondo de armario solía ser mínimo, para esta cena se vestía lo mejor que se podía. Es decir, que nadie osaba sentarse en la silla ataviado de cualquier manera. Cenábamos, sí, 'arreglados'.

El pollo al horno con patatas, otro básico de menú. DM

A pesar de las citadas limitaciones, lo cierto es que logramos ser felices. Compartir en familia todo lo dicho derivaba en fiestorra complementada con la voluntariosa interpretación de villancicos y el intercambio oral de anécdotas e historias. Ni teníamos internet, ni wiffi, ni WhatsApps, ni televisor con mando a distancia y tropecientos canales, ni ná de ná. Como mucho, para escuchar de fondo, un veterano aparato de radio. En consecuencia, ¡hablábamos! La vida era forzosamente sencilla incluso en Nochebuena (de Nochevieja me ocuparé en el artículo de la semana que viene). Salta a la vista que hoy, gracias al nivel económico general, la hemos complicado un poco

El mazapán en diversas presentaciones. DM

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Aquellas cenas de Nochebuena