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Aquellas cosas que se coleccionaban
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Pequeños y mayores acumulaban en el ayer sus particulares tesoros con los objetos más insospechadosTodavía hay personas que coleccionan cosas, pero no son tantas como en otros tiempos. Antaño casi todo el mundo –niños y adultos- coleccionaba algo. Siempre, por razones obvias, objetos sencillos y baratos.
¿Qué? Pues por citar ejemplos populares: sellos, álbumes de cromos, llaveros, bolígrafos, vitolas de puros, tarjetas postales, programas de mano de los cines…
Con aquellos pequeños tesoros nos entreteníamos muchos en tiempos absolutamente distintos a los actuales, en los que las opciones de ocio son de tal variedad (internet, televisión, etcétera) que con frecuencia incluso nos acaban cansando. Y –paradoja de paradojas- encontramos el deleite temporal en el retorno a lo que nos enlaza con el ayer.
El entretenimiento se alimenta hogaño con ingenios que cuestan más dinero que las alternativas anteriormente mencionadas, aunque dudo que reporten el mismo nivel de satisfacción. Citaré un caso. Si se coleccionaba sellos, la alegría al recibir vía carta uno que no se tenía, despegarlo con cuidadito del sobre y colocarlo en el álbum resultaba enorme.
Hoy, en cambio, apenas se reciben cartas en casa y los sellos que las acompañan tampoco son como los de antes (o sea, de ir a comprarlos al estanco y pasarlos después por la lengua). Casi nada es como fue. ¡Snif!
Los niños coleccionábamos un tipo de objetos y las niñas otros. Estaban de moda entre ellas los famosos «recortables». Por regla general, guardados en una vieja caja de zapatos o en una de las inolvidables cajas metálicas de Cola-Cao (que se coleccionaban y resultaban útiles, pues cada una indicaba su función; es decir, para pasta, alubias, garbanzos, harina, café, azúcar, etc.) ¡Qué tiempos!
La diferencia entre el pasado y el presente, tan notable en todos los ámbitos, resulta abismal en lo que se refiere al entretenimiento. El coleccionismo, ya en desuso, lo confirma.
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